Los conquistadores describen -bajo sus parámetros- el territorio del "imperio mejicano"

Texto original con ortografía de la época:

Hallábase entonces en su mayor aumento el imperio de Méjico, cuyo dominio reconocían casi todas las provincias y regiones que se habían descubierto en la América septentrional, gobernadas entonces por él y por otros régulos o caciques tributarios suyos. Corría su longitud de Oriente a Poniente más de quinientas leguas; y su latitud de Norte a Sur llegaba por algunas partes a doscientas: tierra poblada, rica y abundante. Por el Oriente partía sus límites con el mar Atlántico, que hoy se llama del Norte, y discurría sobre sus aguas aquel largo espacio que hay desde Panuco a Yucatán. Por el Occidente tocaba con el otro mar, registrando el Océano Asiático, o sea el golfo de Anián, desde el cabo de Mendocino hasta los extremos de la Nueva Galicia. Por la parte del Mediodía se dilataba más, corriendo sobre el mar del Sur desde Acapulco a Guatemala, y llegaba a introducirse por Nicaragua en aquel istmo o estrecho de tierra que divide y engarza las dos Americas. Por la banda del Norte se alargaba hacia la parte de Panuco hasta comprender aquella provincia; pero se dejaba estrechar considerablemente de los montes o serranías que ocupaban los chichimecas y otomíes, gente bárbara sin república ni policía, que habitaba en las cavernas de la tierra, o en las quiebras de los peñascos, sustentándose de la caza y frutas de árboles silvestres; pero tan diestros en el uso de sus flechas, y en servirse de las asperezas y ventajas de la montaña, que resis- [79] tierno varias veces a todo el poder mejicano, enemigos de la sujeción, que se contentaban con no dejarse vencer, y aspiraban sólo a conservar entre las fieras su libertad.

Para citar:
de Solís y Rivadeneyra, Antonio , Historia de la Conquista de Méjico: población y progresos de la América Septentrional conocida por le nombre de Nueva España, Madird, Espasa-Calpe, 1970 [1684], pp. 78-79