Historias de humanos y sus acompañantes: las ‘otras especies’ en la conquista de México
Uno de los presupuestos básicos de la historia es que el cambio y la continuidad tienen como actores principales a los seres humanos, ya sean individuos o bien grupos de individuos. Sin embargo, durante el siglo XX se inauguraron algunas perspectivas de estudio en las que la participación del discurso de la biología ha sido determinante para modificar la idea de una ‘exclusividad humana’ en la conquista de México.
De acuerdo con estas perspectivas influenciadas por especialidades biológicas -como la ecología y la epidemiología- algunas veces enmarcadas con la frase ‘historia ambiental’, se sugiere que la conquista de México se comprende mejor si se la concibe como uno de los principales episodios de un conglomerado de ‘intercambios transoceánicos’ entre América y Europa, pero también con África y Asia, donde los humanos atravesaron el Atlántico acompañados (voluntaria e involuntariamente) de una multitud de otras ‘formas de vida’. Estos animales, vegetales e incluso organismos microscópicos, invisibles al ojo desnudo, determinaron en modos cruciales el desarrollo de los hechos, en la mayoría de los casos en detrimento de las poblaciones de las Américas. En este sentido, es popular la aproximación de Jared Diamond, ecólogo transformado en historiador, sobre la importancia de los agentes patógenos de origen europeo que provocaron epidemias entre los mexicas. Sin embargo, es justo identificar al historiador Alfred Crosby como el autor principal de lo que inicialmente denominó una ‘historia epidemiológica’, en tanto caso especial de una ‘historia ecológica’: “la historia de todos los organismos pertinentes a la historia humana y a nuestro (su) ambiente”. En el Amoxtli de esta semana, Federico Navarrete y Margarita Cossich exploran el significado histórico y religioso de los caballos, una de las principales ‘especies acompañantes’, como las llamaría Donna Haraway, durante la conquista. Por su parte, Sandra Guevara aborda el fascinante tema de las enfermedades que diezmaron gravemente a las sociedades americanas desde el desembarco de Cortés y sus coterráneos en costas de Mesoamérica.
Ahora bien, ¿qué otros significados pueden entrañar el uso del término ‘biología’, en relación con la conquista de México? Por una parte, hay que decir que esta disciplina académica occidental, donde el estudio de las células, los organismos, la herencia y la evolución ocupan un lugar preponderante, se convirtió en una ciencia histórica por excelencia a partir del siglo XIX; de hecho, se reconoce universalmente que dicha ciencia era mejor concebida como ‘historia natural’. Por otro lado, es innegable que múltiples tradiciones culturales humanas han desarrollado sus propias maneras de describir y explicar lo que en Occidente suele llamarse ‘naturaleza’; entonces, podemos afirmar que prácticamente toda expresión social humana ha involucrado conocimientos ‘biológicos’ –para procurar alimento, cobijo, curación y, por supuesto, placer. Desde la alusión a la ‘ciencia de lo concreto’ en la obra de Claude Lévi-Strauss, hasta las discusiones antropológico-filosóficas y etnobiológicas sobre las ‘biologías folk’, se ha aceptado. generalmente, que la capacidad humana para comprender y caracterizar a otros seres vivos como ‘especies’ -como lo hace la taxonomía científica de origen europeo- es resultado del mismo proceso de evolución homínida que nos enlaza, entre grupos humanos diversos, así como con el resto del ‘árbol de la vida’ en el planeta Tierra. En su texto de esta semana, Alejandro Fujigaki discute la manera en que los sistemas de conocimiento diferentes de la ratio occidental definen la relación entre humanos y ‘otras formas vivas’, en particular lo que él llama ‘ontologías mesoamericanas’; estas consideraciones también aparecen en el artículo de Guevara, quien analiza el contraste entre los sistemas médicos locales (‘indígenas’) y migrantes europeos (‘españoles’) que se encontraron cara a cara en el siglo XVI.
Noticonquista publicará futuras intervenciones en las cuales las especies no-humanas y el intrincado ámbito de ‘lo biológico en la historia humana’ volverán a jugar un papel sobresaliente para ayudarnos a responder algunas de las preguntas más interesantes sobre la conquista de México. Desde el punto de vista de la genómica poblacional, así como desde otras miradas bio-antropológicas, se abordará particularmente el espinoso tema de las ‘identidades bio-genéticas humanas’, mal llamadas ‘raciales’, sobre las cuales hay tantos mitos –como bien lo afirma el antropólogo biológico e historiador de la antropología Jonathan Marks, entre muchos otros autores vinculados con el área de estudios sociales de la genética médica y antropológica. Finalmente, el inevitable carácter interdisciplinario del discurso científico actual sobre la relación entre nuestra especie y los ecosistemas terrestres se pondrá de manifiesto también en los análisis sobre la influencia de los ‘agentes no-humanos’ (como las plantas domesticadas, de extraordinaria importancia a los dos lados del Atlántico) y los ‘ensamblajes-más-que-humanos’ (como los jinetes y sus cabalgaduras, entre muchos más) en la conquista de México. Estos conceptos, que se discuten con gran vivacidad en campos académicos relativamente nuevos como los ‘estudios animales’ (‘animal studies’) y la ‘antrozoología’, o lo que se da en llamar ‘etnografía multiespecies’, bien podrían llevarnos a cuestionar las historias tradicionales de los eventos inaugurales que ahora recordamos, 500 años después.
Para leer más:
- Crosby, Alfred C., 1994, Germs, Seeds & Animals. Studies in Ecological History. Nueva York & Londres: M. E. Sharpe.