[…] los Españoles (antes que volviesen D. H. Cortes) sacaron a los principales de Mexico, y Tetzcuco, o de Tlatielulco, para que mandasen á los que combatían a los Españoles, que cesasen, y que si no cesaban, les iría muy mal de ello. Estos Señores dichos, hablaron a los Soldados, para que cesasen, y no diesen guerra a los Españoles: oido esto por los Soldados, no solo no quisieron apaciguarse, pero crecióles la ira, y el coraje, é injuriaron muy mal a los mismos Señores, [71] y a los Españoles: y luego comenzaron á dar grita y pelear, dando a entender que ya tenían determinado de acabarlos a todos, y después que llego el Capitán D. H. Cortes de vuelta de la costa del mar, mostráronle la ira y la determinación que tenían de acabarlos a todos, en que nadie le salió á recibir, y todos se escondieron de su presencia: y como se hubo entendido este su mal proposito con la perseverencia que hacían en la guerra (que les daban también los Españoles) se les subió la colera, y el Capitán D. H. Cones habló a todos los Españoles de esta manera. Ya los Mejicanos y todos sus amigos están determinados de matarnos á todos: pues nosotros todos con nuestros amigos los Indios, determinémonos, de defendernos, y si no pudiéremos menos hacer, en nuestra defensa, les matemos a ellos, y les tomemos su Señorío, y los hagamos Esclavos nuestros; porque estos bellacos Indios, todos son Idolatras, y adoran a los diablos por Dioses, y no serán poderosos su dioses para librarles375 de nuestras manos; y aunque nosotros somos menos que ellos, y estamos en su tierra, tengamos esperanza en Dios nuestro [72] Señor, que el nos ayudará, y nos lo dará en las manos, porque solo Dios es todo poderoso. De esta manera se determinaron los Españoles, á morir ó vencer varonilmente; y asi hablaron a todos los amigos Indios, y todos ellos estuvieron firmes, en esta determinación: y lo primero que hicieron fué que dieron garrote a todos los Señores que tenían presos, y los echaron muertos fuera del fuerte; y antes que esto hiciesen les dijeron muchas cosas, y les hicieron saber su determinación, y que de ellos había de comenzar esta obra, y luego todos los demás habían de ser muertos á sus manos, dijeronles, no es posible que vuestros ídolos os libren de nuestras manos. Y desque les hubieron dado Garrote, y vieron que estaban muertos, mandáronlos echar por las azoteas, fuera de la casa, en un lugar que se llama Tortuga de piedra, porque allí estaba una piedra labrada a manera de Tortuga. Y desque supieron y vieron los de afuera, que aquellos Señores tan principales, habían sido muertos por las manos de los Españoles, luego tomaron los cuerpos, y les hicieron sus Exequias, al modo de su Idolatría, y quemaron sus [73] cuerpos, y tomaron sus cenizas, y las pusieron en lugares apropiados a sus dignidades y valor.