Los tlaxcaltecas consultan papas y adivinos

Texto original con ortografía de la época:

Después de pasada la batalla por mí contada, que prendimos en ella los tres indios principales, enviólos luego nuestro capitán Cortés, y con los dos que estaban en nuestro real, que habían ido otras veces por mensajeros, les mandó que dijesen a los caciques de Tlascala que les rogábamos que vengan luego de paz y que nos den pasada por su tierra para ir a México, como otras veces les hemos enviado a decir, e que si ahora no vienen, que les mataremos todas sus gentes; y porque los queremos mucho y tener por hermanos, no les quisiéramos enojar si ellos no hubiesen dado causa a ello, y se les dijo muchos halagos para atraerlos a nuestra amistad; y aquellos mensajeros fueron de buena gana luego a la cabecera de Tlascala, y dijeron su embajada a todos los caciques por mí ya nombrados; los cuales hallaron juntos con otros muchos viejos y papas, y estaban muy tristes, así del mal suceso de la guerra como de la muerte de los capitanes parientes o hijos suyos que en las batallas murieron, y dice que no les quisieron escuchar de buena gana; y lo que sobre ello  acordaron, fue que luego mandaron llamar todos los adivinos y papas, y otros que echaban suertes, que llaman tacalnaguas, que son como hechiceros, y dijeron que mirasen por sus adivinanzas y hechizos y suertes qué gente éramos, y si podríamos ser vencidos dándonos guerra de día y de noche a la continua, y también para saber si éramos teules, así como lo decían los de Cempoal; que ya he dicho otras veces que son cosas malas, como demonios; e qué cosas comíamos, e que mirasen todo esto con mucha diligencia; y después que se juntaron los adivinos y hechiceros y muchos papas, y hechas sus adivinanzas y echadas sus suertes y todo lo que solían hacer, parece ser dijeron que en las suertes hallaron que éramos hombres de hueso y de carne, y que comíamos gallinas y perros y pan y fruta cuando lo teníamos, y que no comíamos carnes de indios ni corazones de los que matábamos; porque, según pareció, los indios amigos que traíamos de Cempoal les hicieron en creyente que éramos teules e que comíamos corazones de indios, e que las bombardas echaban rayos como caen del cielo, e que el lebrel, que era tigre o león, y que los caballos eran para lancear a los indios cuando los queríamos matar; y les dijeron otras muchas niñerías.

Para citar:
Díaz del Castillo, Bernal , Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Ciudad de México, Editorial Patria, 1983 [1632], pp. 196-170
Lugar(es):
  • Tlaxcala
Actor(es):
  • cacique(s)
  • hechiceros
  • indios tlaxcaltecas
  • mensajero(s)