Atacan de noche los tlaxcaltecas por recomendación de sus brujos, per no sorprenden a los españoles como lo esperaban

Texto original con ortografía de la época:

[…] llegando la noche destinada para el asalto que tenían resuelto los de Tlascala, reconocieron los centinelas un grueso del enemigo que venía marchando la vuelta del alojamiento con espacio y silencio fuera de su cos- tumbre. Pasó la noticia sin hacer ruido, y como cayó este accidente sobre la prevención ordinaria de nuestros soldados, se coronó brevemente la muralla, y se dispuso con facilidad todo lo que pareció conveniente a la defensa.

Venía Xicotencal muy embebido en la fe de sus agoreros, creyendo hallar desalentados y sin fuerzas a los españoles, y acabar su guerra sin que lo supiese el sol, pero traía diez mil guerreros por si no se hubiesen acabado de marchitar. Dejáronle acercar los nuestros sin hacer movimiento, y él dispuso que se atacase por tres partes el cuartel, cuya orden ejecutaron los indios con presteza y resolución, pero hallaron sobre sí tan poderosa y no esperada resistencia, que murieron muchos en la demanda, y quedaron todos asombrados con otro género de temor, hecho de la misma seguridad con que venían. Conoció Xicotencal, aunque tarde, la ilusión de sus agoreros, y conoció también la dificultad de su empresa, pero no se supo entender con su ira y con su corazón, y así ordenó que se embistiese de nuevo por todas partes, y se volvió al asalto, cargando todo el grueso de su ejército sobre nuestras defensas. No se puede negar a los indios el valor con que intentaron este género de pelear, nuevo en su milicia, por la noche y por la fortificación. Ayudábanse unos a otros con el hombro y con los brazos para ganar la muralla, y recibían las heridas haciéndolas mayores con su mismo impulso, o cayendo los primeros, sin escarmiento de los que venían detrás. Duró largo rato el combate, peleando contra ellos tanto como nuestras armas su mismo desorden, hasta que desengañado Xicotencal de [135] que no era posible a sus fuerzas lo que intentaba, mandó que se hiciese la seña de recoger, y trató de retirarse. Pero Hernán Cortés, que velaba sobre todo, luego que reconoció su flaqueza y vio que se apartaban atropelladamente de la muralla, echó fuera parte de su infantería y todos los caballos que tenía ya prevenidos con pretales de cascabeles, para que abultasen más con el ruido y la novedad, cuyo repentino asalto puso en tanto pavor a los indios, que sólo trataron de escapar sin hacer resistencia. Dejaron considerable número de muertos en la campaña, con algunos heridos que no pudieron retirar, y de los españoles quedaron sólo heridos dos o tres soldados, y muerto uno de los zempoales: suceso que pareció también milagroso considerada la multitud innumerable de flechas, dardos y piedras que se hallaron dentro del recinto; y victoria, que por su facilidad y poca costa, se celebró con particular demostración de alegría entre los soldados: aunque no sabían entonces cuánto les importaba el haber sido valientes de noche, ni la obligación en que estaban a los magos de Tlascala; cuyo desvarío sirvió también en esta obra, porque levantó a lo sumo el crédito de los españoles y les facilitó la paz, que es el mejor fruto de la guerra

Para citar:
de Solís y Rivadeneyra, Antonio , Historia de la Conquista de Méjico: población y progresos de la América Septentrional conocida por le nombre de Nueva España, Madird, Espasa-Calpe, 1970 [1684], pp. 134-135
Lugar(es):
  • Tlaxcala
Persona(s):
  • Xicotencatl
  • Hernando Cortés
Actor(es):
  • indios aliados de Cortés
  • indios tlaxcaltecas