La que pudo haber sido traición: la relación entre españoles y tlaxcaltecas luego de su derrota en la Noche Triste

Una idea bien arraigada en la historia nacional es la que caracteriza a los tlaxcaltecas, aliados más numerosos y más activos de los españoles, como traidores. Más errónea no puede ser pues ¿a quién estaban traicionando? Bien sabido es que no existía amistad alguna con los mexicas, de ahí que a la llegada de los españoles, los tlaxcaltecas vieran una alianza como la mejor oportunidad para enfrentar a sus enemigos. Por ello, la alianza hispano-tlaxcalteca se dio luego de algunos enfrentamientos con los castellanos en septiembre de 1519, en Tlaxcala, convenida por la mayoría de los señoríos principales, muy a pesar de algunos de sus hijos que, obligados, tuvieron que marchar rumbo a Tenochtitlan guiando a los extranjeros.

            Detrás de cada decisión de los españoles no sólo estaba la mente de Cortés, guiada por su lealtad al rey y la supuesta voluntad divina, sino también Marina, su inseparable intérprete, y seguramente los jefes de los ejércitos tlaxcaltecas y las hijas de los principales que se habían unido en matrimonio con los militares castellanos, de entre ellas, doña Luisa, ─hija de Xicohténcatl “El Viejo” y hermana de Xicohténcatl “El Joven”─, y doña Elvira, hija de Maxixcatzin. ¿Por dónde marcharían hacia su objetivo? ¿En qué momento debían atacar? ¿Cuáles eran las debilidades y fortalezas de sus enemigos los mexicas? Todas las respuestas debieron venir de los aliados, de tal modo que a Cortés no le habría quedado otra opción más que confiar en ellos, incluso, durante su acuartelamiento en Tenochtitlan.

            Si bien una alianza fue lo más conveniente para ambos grupos, el carácter natural de los mismos habría de manifestarse rápidamente: los objetivos de los ibéricos eran “oro, gloria y evangelio”, como menciona Fray Bartolomé de las Casas en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias: el oro para el rey, la gloria para su imperio y el evangelio como mandamiento para ganar el cielo. Por su parte, los tlaxcaltecas buscaban “venganza y libertad”: venganza a las muertes de sus ancestros, a las vejaciones; libertad del cerco mexica y de las hostilidades intrínsecas con este añejo aislamiento. Dichos objetivos hicieron a veces irreconciliables las diferencias entre españoles y aliados, prueba de ello lo fue la constante conspiración de Xicohténcatl “El Joven” para acabar con los extranjeros. No obstante, el enemigo común, los mexicas, hizo que el nexo venido de la alianza se volviera cada vez más indisoluble.

Aquel pacto fue el motivo para permanecer ambos en Tenochtitlan conviviendo con sus enemigos en ese primer intento de tomar la ciudad, sin embargo, luego de las hostilidades entre mexicas y españoles y sus aliados derivadas de la matanza de Tóxcatl ─ordenada por Pedro de Alvarado en ausencia de Cortés─ tuvieron que salir huyendo de Tenochtitlán para salvar la vida y planificar una mejor estrategia para lograr el cometido. Esto habría significado una humillación para Cortés y sus soldados, pero también para los ejércitos aliados. Por ello, el único lugar seguro para reorganizar a los sobrevivientes era aquel donde se había pactado la alianza: Tlaxcala. El regreso fue una hazaña debido a la persecución de los mexicas, la cual concluyó con la batalla de Otumba, donde resultaron triunfadores, por fin, los españoles y sus aliados. Ya en Xaltelolco, tierra del dominio de Citlalpopocatzin, señor de Quiahuiztlán, ─uno de los cuatro principales que había acordado la alianza─, los perseguidos pudieron, al fin, sentirse seguros; empero, no fue sino hasta  Hueyotlipan donde: “ …nos recibieron y nos daban de comer, más no tanto que si no se lo pagábamos con algunas pecezuelas de oro y chalchiuis… no nos lo daban de balde… luego vino Maseescaci [Maxixcatzin] y Xicotenga [Xicohténcatl]”El viejo” y Chichimecatecle [Chichimecatecuhtli], Tepaneca [Tecpanécatl] y otros muchos caciques y principales fueron a abrazar a Cortés y a todos nuestros capitanes y soldados… Cortés y todos nuestros capitanes y soldados los abrazamos… les dimos a los principales joyas de oro y piedras… Pues qué fiesta mostraron con doña Luisa y doña Marina desde que las vieron en salvamento y qué llorar y qué tristeza tenían por las que no venían, entre ellas doña Elvira, hija de Maseescaci… ” refiere Bernal Díaz del Castillo.

Los convalecientes fueron aposentados en las casas de Maxixcatzin y Xicohténcatl mientras reorganizaban sus ejércitos y planeaban el contra ataque. En los cinco meses que duró esta segunda estancia de los extranjeros en Tlaxcala, los aliados fueron entes activos para el traslado del material de los bergantines que flotaban en la Villa Rica de la Vera Cruz; una vez rearmados y probados en el río Zahuapan, serían llevados a Texcoco para el cerco de Tenochtitlan. También participaron en el sometimiento de algunos territorios pertenecientes al señorío mexica:  “Zalacingo y Zautla” en Veracruz, “Zacatepec, Tepeaca, Acatzingo, Quecholac, Tecamachalco, Cuautinchan, Huaquechula, Izúcar de Matamoros y Tepeji” en Puebla, además de “Tuxtepex y Coixtlahuaca” en Oaxaca, con la intención de mandar una clara advertencia a los mexicas y coartar el posible apoyo que éstos podían brindarles.

            Esa lealtad que los tlaxcaltecas mostraron durante la acogida posterior a la derrota en la Noche Triste no fue dirigida a los extranjeros sino a ellos mismos, en el sentido estricto de lo que una alianza significaba entre los pueblos mesoamericanos, los testimonios visuales de origen tlaxcalteca así lo muestran. Echarla atrás por una derrota o por la invitación de los mismos mexicas para destruir a los extranjeros significaba un acto de cobardía para un señorío gobernado, también, por los principios de lealtad. Por tal motivo, la disolución de aquella alianza con los extranjeros habría sido una traición y finalmente no garantizaba el cumplimiento de la paz propuesta por los mexicas. Esta idea explica la intención de seguir adelante con el plan de someter a los mexicas y a sus confederados, aunado a una supuesta promesa del repartimiento del botín. Como nos dice Diego Muñoz Camargo: “…Hernando Cortés afirmativamente prometió a los tlaxcaltecas, que si Dios nuestro señor les daba la victoria, tendrían parte de todo lo que conquistase, ansí despojos de oro y riquezas de todas las provincias y reinos que se ganasen y conquistasen…y ansí fue que como fidelísimos y leales, le ayudaron a ganar y conquistar toda la máquina de este Nuevo Mundo, con gran amor y voluntad: en todas las cosas que se ofrecieron, siempre los hallaba y halló muy de su parte y a su lado, con determinación de seguirle hasta morir o vencer, contra sus propios naturales…” El cumplimiento del pacto y la promesa del repartimiento del botín situaban claramente a los tlaxcaltecas en un devenir histórico bien trazados por ellos mismos y que en décadas siguientes a la consumación de la conquista, les concederían, a través de cédulas reales, diversos privilegios.

El resultado de este trabajo en conjunto es también menos recordado en la historia nacional: la pacificación y poblamiento del norte de Nueva España por los tlaxcaltecas y el gozo de privilegios en sus colonias, espacios donde ellos y sus descendientes se asumieron como conquistadores.

 

Para leer más:

 

  • Muñoz Camargo, Diego, Historia de Tlaxcala, Tlaxcala, UATx – CIESAS, 2013.
  • _____________, Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala, San Luis Potosí, Gobierno del Estado de Tlaxcala – El colegio de San Luis, 2000.
  • Brotherston, Gordon y Ana Gallegos, “El lienzo de Tlaxcala y el Manuscrito de Glasgow” en Estudios de Cultura Náhuatl 20, México, UNAM, 1990, pp. 117-140.
  • Cortés, Hernán, Cartas de relación, México, Porrúa, 1983.
  • De las Casas, Fray Bartolomé, Brevísima relación de la destrucción de las indias, México, Mestas Ediciones, 2012.
  • Díaz del Castillo, Bernal, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, México, Porrúa, 1970.

 

 

Para citar: Rodolfo Juárez Álvarez, La que pudo haber sido traición: la relación entre españoles y tlaxcaltecas luego de su derrota en la Noche Triste, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2199/2195. Visto el 26/03/2024