Asedio a México-Tenochtitlan: Españoles cierran las acequias de la ciudad

Texto original con ortografía de la época:

[...] los Españoles de día cegaban todas las Acequias y fosos que estaban hechos, y los Indios hacían de cada día para con mas facilidad poder pelear, [125] y encerrarlos en su fuerte, para matarlos allí de hambre, teniéndolos cercados y cerrados por todas partes: y los indios de noche tornaban a abrir las acequias y fosos que los Españoles habían cegado de día: y con esto se detuvieron algunos días que no los pudieron acorralar como pretendían.

Los Españoles tenían divididas por agua y por tierra sus plazas en que peleaban así los Españoles como los Tlascaltecas, los cuales procedían por tierra allanando los caminos y fosos cada día, y ganando tierra delante: los demás indios amigos, tenían sus plazas por el agua en las cuales peleaban, por entrarles, y por defender que no les entrase bastimento, ni socorro alguno. En esta porfía pasaron algunos días, que la guerra por agua y por tierra fue tan porfiada y tan sangrienta, que era espanto de verla, y no hay posibilidad para decir las particularidades que pasaban, eran tan espesas las saetas y dardos y piedras y palos que se arrojaban los unos a los otros que quitaban la claridad del sol, era tan grande la vocería, y grita, de [126] hombres y mujeres y niños que voceaban y lloraban, que era cosa de grima, era tan grande la polvareda y ruido, en derrocar y quemar casas, y robar lo que en ellas había, y cautivar niños y mujeres, que parecía un juicio. 

Señaláronse en este conflicto ultimo algunos principales Mejicanos: en especial, un Temilotzi Tlacatecatl que desde encima del Cu que se llamaba Mumuztzi, esforzaba grandemente a los suyos, y otro principal que se llamaba Coioueuetzi, armado en figura de tigre llevaba consigo muchos soldados viejos, unos armados como águilas, y otros como tigres, otros como leones, y hacían gran daño en los contrarios, dando voces, y esforzando a los demás para que peleasen sin cansarse, y sin volver atrás. Entonces vinieron por agua los Españoles con dos Bergantines, y muchos Xuchimilcanos que iban ayudándolos: y comenzaron a pelear desde el agua contra los Mejicanos que peleaban por tierra: y como vieron venir a estos arriba dichos armados, en figura de tigres y de águilas, y de leones voceando y [127] peleando tan fuertemente, volvieron las espaldas y huyeron de ellos; y ellos hicieron presa, tomaron y cautivaron muchos, y tomaron los Bergantines a los Españoles y lleváronlos a una laguna que se llama Amanalco.

Como esto vieron los Españoles, y los Tlascaltecas, comenzaron á pelear con ellos, acudió luego otro principal que se llamaba Coioveuetzi con su gente, y arrimóse al Mumuztli (que era un Cu pequeño que estaba en medio de este Tianguez) é hízolos volver atrás, y siguiólos hasta aquel lugar que se llamaba Telpuchcali, en el Barrio de Atzlicuhia, y allí hicieronse fuertes y volvieron629 tras aquel principal que se llamaba Coioveuetzi y tras su gente, y dieron con ellos en un acequia: Entonces salió otro principal llamado el hijo de Itzpapalotzi Otomitl el cual iba armado, y con unas divisas ricas: los Tlascaltecas y Españoles, dieron tras aquella Capitanía, y dieron con ellos en un río, por donde andaban las canoas, y de allí pasáronse a la otra parte del agua; entre estos iba el Señor de Cuitlaoac, (que siempre ayudaba [128] a los Tlaltilucanos y Mejicanos); y los soldados de Cuitlaoac pensaron que había muerto allí su Señor que se llamaba Macoatzi; y airáronse mucho contra los Mejicanos, y dijeronle porque nos habéis muerto a nuestro Señor Macoatzi; y el Señor de Cuitlaoac hablo entonces al Capitán Coioueuetzi, diciéndole: "hermano Coioueuetzi, manda a alguno de los soldados, que tiene buena voz, que diga a los míos que estoy bueno y sano". Luego llamaron a un capitán que se llamaba Tlaiamocatl, y mandáronle que dijese a voces como Macoatzi Señor de Cuitlaoac, no era muerto; y luego este se llegó a parte, donde le pudiesen oír: y dijo soldados de Cuitlaoac mirad que vuestro Señor Macoatzi, me ha enviado a deciros que esta vivo y sano, y que no penséis que es muerto, miradle que allí está, cave el mumuzco. 

Los Soldados de Cuitlaoac oyendo esto no creyeron que era verdad, y dijeron engañaisnos, que muerto es nuestro Señor Macoatzi: vosotros le habéis muerto, tornáronles a responder diciendo: "mirad que no es muerto que allá está"; y dice, "decid á los soldados de Cuitlaoac que no soy muerto, y que miren que [129] no se pierda mi espejo, y mis ajorcas, y mis armas". Habiéndose acabado estas respuestas, comenzaron luego de ambas partes a pelear reciamente: y los Tlascaltecas llamados Tliliuhquitepeca, comenzáronnos á amenazar que los habían de acabar a todos: y comenzaron a entrar peleando por una senda, que va hacia la casa de un principal que se llama Tlacatzi, y como se entraron por aquella senda, luego tras ellos entró otro principal de los Mexicanos, con muchos soldados viejos, y encontráronse con un capitán que se llamaba Tlapanecatl del Barrio de Atezcapa, al cual prendieron los Tlascaltecas, y los soldados que llevaba arrojáronse contra los que le prendieron, y a poder de flechasos se le hicieron dejar.

Para citar:
Sahagún, Bernardino de , Historia general de las cosas de la Nueva España, , University of Utah, 1989 [1840], pp. 124-129
Persona(s):
  • Macoatzin