Pluralidad cultural en Mesoamérica

Cuando la reducida expedición de castellanos comandada por Hernán Cortés desembarcó en Veracruz en 1519, ya había entrado en contacto con una diversidad de pueblos muy diferentes entre sí. Aunque tendemos a imaginar esta diversidad en términos puramente lingüísticos, mayas de Yucatán, mayas-chontales de Tabasco o totonacas de Veracruz, la evidencia histórica nos demuestra que la pluralidad cultural de la región excede por mucho estos límites.

Hace más de 70 años, cuando se acuñó el término de Mesoamérica para definir a los pueblos asentados entre los ríos Pánuco y Sinaloa al norte y entre el río Motagua y Nicoya al sur, se hizo enumerando una serie de rasgos compartidos que los englobaría en una sola “área cultural”. Algunos de estos rasgos son el uso de chinampas, la presencia de escritura jeroglífica, el desarrollo de un calendario de dos ciclos de 260 y 365 días combinados y la distribución de ciertas familias lingüísticas, entre otros.

Lejos de los esfuerzos académicos por entender a la cultura como un listado de rasgos y a Mesoamérica como una sola “área cultural” que, aunque con variantes regionales, se muestra unitaria ante otras tradiciones, los pueblos de esta región muestran una pluralidad cultural enormemente diversa y rica más allá de una unívoca identidad lingüística.

Sabemos que los habitantes de Cempoala hablaban totonaco y náhuatl por igual. En Tlaxcala y Tenochtitlan, se hablaba, por lo menos, náhuatl y otomí. En Oaxaca, Puebla y Guerrero, en las ciudades del Posclásico, se hablaba mixteco, zapoteco, náhuatl y demás lenguas de la región. Incluso en lo que se denomina “área maya”, pruebas químicas sobre los restos humanos han comprobado que sus habitantes eran de múltiples orígenes geográficos y, en consecuencia, lingüísticos. Las diferencias lingüísticas no evitaban que una población compartiera el culto a un dios, la rigiera un mismo calendario, escribieran en una sola lengua que todos entendieran o fueran súbditos de un gobernante.

Las identidades culturales en Mesoamérica eran dinámicas y cambiantes. A veces los mismos pueblos se distinguían por su lengua, pero otras veces colectivos de lenguas distintas se agrupaban a sí mismos por compartir el culto a un mismo dios; Tenochtitlan, por ejemplo, se distinguía de otras ciudades del altiplano por su devoción a Huitzilopochtli, en Oaxaca, diferentes ciudades con composición lingüística variada se auto-identificaban por compartir el culto a Quetzalcóatl. También había organizaciones políticas que englobaban pueblos de lenguas y cultos diferenciados; en la montaña de Guerrero, el señorío de Tlapa-Tlachinollan, regía políticamente una amplia región con población tlapaneca, mixteca y náhuatl con historias y cultos religiosos muy diversos. De esta manera, existían muchísimas posibles identidades diversas. En fin, la pluralidad cultural en lo que llamamos Mesoamérica fue una constante negociación entre colectivos diferentes cuya identidad era flexible según la exigencia de contextos específicos. La posibilidad de transitar entre identidades daba la posibilidad de crear alianzas o construir enemistades según la conveniencia del momento.

La Mesoamérica a la que llegaron los castellanos en 1519 era una región definida por su enorme pluralidad cultural y por identidades cambiantes. Los castellanos tuvieron que buscarse un espacio dentro de este panorama dinámico y les fueron adjudicadas identidades igualmente flexibles y mutables. Las diferentes denominaciones que recibieron ilustran este hecho: Caxtlán por su lugar de origen y lengua, Malinche por sus alianzas y acompañantes, Teteoh por sus costumbres y aspecto o cristianos por sus prácticas religiosas. El propio Cortés fue identificado a lo largo del periodo colonial como “El marqués”, título político otorgado por Carlos V.

Las identidades cerradas que otorgamos retrospectivamente a los pueblos mesoamericanos dicen más de nuestros preconceptos contemporáneos que del pasado de la región.

 

Para leer más:

Jaramillo Arango, Antonio, 2015 “Culturas y pueblos precolombinos de la costa pacífica. Navegación e intercambio entre los Andes Centrales, el Área Intermedia y Mesoamérica” en Pinzón Ríos, Guadalupe y Flor Trejo Rivera (coords.) El mar: Percepciones, lecturas y contextos. pp. 291-316. Universidad Nacional Autónoma de México e Instituto Nacional de Antropología e Historia. México.

http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/el_mar/012_jaramillo.pdf

 

Oudijk, Michel, 2008 Mixtecos y zapotecos en la época prehispánica. Arqueología Mexicana vol. XV N. 90

https://www.academia.edu/8066323/Mixtecos_y_zapotecos_en_la_época_prehispánica

Para citar: Antonio Jaramillo Arango, Pluralidad cultural en Mesoamérica, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/764/744. Visto el 24/04/2024