De esclava a diplomática: múltiples miradas alrededor de Malintzin

En el panorama de los personajes femeninos que participaron en el complejo proceso de la Conquista de México y que desempeñaron papeles sobresalientes en la red de relaciones creadas entre los recién llegados y los grupos autóctonos, el nombre de Malintzin es sin lugar a duda el más conocido. La figura de esta mujer joven, quien de esclava se convirtió en intérprete y consejera del poderoso Marqués del Valle, ha desencadenado todo tipo de curiosidad, asombro, desprecio y prejuicios. Una parte de la historiografía la estigmatizó fatalmente como el prototipo de la mujer traidora; junto con Motecuhzoma Xocoyotzin se constituyen como los culpables por excelencia, los “indígenas” que acarrearon la caída inexorable del imperio mexica, otorgándole la victoria a los españoles (véase el video de Noticonquista, “Los mitos de la Conquista” dedicado a Motecuhzoma, con Guilhem Olivier: https://www.youtube.com/watch?v=GbIHMwLjMLs&t=199s ).

Sabemos que la figura de la Malinche está tan arraigada en la cultura popular y la sociedad mexicana contemporánea, que el término “malinchista” es empleado para caracterizar a un grupo que prefiere favorecer costumbres o hábitos ajenos a los propios. Afortunadamente, historiadores han demostrado un interés creciente por la figura y la historia de Malintzin, abogando por un justo “rescate historiográfico” de su vida y de su papel en los momentos cruciales de la Conquista de México.

En el espacio de este amoxtli no sería posible presentar una visión completa de esta figura tan compleja, la cual ya ha sido objeto de un valioso estudio en el amoxtli de la doctora Berenice Alcántara Rojas (https://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/365/363), sin embargo nos gustaría proponer un breve recorrido por los roles distintos desempeñados por Malintzin a lo largo de su vida.

Poco se sabe, a ciencia cierta, sobre sus orígenes a parte del hecho de que nació en el área sureña de Veracruz en el pueblo de Olutla, y que, por alguna razón desconocida omitida en las crónicas que han llegado hasta nuestros días, se convirtió en esclava. Después de la batalla de Centla, el señor de Potonchán ofreció a los recién llegados unas mujeres entre las que se encontraba Malintzin, quien fue inicialmente asignada a Alonso Hernández Portocarrero. De su condición de esclava, Malintzin pasó a ser una mujer bautizada, cuya nueva identidad fue sellada por el nombre cristiano que le fue otorgado, Marina. Su talento lingüístico fue, sin lugar a duda, la primera de sus capacidades que destacó de manera relevante a los ojos de los nuevos hombres de la que ella se había vuelto compañera.

En efecto, los expedicionarios tenían la exigencia de entablar comunicación con los grupos autóctonos que iban conociendo y esta necesidad se concretaba claramente en la búsqueda de algún intérprete que pudiera informar a Hernán Cortés sobre la red de alianzas y el entramado de guerras que dividía los grupos mesoamericanos. El conocimiento del maya y del náhuatl por parte de Malintzin fue fundamental, y la habilidad de la ex-esclava para aprender el castellano la llevó rápidamente a acompañar y, sucesivamente, a sustituir a Jerónimo de Aguilar en los numerosos intercambios entre los expedicionarios y los miembros de las élites regionales. Este papel crucial de intérprete fue enriquecido y completado por el conocimiento que Malintzin tenía de los hábitos y las costumbres de los pueblos indígenas con los que los españoles interactuaron. Ésto le permitía informar a Cortés sobre la manera más correcta de negociar, al punto de que, sin ella, el conquistador no podía tratar de ningún tema con los indígenas. El Marqués del Valle le pidió explícitamente que fuera su intérprete, prometiendo otorgarle una vida digna, la libertad y un matrimonio.

Sería, sin duda, difícil imaginar el desarrollo de la conquista de México sin el aporte decisivo de Malintzin, quien fungió como diplomática y “lengua” del jefe de los expedicionarios entre 1519 y 1521. Sólo por mencionar unos ejemplos, algunos autores tardíos le atribuyen, junto con los tlaxcaltecas, la controvertida conspiración en contra de los habitantes de Cholula, confiriéndole el rol clave de espía en las maquinaciones organizadas por los grupos autóctonos. Una vez en la capital de Tenochtitlan, su hábil conocimiento de la sociedad prehispánica le permitió traducir las complejas conversaciones entre Cortés y Motecuhzoma Xocoyotzin sobre temas delicados como el cristianismo, la sociedad y la política. La supervivencia de Malintzin a los hechos de la Noche Triste volvieron a ponerla al lado de Cortés en las últimas fases de la Conquista, durante el asedio final a la capital mexica.

Con la caída de Tenochtitlan y la instalación de Cortés en Coyoacán, sabemos que Malintzin se convirtió en su amante, y que le dio un hijo, de nombre Martín. Sin embargo, con la llegada de la esposa legítima del conquistador, su relación “conyugal” con Malitzin fue insostenible, por lo que organizó un nuevo matrimonio para ella con el hidalgo Juan Jaramillo, del que tuvo una hija, María.

Esclava, intérprete, diplomática, amante, esposa y madre. Los papeles que Malintzin desempeñó a lo largo de su vida son mudables y nos ayudan a imaginar el camino complejo y admirable que esta mujer excepcional supo abrirse, gracias a su inteligencia, en un mundo completamente dominado por los hombres; no solamente los que ella conoció en su niñez y adolescencia, sino también los nuevos recién llegados, emisarios de un mundo desconocido, pero del que Malintzin estaba determinada a ser parte.

La historia peculiar de Malintzin nos lleva a reflexionar sobre las otras mujeres anónimas que participaron activamente en el proceso de la Conquista de México y cuya voz permanece muda, perdida en los meandros de la historia.  

Para citar: Elena Mazzetto, De esclava a diplomática: múltiples miradas alrededor de Malintzin, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2302/2301. Visto el 25/04/2024