Mensaje de Cortés a los Cholutecas

Texto original con ortografía de la época:

Y cuando amaneció era cosa de ver la prisa que traían los caciques y papas con los indios de guerra, con muchas risadas y muy contentos, como si ya nos tuvieran metidos en el garlito e redes; e trajeron más indios de guerra que les pedimos, que no cupieron en los patios, por muy grandes que son, que aun todavía se están sin deshacer por memoria de lo pasado; e por bien de mañana que vinieron los cholultecas con la gente de guerra, ya todos nosotros estábamos muy a punto para lo que se había de hacer, y los soldados de espada y rodela puestos a la puerta del gran patio para no dejar salir a ningún indio de los que estaban con armas, y nuestro capitán también estaba a caballo, acompañado de muchos soldados para su guarda; y cuando vio que tan de mañana habían venido los caciques y papas y gente de guerra, dijo: "¡Qué voluntad tienen estos traidores de vernos entre las barrancas para se hartar de nuestras carnes! Mejor lo hará nuestro señor"; y preguntó por los dos papas que habían descubierto el secreto, y le dijeron que estaban a la puerta del patio con otros caciques que querían entrar, y mandó Cortés a Aguilar, nuestra lengua, que les dijesen que se fuesen a sus casas, e que ahora no tenían necesidad dellos; y esto fue por causa que, pues nos hicieron buena obra, no recibiesen mal por ella, porque no los matasen. E como Cortés estaba a caballo, e doña Marina junto a él, comenzó a decir a los caciques e papas que, sin hacerles enojo ninguno, a qué causa nos querían matar la noche pasada. E que, si les hemos hecho o dicho cosa para que nos tratasen aquellas traiciones, más de amonestalles las cosas que a todos los más pueblos por donde hemos venido les decimos, que no sean malos ni sacrifiquen hombres, ni adoren sus ídolos ni coman las carnes de sus prójimos; que no sean someticos e que tengan buena manera en su vivir, y decirles las cosas tocantes a nuestra santa fe, y esto sin apremialles en cosa ninguna; e a qué fin tienen ahora nuevamente aparejadas muchas varas largas y recias con colleras, y muchos cordeles en una casa junto al gran cu, e por qué han hecho de tres días acá albarradas en las calles e hoyos, e pertrechos en las azoteas, e por qué han sacado de su ciudad sus hijos e mujeres y hacienda; e que bien se ha parecido su mala voluntad y las traiciones, que no las pudieron encubrir, que aun de comer no nos daban, que por burla traían agua y leña, y decían que no había maíz; y que bien sabe que tienen cerca de allí en unas barrancas muchas capitanías de guerreros esperándonos, creyendo que habíamos de ir por aquel camino a México, para hacer la traición que tienen acordada, con otra mucha gente de guerra que esta noche se ha juntado con ellos ; que pues en pago de que los venían a tener por hermanos e decirles lo que Dios nuestro señor y el rey manda, nos querían matar e comer nuestras carnes, que ya tenían aparejadas las ollas con sal e ají e tomates; que si esto querían hacer, que fuera mejor nos dieran guerra como esforzados y buenos guerreros en los campos, como hicieron sus vecinos los tlascaltecas; e que sabe por muy cierto lo que tenían concertado en aquella ciudad y aun prometido a su ídolo abogado de la guerra, y que le habían de sacrificar veinte de nosotros delante del ídolo, y tres noches antes ya pasadas que le sacrificaron siete indios porque les diese victoria, la cual les promtetió; e como es malo y falso, no tiene ni tuvo poder contra nosotros; y que todas estas maldades y traiciones que han tratado y puesto por la obra, han de caer sobre ellos; y esta razón se lo decía doña Marina, y se lo daban muy bien a entender.

Para citar:
Díaz del Castillo, Bernal , Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Ciudad de México, Editorial Patria, 1983 [1632], pp. 220-221
Lugar(es):
  • Cholula
Persona(s):
  • Hernando Cortés
  • Marina
Actor(es):
  • indios cholultecas