Cortés desconfía de los Cholutecas

Texto original con ortografía de la época:

[...] Así como nos aposentaron como dicho hemos, e nos dieron muy bien de comer los días primeros, e puesto que los veíamos que estaban muy de paz, no dejábamos siempre de estar muy apercibidos, por la buena costumbre que en ello teníamos, e al tercero día ni nos daban de comer ni parecía cacique ni papa; e si algunos indios nos venían a ver, estaban apartados, que no llegaban a nosotros, e riéndose como cosa de burla; e como aquello vio nuestro capitán, dijo a doña Marina e Aguilar, nuestras lenguas, que dijese a los embajadores del gran Montezuma que allí estaban, que mandasen a los caciques traer de comer; e lo que traían era agua y leña y unos viejos que lo traían decían que no tenían maíz, e que en aquel día vinieron otros embajadores del Montezuma, e se juntaron con los que estaban con nosotros, e dijeron muy desvergonzadamente e sin hacer acato que su señor les enviaba a decir que no fuésemos a su ciudad, porque no tenía qué darnos de comer, e que luego se querían volver a México con la respuesta; e como aquello vio Cortés, le pareció mal su plática, e con palabras blandas dijo a los embajadores que se maravillaba de tan gran señor como es Montezuma, tener tantos acuerdos, e que les rogaba que no se fuesen, porque otro día se querían partir para verle e hacer lo que mandase, y aun me parece que les dio unos sartalejos de cuentas; y los embajadores dijeron que sí aguardarían; y hecho esto, nuestro capitán nos mandó juntar, y nos dijo: "Muy desconcertada veo esta gente, estemos muy alerta, que alguna maldad hay entre ellos"; e luego envió a llamar al cacique principal, que ya no se me acuerda cómo se llamaba, o que enviase algunos principales; e respondió que estaba malo e que no podía venir ni él ni ellos; y como aquello vio nuestro capitán, mandó que de un gran cu que estaba junto de nuestros aposentos le trajésemos dos papas con buenas razones, porque había muchos en él; trajimos dos dellos sin les hacer deshonor, y Cortés les mandó dar a cada uno un chalchihuite, que son muy estima dos entre ellos, como esmeraldas, e les dijo con palabras amorosas, que por qué causa el cacique y principales e todos los demás papas están amedrentados, que los ha enviado a llamar y no habían querido venir; parece ser que el uno de aquellos papas era hombre muy principal entre ellos, y tenía cargo o mando en todos los más cues de aquella ciudad, que debía de ser a manera de obispo entre ellos, y le tenían gran acato; e dijo que los que son papas que no tenían temor de nosotros; que si el cacique y principales no han querido venir, que él iría a les llamar, y que como él les hable, que tiene creído que no harán otra cosa y que vendrán; e luego Cortés dijo que fuese en buen hora, y quedase su compañero allí aguardando hasta que viniesen; e fue aquel papa e llamó al cacique e principales, e luego vinieron juntamente con él al aposento de Cortés, y les preguntó con nuestras lenguas doña Marina e Aguilar, que por qué habían miedo e por qué causa no nos daban de comer, y que si reciben pena de nuestra estada en la ciudad, que otro día por la mañana nos queríamos partir para México a ver e hablar al señor Montezuma, e que le tengan aparejados tamemes para llevar el fardaje e tepuzques, que son las bombardas; e también, que luego traigan comida; y el cacique estaba tan cortado, que no acertaba a hablar, y dijo que la comida que la buscarían; mas que su señor Montezuma les ha enviado a mandar que no la diesen, ni quería que pasásemos de allí adelante […].

Para citar:
Díaz del Castillo, Bernal , Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Ciudad de México, Editorial Patria, 1983 [1632], pp. 215-216
Lugar(es):
  • Cholula
Persona(s):
  • Hernando Cortés
  • Marina
  • Jerónimo de Aguilar
Actor(es):
  • Embajadores