El Cerro de la Estrella e Iztapalapa, de guerras y conquistas

En Iztapalapa, fue recibido Hernán Cortés previamente a la entrada de su comitiva en la capital tenochca. La parada de los españoles y sus aliados en esa ciudad ribereña no fue un hecho fortuito; en sí, reflejaba la importancia de la ubicación estratégica de Iztapalapa como "puerta" a los territorios del sur y oriente, y paso franco a la calzada del mismo nombre, que llegaba al corazón de México Tenochtitlán. Por ello, durante la guerra de conquista ahí se desenvolvieron diversos episodios de defensa y ataque de uno y otro bando, a la sombra de una de las montañas que en su tiempo fue la más importante, la que actualmente conocemos como Cerro de la Estrella y que será tema de este escrito.

El Cerro de Estrella es el remate de la península de Iztapalapa, y en el antiguo entorno lacustre, a su poniente se abría la comunicación entre el lago de Texcoco al norte y los lagos de Xochimilco y Chalco al sur. Su trascendencia iba más allá de su posición geográfica. Es sabido que en su cima fue realizada por los mexicas la magna ceremonia del Fuego Nuevo correspondiente al año de 1507 en tiempos de Moctezuma Xocoyotzin. La elección de este lugar para fungir como el cerro sagrado de Tenochtitlán, involucra varios aspectos: la ya mencionada geografía y el trascendental sentido de pertenencia e identidad que tenían los mexicas hacia el antiguo poseedor de la potestad del cerro y de donde heredaron el linaje tolteca, Colhuacan.

Colhuacan o Tollan Colhuacan, se localizaba en la ladera poniente del cerro y compartió el poder tripartito en distintos momentos históricos con Otumba y Tenayocan, y con Azcapotzalco y Coatlinchan. Al haber existido por varios siglos, su influencia política se reforzaba con el reconocimiento a su ancestralidad y la clase gobernante colhua exponía su herencia cultural procedente desde tiempos teotihuacanos, con los llamados teocolhuas, y su vinculación con la Tollan Xicocotitlan y la Tollan Cholollan.

En ese tiempo -hace 1000 años- el Cerro de la Estrella era llamado Colhuacaltépetl y era concebido como una imagen del cerro mítico, del origen de las migraciones y lugar de nacimiento de deidades, al simular una isla en los lagos, poseer múltiples cuevas y tener una característica forma jorobada. También era llamado Mixcoatépetl.

Colhuacan influyó en la historia de los mexicas y viceversa. Recordemos que cuando los mexicas vagaban en peregrinación, fueron atacados durante su breve estancia en Chapultepec. Allí, fue apresado su líder Huitzilihuitl y llevado a Colhuacan para ser sacrificado. Posteriormente los mexicas se establecieron en territorio de los Colhuas, en Tizapan. Para entonces, el templo de la cima del cerro llevaba ya cuatro etapas constructivas previas: dos edificadas por los teocolhuas y dos por Colhuacán en auge.

La estadía mexica en Colhuacan construiría las raíces de su identidad: con la asimilación del mito de Mixcóatl para enriquecer el de Huitzilopochtli, el pulimento de la lengua náhuatl, el aprendizaje elementos rituales y la creación de lazos familiares. Lo más importante fue el obtener el linaje tolteca, que sustentaría su legitimidad en los siguientes siglos y llevarían con ellos a pesar de su expulsión. Tras la expulsión de los mexicas del territorio colhua continuó su peregrinar hasta la fundación de Tenochtitlán en el centro del Lago de Texcoco, tratando de subsistir al margen de las potencias existentes: Azcapotzalco, Coatlinchan y el propio Colhuacan.

Por su parte, en la cima del Cohuacaltépetl no volvería a edificarse, en varios siglos, otro templo, debido a un ambiente adverso provocado por las problemáticas de Colhuacan con Tenayuca, el posterior sometimiento que realizó Coatlinchan y por último, su violenta conquista por parte de los tepanecas. Es de destacar que en esta última, fueron los mexicas quienes prendieron fuego al templo mayor de Colhuacan.

El siguiente acontecimiento que cambió la forma de ejercer el poder en la cuenca fue la destrucción de Azcapotzalco; hecho que marcó el inicio de la última Triple Alianza. Las tres fuerzas que asumieron el control fueron: Texcoco, que se adjudicó el linaje chichimeca del altépetl acolhua; Tlacopan, que retomó el linaje del altépetl tepaneca; y Tenochtitlán, que exigió para sí el linaje del altépetl colhua y por lo tanto el sentir tolteca y la potestad sobre el Colhuacatépetl. Este último sería renombrado como Huixachtécatl.

Bajo el nuevo orden político-social, adquirieron fuerza los asentamientos de Mexicaltzingo, Iztapalapa y Huitzilopochco. De hecho, Iztapalapa se consolidó como ciudad estratégica al contar con tres funciones primordiales: primero, la económica, al controlar el acceso por el sur a la ciudad de Tenochtitlán; el segundo, fungir como un resguardo del linaje mediante vínculos familiares; y el tercero, mantener una marcada presencia mexica en ese punto del paisaje ritual.

Todo lo anterior se refleja en el Fuego Nuevo o xiuhmolpilli de 1507, encabezado por Moctezuma II. Tenochtitlán realizó la ceremonia de "amarre" de la agotada rueda calendárica con la nueva y el reinicio del tiempo cíclico; los tenochcas se convirtieron en guardianes del orden universal, reiteraron su linaje tolteca e impusieron a Huitzilopochtli como dios tutelar del acontecimiento. Así, en un despliegue de poder y sometimiento a todos los demás señoríos, desde la cima del cerro, emanó la llama que se repartió por todo el Anáhuac y las provincias tributarias. Para este fin, fue inaugurado en la cima un suntuoso templo dedicado a las deidades del agua: una ayauhcalli, cuyos remanentes aún pueden observarse y los conocemos actualmente como el Templo del Fuego Nuevo del Cerro de la Estrella.

Regresando al papel que tuvo Iztapalapa como sede de acontecimientos y acciones militares durante la guerra de conquista, es necesario visualizar las implicaciones estratégicas del territorio y la configuración de las rutas de comunicación de Tenochtitlán. También debemos contextualizar el valor de pertenencia que tenían los mexicas en ese lugar, tanto por las relaciones familiares de la nobleza tenochca, como por el vínculo con el cerro sagrado del Huixachtécatl, el ancestral Colhuacatépetl que alguna vez fue sede de la más grande ceremonia de Fuego Nuevo.

Así, como lo fue durante siglos, el hoy llamado Cerro de la Estrella continúa siendo un punto de referencia en el paisaje. Ha sido escenario de las luchas de poder, de batallas y conquistas, de cambios de regímenes y reestructuraciones políticas. Su presencia en el imaginario social como lugar sagrado permanece, ya sea por el conocimiento del Fuego Nuevo llevado a cabo ahí o por manifestaciones culturales actuales, como la representación del viacrucis.

 

Para citar: Miguel Pérez Negrete, El Cerro de la Estrella e Iztapalapa, de guerras y conquistas, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2217/2200. Visto el 27/03/2024