De como los caciques de lengua totonaca prestaron obediencia al Emperador

Texto original con ortografía de la época:

Y como amaneció, y los caciques de aquel pueblo y el cacique gordo hallaron menos los dos prisioneros, querían muy de hecho sacrificar los otros tres que quedaban, si Cortés no se los quitara de su poder, e hizo del enojado porque se habían huido los otros dos; y mandó traer una cadena del navío y echólos en ella, y luego los mandó llevar a los navíos, e dijo que él los quería guardar, pues tan mal cobro pusieron de los demás; y cuando los hubieron llevado les mandó quitar las cadenas, e con buenas palabras les dijo que presto les enviaría a México. Dejémoslo así, que luego que esto fue hecho todos los caciques de Cempoal y de aquel pueblo e de otros que se habían allí juntado de la lengua totonaque, dijeron a Cortés que qué harían, pues que Montezuma sabría la prisión de sus recaudadores, que ciertamente vendrían sobre ellos los poderes de México del gran Montezuma, y que no podrían escapar de ser muertos y destruidos. Y dijo Cortés con semblante muy alegre: que él y sus hermanos, que allí estábamos, los defenderíamos, y mataríamos a quien enojarlos quisiese. Entonces prometieron todos aquellos pueblos y caciques a una que serían con nosotros en todo lo que les quisiésemos mandar, y juntarían todos sus poderes contra Montezuma y todos sus aliados. Y aquí dieron la obediencia a su majestad por ante un Diego de Godoy el escribano, y todo lo que pasó lo enviaron a decir a los demás pueblos de aquella provincia; e como ya no daban tributo ninguno, e los recogedores no parecían, no cabían de gozo en haber quitado aquel dominio. 

Para citar:
Díaz del Castillo, Bernal , Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Ciudad de México, Editorial Patria, 1983 [1632], pp. 119-129
Lugar(es):
  • Quiahuistlan
Persona(s):
  • Hernando Cortés
Actor(es):
  • cacique(s)
  • Recaudadores de Moctezuma