La importancia de los no-humanos para la existencia social y natural del mundo

¿Qué importancia tendrían los seres (llamémosles por lo pronto) no-humanos en la vida biológica, social, política y cósmica de los pueblos amerindios? En principio, debemos considerar que lo humano, lo no-humano y las relaciones entre ellos no eran concebidas ni experimentadas de la misma manera como nosotros lo hacemos en nuestro mundo.

Sabemos que para los mexicas casi toda criatura u existente –independientemente de su forma corporal– tenía, en potencia, la capacidad de agencia o capacidad de acción. Es decir, la capacidad de poseer intelecto, voluntad y comunicación tanto entre ellos como con otras criaturas. Por ejemplo, los humanos podían establecer relaciones sociales complejas –tales como, intercambios, acuerdos, guerras, alianzas, etc.– con animales, plantas, objetos, construcciones, fenómenos naturales y astros. Puede decirse que esta posibilidad existía porque si bien todos estos eran existentes con cuerpos distintos contenían en ellos algo que podrían compartir entre sí. Y, de hecho, aquello que podían compartir estos distintos colectivos y las relaciones que movilizaban para hacerlo eran imprescindibles para que los mexicas humanos pudieran vivir, pensar y actuar como tales.

Tomemos la caza y la agricultura como muestra; estos eran dos ámbitos fundamentales para vivir y su importancia no radicaba solamente en sus aspectos económicos y de subsistencia biológica que podrían proporcionarles a los humanos. Las fuentes y los especialistas registran que las acciones que los mexicas desarrollaban para estas actividades implicaban actitudes sociales muy específicas y ceremoniales dado que ciertas presas de cacería y plantas de cultivo poseían esta capacidad de entendimiento y comunicación y debían ser tratadas con mucho cuidado. Recordemos que en la cacería de venado, por mencionar un tipo de actividad caza, lo importante no sólo era obtener una presa para comer (que ya implicaba un conocimiento técnico especializado dependiendo del territorio, la temporada y el clima en que se habitaba, así como el uso de trampas, atarla con ciertos lazos, etc.), sino que debían establecerse relaciones rituales, plegarias, ofrendas, música, danza entre los existentes involucrados.

Claro ejemplo es el que proporciona Danièle Dehouve en su análisis sobre el conjuro para cazar venado registrado por Ruiz de Alarcón en 1629: “[p]ara atraer la presa y capturarla, el cazador utiliza otro medio: habla y pide su ayuda a todos los seres involucrados en la cacería -tabaco, tierra, fuego, sol, cielo y trampas-, constituyendo una clase de conjura cósmica en contra del venado”. Esta autora plantea las semejanzas entre este conjuro y las invocaciones que registró fray Diego de Durán en el siglo XVI:

 “les mandaban que antes de salir de cassa sacrificasen al fuego y le hiciesen oracion y a los umbrales de las cassas y en llegando a los montes que los saludasen y hiciesen sus sacrificios y promesas. Mandauanles que saludasen a las quebradas a los arroyos a las yerbas a los matorrales a los arboles a las culebras finalmente hacian una invocación general a las cossas del monte haciendo promessa al fuego de le sacrificar (asando en el) la gordura de la caça que prendiesen [...]” (Durán, 1995, ii, 7, p. 88 en Dehouve 2009:312).

Lo mismo podía suceder para el cultivo. Diversas narraciones que hablan sobre el origen del maíz mencionan que éste se da por medio de complicados acontecimientos y disputas familiares que le dieron nacimiento. Sin mencionar que para llevar a cabo dicha labor, los campesinos trabajaban –también de manera sofisticada– para establecer negociaciones diplomáticas con la lluvia, los aires, las nubes, con las semillas y la tierra, en ocasiones con sus muertos y antepasados, etc. Estas relaciones de convivencia entre individuos y colectivos de diferentes formas corporales (en este caso humanos, animales, plantas) se desplegaba bajo escrupulosas etiquetas de conductas cotidianas y rituales. De no llevarse a cabo de esa manera las consecuencias materiales y morales serían adversas para los mexicas.

Como puede verse en estos dos breves ejemplos se requería de una conexión de muchas relaciones de manera simultánea con existentes de las más variadas formas y apariencias corporales. Existen registros que constatan cómo la cacería y la agricultura se vinculaban además con las normas morales, con la sexualidad, el erotismo, la fertilidad y el parentesco. Como mencionamos, el venado y el maíz son sólo dos ejemplos de toda la gama de existentes que componían el mundo mexica. Y esta forma de vincularse era muy similar para muchos otros ámbitos importantes para los mexicas.

Esto querría decir que tanto las sustancias contenidas en estos seres como las relaciones que debían trabarse con ellos eran parte fundamental para el mantenimiento de la vida social y natural de los mexicas. Y es importante resaltar que esta necesidad no era sólo de los humanos respecto a esos seres diferentes y análogos. Ya que para que los animales y las plantas –y el cosmos en general– permaneciera dependían directamente de los mexicas y que los mexicas trabajaran en términos individuales y colectivos. Esto creaba una red de vínculos de mutua dependencia entre todos los existentes.

Cada colectivo u alteridad jugaban una posición en el entramado y en su particularidad aportaba algo a la vida social y cósmica compuesta por toda esta diversidad de seres. Por ello, los seres no humanos eran indispensable para existir y, también, era fundamental que fueran diferentes entre ellos. Es decir, para que cada ser existiera con cierta forma requería del conjunto de las relaciones sociales y de las sustancias que cada particularidad ofrecía a los existentes de otras formas. Y, por ello, las relaciones entre humanos y no-humanos dependía el mundo mexica como tal.

En términos más generales, ustedes lectoras y lectores ¿qué piensan? ¿Se han imaginado uno o varios mundos en los que para vivir no sólo lo indispensable el vínculo con su red de seres humanos sino –y, a veces, sobretodo– son los vínculos con su red de seres no-humanos lo que es fundamental? Esto, como veremos en los otros artículos, tendrá implicaciones para pensar nuestro propio mundo. ¿Cómo sería nuestro mundo si nos vinculáramos con nuestros recursos indispensables para nuestra existencia –agua, aire, lluvia, alimentos, animales, plantas– considerando que poseen agencia y que debemos tratarlos a través de relaciones sociales complejas?

 

Para leer más:

  • Dehouve, Daniéle. 2008, “El Venado, el maíz y el sacrificado”, Diario de campo Cuaderno de Etnología 4. http://www.danieledehouve.com/images/articles/dehouve-venado.pdf

 

  • Dehouve, Daniéle. 2009, “Un ritual de cacería. El conjuro para cazar venados de Ruiz de Alarcón”, Estudios de la Cultura Náhuatl, 40, pp. 299-331. http://www.ejournal.unam.mx/ecn/ecnahuatl40/ECN040000015.pdf

 

  • Fujigaki Lares, Alejandro. 2015. La disolución de la muerte y el sacrificio. Contrastes de las máquinas de transformaciones y mediaciones de los rarámuri y los mexica. Tesis de Doctorado en Antropología, Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México. https://www.academia.edu/22487239/La_disolucio_n_de_la_muerte_y_el_sacrificio._Contrastes_de_las_ma_quinas_de_transformaciones_y_mediaciones_de_los_rara_muri_y_los_mexicas

 

  • López Austin, Alfredo. 2009, “El Dios En El Cuerpo.” Dimensión Antropológica Año 16, Vol. 46 (2009): 07-45. https://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=3823

 

  • Olivier, Guilhem. 2014, “Venados melómanos y cazadores lúbricos: cacería, música y erotismo en Mesoamérica”, Estudios de la Cultura Náhuatl 47, 2014, pp. 121-168. http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/revistas/nahuatl/pdf/ecn47/961.pdf
Para citar: Alejandro Fujigaki Lares, La importancia de los no-humanos para la existencia social y natural del mundo, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/888/859. Visto el 26/04/2024