Un falso Moctezuma lleva regalos de oro y piedras preciosas a Cortés. (versión indígena)

Texto original con ortografía de la época:

Y Moctecuhzoma luego envía, presenta a varios principales. Los encabeza Tzihuacpopocatzin, y oíros muy numerosos representantes suyos. Los fueron a encontrar a la inmediación del Popocatépetl, del Iztactépetl, allí en el "Tajón del Águila". Les dieron a los españoles banderas de oro, banderas de pluma de quetzal, y collares de oro. Y cuando les hubieron dado esto, se les puso risueña la cara, se alegraron mucho, estaban deleitándose. Como si fueran monos levantaban el oro, como que se sentaban en ademan de gusto, como que se les renovaba y se les iluminaba el corazón. Como que cierto es que eso anhelan con gran sed, se les ensancha el cuerpo por eso, tienen hambre furiosa de eso. Como unos puercos hambrientos ansían el oro. Y las banderas de oro las arrebataban ansiosos, las agitan a un lado y a otro, las ven de una parte y de otra. Están como quien habla lengua salvaje; todo lo que dicen, en lengua salvaje es.

Pues cuando vieron a Tzihuacpopoca, dijeron: ¿Acaso ese es Moctecuhzoma? Les dijeron los que andan con ellos, sus agregados lambiscones de Tlaxcala y de Cempoala, que astuta y mañosamente los van acompañando. Les dijeron: No es él, señores nuestros. Ése es Tzihuacpopoca: está en representación de Moctecuhzoma. Le dijeron: ¿Acaso tú eres Moctecuhzoma? Dijo él: Sí; yo soy tu servidor. Yo soy Moctecuhzoma. Pero ellos le dijeron; ¡Fuera de aquí...! ¿Por qué nos engañas? ¿Quién crees que somos? Tú no nos engañarás, no te burlarás de nosotros. Tú no nos amedrentarás, no nos cegarás los ojos. Tú no nos harás mal de ojo, no nos torcerás el rostro. Tú no nos hechizarás los ojos, no los torcerás tampoco. Tú no nos amortecerás los ojos, no nos los atrofiarás. Tú no echarás lodo a los ojos, no los llenarás de fango. Tú no eres... ¡Allá está Mctecuhzomal No se podrá ocultar, no podrá esconderse de nosotros. ¿A dónde podrá ir? ¿Será ave y volará? ¿O en la tierra pondrá su camino? ¿Acaso en lugar alguno ha de perforar un cerro para meterse en su interior. Nosotros hemos de verlo. No habrá modo de no ver su rostro. Nosotros oiremos su palabra, de sus labios la oiremos. No más así la desdeñaron, en nada lo reputaron.

Para citar:
Díaz del Castillo, Bernal , Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Ciudad de México, Editorial Patria, 1983 [1632], pp. -
Persona(s):
  • Tzihuacpopoca