La conquista en las artes IV: música y danzas

15 de febrero de 1521 / Día 4-muerte ; año 3-casa
Códice Durán, p490
Danzantes en el Códice Durán

En febrero de 1521, el Valle de México se encontraba en la víspera de una guerra que cambiaría para siempre su destino. Las escaramuzas entre los aliados indígenas y españoles, apostados ya en la parte oriente de la región, y sus enemigos mexicas, apoyados todavía por un buen número de pueblos, se extendía por Chalco y llegaba hasta lo que hoy llamamos el Valle de Morelos.

El impacto del enfrentamiento bélico entre estos dos bandos y de la victoria del ejército indígena y español conquistador, se mostraría también en la música y la danza, y sigue siendo evidente hasta nuestros días.

En los amoxtli de esta semana, Theo Hernández nos narra con erudición lo que se ha llamado la "conquista musical de México", es decir, la imposición de las formas musicales españolas sobre las indígenas. En ambas tradiciones la música era inseparable de la religión, por lo que la conversión de los mesoamericanos al catolicismo, significó también la transformación de su música. Por eso no ha sobrevivido ningún testimonio de la música tocada antes de la llegada de los españoles. 

En respectivos artículos, Carlo Bonfiglioli y Rafael Flores Hernández, nos hablan de las "danzas de conquista", una de las principales, más difundidas y vigentes formas de memoria social y ritual sobre la conquista de México. Estas variadas formas de recordar los eventos históricos difieren y contrasta con las visiones oficiales construidas por los gobiernos, o las narrativas académicas de los historiadores.

Bonfiglioli nos traza la larga y compleja historia de estas ceremonias que se practican por todo el país, mostrando que se basaron originalmente en las danzas de moros y cristianos importadas de España, pero que pronto cambiaron, se diversificaron e incorporaron otros elementos. Sus ejemplos, muestran, precisamente, la diversidad de posturas e interpretaciones de la conquista que se mantienen hasta hoy.

Rafael Flores Hernández recupera con orgullo de participante, la historia poco conocida del origen de las famosas danzas de concheros en la tradición de los pueblos otomíes de la región de Querétaro en los siglos XVII y XVIII. Nos muestra cómo en estas ceremonias, los concheros se consideran a sí mismos descendientes y herederos de los conquistadores religiosos y musicales de antaño y glorifican la figura de Malinche, como mensajera de la religión.

Una muestra de que la memoria de la conquista es plural y diversa y que está muy difundida entre la población de México.