Julio – agosto de 1521. La caída de Tlatelolco. Los hechos militares (II)

Los ataques de Cortés ahora, por el camino de Tlatelolco, se dirigirían sobre esta área desde el sur. Hacia el 24 y 25 de julio el extremeño avanza desde el sur practicando su guerra de devastación con la ayuda de los tlaxcaltecas para evitar que los mexicas volviesen a tomar el camino. Es aquí donde los mexicas les gritan a los tlaxcaltecas que derriben todo lo que quieran, pues cuando ellos los derroten los van a hacer que se lo reconstruyan, en palabras de Díaz del Castillo.

Al mismo tiempo, entre los días 25 y 26 de julio (el primero, día de Santiago) Alvarado, desde la calzada de Nonoalco, después de un gran esfuerzo de sus tropas, en las que se encontraba Bernal Díaz del Castillo, logró llegar al Recinto Sagrado de Tlatelolco, que era adonde llegaba la calzada de Nonoalco.

Los mexicas tenían muy bien defendida la entrada a dicho recinto por medio de albarradas de madera en las que peleaban bravamente. Los hombres de Alvarado no dudaron y comenzaron a pelear para entrar al corazón sagrado de la ciudad mexica septentrional. Tras varios intentos lograron penetrar al entonces enorme Recinto Sagrado y comenzaron a pelear en diferentes partes. Entonces Gutierre de Badajoz, armado de valor, subió el Templo Mayor, en donde se resguardaban algunos sacerdotes y se concentraba una buena cantidad de guerreros mexicas. El ascenso, descrito por Bernal Díaz, es épico por ambos bandos, ya que peleaban escalón por escalón. Badajoz, acompañado de un alférez con la bandera de Castilla, subió los ciento catorce escalones del teocalli (medida que repite Díaz del Castillo) y finalmente quema los dos templos que lo coronaban, enarbolando la bandera que llevaba el alférez.

El doctor Barlow llama a esta hazaña “la verdadera caída de Tlatelolco”, aunque la resistencia se concentraría después en otras partes de la ciudad septentrional. Ese hecho ocurrió, como dijimos, entre el 25 y el 26 de julio, es decir, en el día de Santiago Apóstol. He aquí la razón por la cual, durante los primeros años tras la conquista, al sustituir el teocalli por la primer iglesia cristiana en Tlatelolco, le pusieron los conquistadores la advocación de Santiago Apóstol, nombre que con el tiempo sustituirá al mismo de Tlatelolco.

Detrás del Recinto Sagrado se encontraba precisamente el gran tianguis de Tlatelolco, que era una enorme explanada rodeada de portales, tal y como lo describen los conquistadores y se representa en la maqueta de la sala mexica del MNAH. Allí se dará una gran batalla también en la que los españoles ponían al galope los caballos embistiendo lanza en ristre, y en la que los mexicas usaban las puertas que daban a las bodegas para esquivar los ataques ecuestres y atacar lateralmente. No obstante estos ardides, no pudieron los mexicas soportar mucho y terminaron refugiados en las azoteas de los portales, mientras los españoles se apoderaban de la explanada.

Al mismo tiempo que ocurría esto con Alvarado y sus hombres, Cortés, que atacaba por el camino de Tenochtitlan (República de Brasil – Peralvillo) logró tomar los palacios adyacentes a Yacacolco. Al llegar a la plaza enfrente del pequeño teocalli vio con horror el tzompantli que ya mencionamos antes, en que lucían las cabezas de españoles y caballos. Después de combatir en el canal tras el teocalli y cegarlo, avanzó hacia el tianguis por la calle que lo comunicaba (la desaparecida Real de Santiago) y allí, nos cuenta el mismo extremeño, se encontró con Pedro de Alvarado corriendo ambos a abrazarse.

A partir de estos momentos los mexicas se concentraban en dos partes: las azoteas del tianguis, de las que no podían bajarse, y en la parte oriental de Tlatelolco (actualmente el barrio de Tepito). Cortés y Alvarado recorrieron el mercado varias veces tratando de encontrar alguna manera de rendir a los mexicas. Entonces a un hombre, que según Díaz del Castillo, se llamó Sotelo, se le ocurre decirle a Cortés que él puede hacer una gran catapulta, porque tenía experiencia en ello.

Cortés accede y le da los recursos que solicita. Algunos días se gastan en esto hasta que se concluye una catapulta que se coloca en medio del mercado. El objetivo era lucir el poder destructivo de esta arma de asedio al dispararla contra los mexicas asentados en las azoteas.  Aquí sí ya las fuentes indígenas de la conquista, concentradas en la obra del Códice Florentino, empiezan a ser más detalladas y coinciden al describir esta misma escena. La catapulta fue un fiasco, porque se rompió antes de disparar, lo que provocó un arranque de ira de Cortés y burla por parte de los mexicas.

La élite mexica, compuesta por Cuauhtémoc y los señores Coanacoch de Texcoco y Tetlepanquetzal de Tacuba, además del Cihuacóatl Tlacotzin, los guerreros tlatelolcas Temilotzin (después el señor de Tlatelolco tras la conquista) y Coyohuehuetzin, y otros más, se había concentrado en la parte oriental de Tlatelolco, es decir, la parte oriental sobre la calle principal (calle de Peralvillo) que se dirigía a la calzada del Tepeyac (Calzada de los Misterios). 

En esa parte se encontraban algunas casas importantes y sobre todo un telpochcalli (después sustituido por una ermita con la advocación de Santa Lucía, de la cual sólo queda el nombre en la calle donde estuvo) que tenia una importancia insospechada, ya que allí cerca confluían bastantes canales de agua, tal como lo ilustra el plano de Uppsala. En dicho telpochcalli los mexicas, en esos momentos de los albores de agosto de 1521, habían reunido a todos los dioses rescatados de sus templos originales para salvarlos de la destrucción española. 

Cortés menciona que entonces los mexicas ocupaban la última octava parte de la ciudad. Y efectivamente, en ese rincón nororiental de la otrora gran isla de México, se llevará a cabo la última gran resistencia mexica.

El extremeño va a tratar nuevamente de negociar con Cuauhtémoc al tenerlo en esa situación ya tan desesperada, pero el tlatoani no va a rendirse. Gracias al Relato de la Conquista del Códice Florentino y al Relato Anónimo de 1528 sabemos que el joven señor se asesoraba con algunos sacerdotes indígenas, los cuales le decían que resistiera cierta cantidad de días para que ocurriese algo.

Las escaramuzas comienzan a darse y después las batallas. El Telpochcalli es bravamente defendido por los guerreros mexicas, ya que era la última morada de sus dioses. Usaban incluso pequeñas barcas en dicha defensa. Al parecer logran resistir ahí algunos días hasta que, como no podía dejar de ocurrir, los españoles entraron allí y entonces sí, incendiaron a los grandes dioses mexicas tan celosamente protegidos por su pueblo.

Cada vez mas Cuauhtémoc y los suyos se van quedando arrinconados en la esquina nororiental de la isla. Llega un momento, descrito por el Relato de la Conquista, en el que los mexicas realizan un ritual nahual en el que un guerrero usa las reliquias de Huitzilopochtli, llamado el Quetzalteculotl. con el cual pretendían derrotar a tlaxcaltecas y españoles por medio de poderes sobrenaturales.

Cuauhtémoc y la élite mexica siguen resistiendo, esperando que se cumpla el plazo que los sacerdotes le indicaban al joven tlatoani. Mientras tanto, en cada ataque español, los mexicas van quedando arrinconados más y más, hasta que finalmente, justo en la esquina nororiental de la isla, en una pequeña laguna que se encontraba en el punto en que nacía la calzada del Tepeyac, conocido entonces como Coyonacazco, prácticamente quedan con el agua a la cintura.

Por las chinampas cercanas, los españoles y sus aliados los rodeaban, impidiéndoles cualquier movimiento. Cortés mismo se dirigió a un palacete de un noble, llamado Aztaoatzin, desde cuya azotea oteaba el escenario de guerra con un catalejo. La élite mexica había logrado hacerse de una barca grande en la que se resguardaron.

Finalmente el 13 de agosto, Gonzalo de Sandoval, que para entonces tenia a los doce bergantines, inicia un avance desde el Tepeyac con estos navichuelos hasta llegar a la laguna donde se hallaban los mexicas, laguna que se hallaba separada por algunas albarradas en el agua. Estas son rotas con relativa facilidad y entonces García Holguín, que comandaba uno de los bergantines, logra avistar la canoa de Cuauhtémoc por las mantas y ropa que la decoraban. Se dirige a ella y efectivamente se trataba del tlatoani y la élite mexica, a quienes aprehende. 

Inmediatamente, desobedeciendo a Sandoval, bajo cuyas órdenes estaba, Holguín lleva él mismo al tlatoani a la casa de Aztaoatzin, en donde ya dijimos que Cortés estaba al pendiente de la operación. Ahí es donde, en la azotea, Cuauhtémoc le pide al conquistador que lo mate con su daga, a lo que Cortés se muestra compasivo y lo perdona. Escena que Matos Moctezuma reinterpreta como una petición por parte del vencido tlatoani a ser muerto en sacrificio, como le correspondía como guerrero. Ese lugar histórico es hoy una iglesia que se conoce como la Concepción Tequipeuhcan, (en pleno barrio de Tepito), cuyo significado en náhuatl es “donde inició la servidumbre”. 

Y allí, en esa fecha tan importante para el mundo mesoamericano, el 13 de agosto de 1521 (recuérdese que, en general, se aceptaba como fecha de inicio de la cuenta del tiempo para los pueblos mesoamericanos un 13 de agosto de 3114  a.  de C), la Triple Alianza es capturada por Cortés y sus aliados tlaxcaltecas.

 

Para saber más

  • Alcocer, Ignacio. Apuntes sobre la Antigua México – Tenochtitlan. Tacubaya, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 1935.
  • Barlow. R. H. Tlatelolco. Fuentes e historia. México, Instituto nacional de Antropología e Historia –Universidad de las Américas, 1989
  • Cortés, Hernán. Cartas de Relación. México, Porrúa, 2001. (Sepan Cuántos, 7)
  • Díaz del Castillo, Bernal. Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. México, Porrúa, 2001. (Sepan Cuántos, 5)
  • Matos Moctezuma, Eduardo. Tenochtitlan. México, Fondo de Cultura Económica, 2004
  • Sahagún, Bernardino de. Historia General de las Cosas de Nueva España. México, Porrúa, 1999. (Sepan Cuántos, 300)
  • Para encontrar una descripción más detallada del asedio de México Tenochtitlan y México Tlatelolco, consúltese mi tesis de licenciatura: 
  • Arriaga Arriaga, Iván José. La ciudad de México durante la Conquista. De la ciudad prehispánica a la refundación de Hernán Cortés. (1519 – 1522). México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2013. Enlace: Tesis Digital
Para citar: Iván Arriaga, Julio – agosto de 1521. La caída de Tlatelolco. Los hechos militares (II), México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2752/2750. Visto el 03/05/2024