La culpa no es de Moctezuma, Malintzin o los tlaxcaltecas

Nuestra experiencia nos hace empezar cada día sabiendo que éste será, en conjunto, similar y diferente respecto a los días anteriores. Esta idea es válida tanto para nuestras vidas individuales como para las sociedades humanas, ya sea comparando días pasados ​​y presentes o comparando semanas, meses y años. A partir de estas experiencias concretas, que implican continuidades y transformaciones, solemos pensar y planificar el futuro. Sabemos, o al menos esperamos saber, que mañana no será completamente diferente de hoy y ayer. Esto se debe a que los actos que realizamos están relacionados con sistemas y estructuras mucho más amplios y duraderos que nuestros días, como nuestra estructura psíquica, nuestra vida cotidiana, la coyuntura social y política de una década o la cultura que compartimos con miles o millones de personas. Estas situaciones y estructuras no cambian por completo de un día para otro ni de una semana a otra.

Sin embargo, incluso si no ocurre nada excepcional, las coyunturas y las estructuras sociales, políticas y económicas cambian con el tiempo, ya que las acciones humanas, que parecen ser una repetición del pasado, de hecho, son siempre un poco diferentes, construyendo así coyunturas y estructuras un poquito diferentes cada día, semana, mes, año, etc. Además, determinadas acciones y eventos, llevados a cabo por individuos o grupos sociales, pueden promover transformaciones más intensas, que alteran fuertemente las coyunturas y estructuras de una sociedad. ¿Cuáles son las próximas acciones y eventos que intensificarán las transformaciones en nuestro mundo? ¿Quién podría haber predicho la aparición de la pandemia de Covid19 antes de que comenzara? Si bien la Historia, es decir, el estudio del pasado a través de sus huellas nos ayuda a comprender el funcionamiento de las circunstancias y estructuras actuales, (des)afortunadamente este estudio no nos permite hacer predicciones certeras y precisas del futuro, porque determinadas acciones, que pueden ocurrir en un minuto o mañana, tendrán impactos inesperados en las coyunturas y estructuras, las cuales, además, siempre están sufriendo pequeñas e imperceptibles transformaciones.

Este problema –¿cómo será el mañana, el futuro?– es  un tema que concierne a todas las sociedades humanas, que lo afrontan de formas muy diferentes.

En el caso de los mexicas de la época de la conquista hispano-indígena, sabemos que el sistema de calendario, especialmente el tonalpohualli y xiuhmolpilli, es decir, la cuenta de los días y la cuenta de los años, eran formas de intentar tener cierta previsibilidad del futuro desconocido, porque sintetizaría las cargas de los días, de las trecenas de días y de los años. Esas cargas serían conocidas por los sabios y expertos del calendario, entre otras formas, al observar y registrar los eventos que ocurrieron en esos días, trecenas y años en el pasado. Pero, como sabemos, ningún sistema de previsión y pronóstico y ningún proyecto de futuro, mesoamericano, chino o nuestro, dan cuenta del inmenso abanico de novedades que el futuro siempre presenta a las sociedades humanas, especialmente cuando la historia se calienta, o sea, trae y se caracteriza por inmensas novedades e intensas transformaciones.

Esto es lo que sucedió en el año 1520 para los mexicas y los otros pueblos indígenas de la región del lago Texcoco. Ese año comenzó con representantes tlaxcaltecas y españoles en el interior de México-Tenochtitlan, pues en noviembre de 1519 una comitiva indígena-española había sido recibida por Cacama en Texcoco y luego recibida por Moctezuma y las élites mexicas. En mayo de ese mismo año de 1520, durante la fiesta de Toxcatl, se produjo la Matanza del Templo Mayor, incitada por Pedro de Alvarado durante la ausencia de Hernán Cortés. Este hecho provocó una fuerte e inmediata reacción de los mexicas y sus aliados, quienes sitiaron a los españoles y sus aliados hasta el 30 de junio, cuando intentaron huir y fueron combatidos y perseguidos hasta las afueras de Tlaxcala. Los sobrevivientes ingresaron al territorio tlaxcalteca donde lograron estar relativamente a salvo. Al final de este proceso, habrían muerto aproximadamente 1.000 españoles y 4.000 indígenas aliados, de un total de 1.600 españoles y aproximadamente 7.000 indígenas aliados.

Ante esta situación y la posibilidad de que los mexicas y sus aliados atacaran Tlaxcala, los tlaxcaltecas discutieron si entregar o no a los españoles a los mexicas. Pero el resultado acabó siendo la reafirmación del pacto tlaxcalteca-hispano-totonaca. Los totonacas recibieron refuerzos de Cempoala y las tropas de Hernán Cortés fueron restauradas gradualmente con el envío de españoles desde Veracruz. Desde entonces, la estrategia de este grupo de aliados se ha dirigido a formar nuevas alianzas, con los altepeme tributados por los mexicas, especialmente con los del Valle de México, Puebla, Morelos y Toluca. Mientras tanto, las epidemias de viruela mataron a miles de indígenas, mexicas y aliados, incluido Cuitláhuac, el soberano mexica que sucedió a Moctezuma. Además, desde noviembre de 1520 se realizaron nuevos ataques a México-Tenochtitlán y paulatinamente fueron creciendo las alianzas contra los mexicas.

En esta situación terminó el año 1520. Como sabemos hoy, hasta marzo de 1521 la alianza contra los mexicas llegó a abarcar casi todos los altepeme alrededor del lago Texcoco y, desde mediados de abril de 1521, comenzaron a llegar guerreros de esa coalición a la región de Xochimilco y Texcoco. Entre mayo y agosto de 1521, México-Tenochtitlan estaba sitiada. El desenlace también nos es conocido: la resistencia liderada por Cuauhtémoc se extiende hasta el 13 de agosto de 1521.

Los mexicas, como nosotros, desconocían su futuro y actuaron, en estos eventos, impulsados ​​por experiencias pasadas y presentes y también por perspectivas y planes de alianzas o victorias. Tales perspectivas y planes fueron reevaluados constantemente, durante el transcurso de los acontecimientos, tanto por los mexicas como por los demás agentes de este proceso. Ahora sabemos lo que sucedió después de que Moctezuma recibiera a los aliados tlaxcalteca y españoles en México-Tenochtitlán. Al momento, los mexicas no lo sabían. Entonces, pensar o juzgar cómo debieron actuar, culpar a Moctezuma por haber recibido a los españoles en México-Tenochtitlan o a Malintzin y a los tlaxcaltecas por aliarse con ellos, por ejemplo, es una forma de anacronismo histórico.

Es muy común pensar que el anacronismo histórico es utilizar algún concepto de nuestro tiempo para explicar el pasado. En este sentido, por ejemplo, sería un anacronismo histórico decir que las muertes rituales de cautivos por parte de los mexicas, realizadas para que el sol pudiera seguir moviéndose, según el pensamiento mexicano y nahua, formaban parte de su ideología de poder y dominios políticos, ya que el concepto de ideología es reciente y no formaba parte del pensamiento de los pueblos nahuas. Sin embargo, mientras seamos conscientes de ello, es decir, que ideología es concepto nuestro –y  no mexica o nahua–, esto no es un anacronismo, sino una herramienta conceptual actual para explicar el pasado. Por otro lado, sería un anacronismo histórico afirmar que los mexicas, al realizar las muertes rituales de los cautivos, estaban pensando o simplemente queriendo fortalecer sus dominios políticos y, para ello, utilizarían la realización de las muertes rituales como una especie de excusa o justificación cosmológica. En resumen, sería un anacronismo decir que los mexicas pensaban la ideología de su poder y dominio, ya que esto significaría decir que tenían en la cabeza ideas que son de una época posterior a la suya.

Así, igualmente, es un anacronismo histórico pensar que los mexicas y otros pueblos involucrados en la conquista de México-Tenochtitlán podían conocer en su totalidad los hechos de 1520 y 1521 y, aun así, no actuaron juntos para evitar tal derrotero. Solo con el paso del tiempo se pudo saber que la ciudad de México-Tenochtitlan caería y que esto marcaría el inicio de un rápido crecimiento del poder español, lo cual terminaría, en mediano plazo, afectando negativamente a todas las sociedades indígenas de la región, incluyendo tlaxcaltecas y totonacas. Estos hechos, que hacen parte de nuestro pasado, eran el futuro de los mexicas de 1519 y 1520 y, por tanto, no estarían en sus mentes. Sólo después, al mirar al pasado, podemos tener una visión general y relativamente precisa del curso de los acontecimientos y sus impactos en las circunstancias y estructuras sociales, políticas y culturales.

 

Para citar: Eduardo Natalino dos Santos, La culpa no es de Moctezuma, Malintzin o los tlaxcaltecas, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2457/2454. Visto el 24/04/2024