Ticiotl y Galenismo: Las medicinas mexica e ibérica durante el siglo XVI en América

Con la llegada de españoles a la América continental en el siglo XVI, dos sistemas médicos propios de sociedades con un desarrollo histórico sin comparación entraron en contacto. Por parte del contingente europeo, el Galenismo Español se fue propagando entre los indígenas de México; mientras que la medicina mexica, en náhuatl Ticiotl, y practicada por los médicos nativos o titici, hizo lo mismo entre los españoles.

La dispersión de los saberes de ambas medicinas entre los contingentes se debió a ciertos elementos similares, como los conceptos de enfermedad. Para el Galenismo y la Ticiotl, las enfermedades tenían un carácter mágico-religioso al ser castigos divinos enviados para expiar culpas y pecados. Las diferencias entre los conceptos de enfermedad referían a los dioses, funciones y mitologías, que se sustentaban en el cristianismo y politeísmo mexica, respectivamente. En cuanto a los pecados y violaciones morales, así como religiosas, sus tipos eran distintos, por lo que algunos de los procedimientos terapéuticos no eran compartidos. Si bien había diferencias, el Galenismo y la Ticiotl compartían como elementos terapéuticos los rezos y encantamientos, la quema de copal y del incienso, la confesión y las promesas de enmienda, el uso de purgantes y sangrías, al igual que los baños de vapor. Pese a compartir ciertos principios, ambas medicinas claramente eran diferentes.

La medicina que se practicaba en los reinos Ibéricos de los siglos XV y XVI, se caracterizó por la coexistencia de la medicina científica enseñada en las universidades, y la medicina empírica-supersticiosa o tradicional, con tintes de magia y religión. Los representantes de la primera fueron los médicos licenciados, mientras que la medicina empírica se conformó por cirujanos, ensalmadores, parteras, batidores de las cataratas, sacamuelas, saludadores, brujas, hechiceros, astrólogos judiciarios, matronas y especialistas en curar diversas enfermedades. Pese a las creencias de los empíricos, éstas se compartían con los médicos licenciados, así como los conocimientos y prácticas del Galenismo.

El Galenismo o medicina galénica se basaba en los preceptos del médico Galeno de Pergamoto (129-216 d. C.), conocidos como teoría humoral. Acorde a la teoría, todos los seres estamos conformados por los elementos aire, agua, tierra y fuego, que a partir de su mezcla forman los humores. Éstos eran fluidos corporales con cualidades en balance, como la sangre considerada caliente, la flema era fría, la bilis (también nombrada cólera, bilis roja o amarilla) se caracterizaba por ser húmeda, y bilis negra (o melancolía) tenia la cualidad seca. Si el balance de las cualidades se perturbaba, la enfermedad surgía en la persona.

Las enfermedades se clasificaban en mala composición del cuerpo, desequilibrio complexional o mala complexión, y trauma o ruptura de la continuidad del cuerpo. Las primeras dos incluían la putrefacción de humores, ya fuera por exceso de sangre o por división de los miembros. En cuanto a los traumas, éstos fueron enfermedades compuestas o constituidas por varias causas. La función del médico era el restaurar el balance natural de los humores. Para ello, se observaba al enfermo al igual que el escuchar su narración sobre la historia de su enfermedad; igualmente, el médico analizaba el excremento y la sangre, tomaba el pulso y escuchaba los ruidos del abdomen. Lo anterior le permitía proponer el diagnóstico y pronóstico, o el conocer el día en el que el enfermo se iba a curar o a morir.

El tratamiento para restaurar los humores fue de tres tipos: la dieta, la medicación y la cirugía (incluidas las sangrías). Con la medicalización, los fármacos prescritos compaginaban en cualidades  inversas a los desordenes de la complexión del paciente, logrando así el alivio de los síntomas. Mientras, la dieta mantenía los humores en perfecto equilibrio, evitando así la enfermedad después de restaurar la salud. El propósito de la cirugía, tomando como ejemplo las sangrías, consistía en reducir la cantidad del humor que había provocado la enfermedad.

Por otro lado, la medicina practicada en el área central de México o Ticiotl, se explicaba la enfermedad en base a la religión y la magia. La primera aceptaba que los seres sobrenaturales o espíritus y dioses intervenían en la vida humana al ser invocados, mas no manipulados, mediante plegarias, súplicas y actos de propiciación. Con la magia, se admitía la manipulación de fuerzas mediante la aplicación de leyes que gobiernan el mundo sobrenatural y/o espiritual. Si bien los mexicas consideraban que los dioses enfermaban al hombre, su medicina era tanto arte, en cuanto al saber hacer,  como ciencia o saber.

Para los mexicas, el cuerpo humano reflejaba la estructura del universo al contener partes celestes y terrenales, por lo que las fuerzas y deidades tanto naturales como las que habitaban los cielos y los submundos, tenían al hombre a su voluntad, además de llevarlo a la enfermedad, la desgracia o la muerte. La única vía para lograr la salud y la felicidad era el llevar una vida moderada, ordenada, cumplir con las obligaciones sociales y de los dioses; es decir, una vida equilibrada.

Para un mejor entendimiento, las enfermedades y sus causas se dividían en sobrenatural (religiosa), mágica, y natural (física). Las primeras dos eran producidas por los dioses, espíritus o fechas astrológicas, y se presentaban al quebrantar los tabúes, faltar a las a obligaciones con los dioses o cometer faltas de distinto tipo por parte del enfermo. Específicamente, las enfermedades mágicas eran provocadas por hechiceros, quienes ensuciaban las entidades anímicas del hombre, o introducían objetos en su cuerpo. En cuanto a las dolencias naturales, los mexicas relacionaban los sucesos que tenían una clara conexión entre causa y efecto, como heridas, caídas o mordidas de animales.

El rol de los titici era el restablecer el equilibrio entre el hombre y su mundo natural y espiritual, mediante el uso de elementos aprendidos a través de la experiencia. El ticitl, en náhuatl “médico”, hacía uso de distintos métodos para identificar la causa sobrenatural, mágica o natural de la enfermedad. Para ello, recurría a la adivinación, las alucinaciones por medio de brebajes, y la astrología, ya que los astros predecían tanto el diagnóstico como el pronóstico.

Al conocer la deidad o entidad, el ticitl la identificaba mágicamente. A continuación, se invocaba la terapéutica a aplicar, que abarcaba tanto la esfera natural hasta los aspectos sobrenaturales. Si la enfermedad procedía de causa mágica o sobrenatural, la terapéutica empleada consistía en invocaciones (llamar a uno de sus dioses), oraciones, conjuros, mandas (presentación del enfermo ante el dios a quien se pedía por su salud), soplido, etcétera. Todas iban dirigidas a los espíritus y/o divinidades, incluso a las plantas, animales y minerales, pero sin ingerir o aplicar medicamento.

Los medicamentos -sustancias de origen vegetal, animal y/o mineral- se aplicaban cuando la enfermedad no era provocada por fuerzas sobrenaturales. Cabe señalar que la herbolaria de la Ticiotl era funcional, ya que englobaba tanto enfermedades con alteraciones o mal funcionamiento de órganos del cuerpo, así como cualquier sensación molesta que el enfermo experimentaba.

Pese a tener un cuerpo teórico y práctico distinto, el Galenismo y la Ticiotl fueron bien recibidos tanto por el contingente español como el mexica, ya que ambas medicinas buscaban restaurar la salud de la persona. La interacción que se presentó entre los practicantes de las dos medicinas, al momento de consumarse la conquista de México, y después de un proceso de adaptación e hibridación, dará paso a la Medicina Novohispana. Ésta, al igual que sus antecesoras, tenía la finalidad de explicarse la enfermedad y desarrollar medidas para restablecer la salud y aminorar las dolencias en los individuos de una sociedad con un espacio geográfico determinado.

 

Para leer más:

  • Siraisi, Nancy G. (1990). Medieval & early Renaissance. An introduction to knowledge and practice. USA: The University of Chicago Press.
  • Ortiz de Montellano, Bernardo R. (1993). Medicina, salud y nutrición aztecas. México: Siglo Veintiuno Editores.
  • Viesca Treviño, Carlos A. (2013). Medicina prehispánica de México. México: Editorial Panorama.
Para citar: Sandra Guevara, Ticiotl y Galenismo: Las medicinas mexica e ibérica durante el siglo XVI en América, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/877/859. Visto el 25/04/2024