Transformaciones ambientales en el siglo XVI

22 de noviembre de 1521 / Día 11-muerte; año 3-casa
En el mapa San Juan Baptista, San Luys Tezontla y Santa María Nochtongo, Oaxaca, 1579, aparecen señaladas las estancias de ganado menor. AGN, Tierras, vol. 2762, exp. 10, f. 112.
En el mapa San Juan Baptista, San Luys Tezontla y Santa María Nochtongo, Oaxaca, 1579, aparecen señaladas las estancias de ganado menor. AGN, Tierras, vol. 2762, exp. 10, f. 112.

En este tonalpohualli, Noticonquista aborda los cambios ocurridos en el ambiente y el paisaje a partir de 1521. A través de los diversos textos conoceremos el impacto que produjo la llegada de los europeos en la naturaleza, derivados del arribo de nuevas especies vegetales y animales, así como de maneras distintas de explotar la tierra y vincularse con ella. Los autores nos demuestran que ninguna región de la naciente Nueva España se mantuvo ajena a los cambios ambientales que desencandenó la llegada de los españoles. 

Sergio Miranda nos narra las transformaciones que sufrió el entorno natural de la Cuenta de México desde el posclásico, con el arribo de los mexicas. Nos muestra que el paisaje descrito por Cortés y sus hombres a su arribo en 1519, se hallaba profundamente alterado por la acción humana, a través de una serie de obras hidráulicas que dieron origen a la laguna de México, al islote sobre el que se asentó Tenochtitlan, y al sistema de chinampas, así como la explotación sistemática de recursos como los árboles, las canteras y los montes. Abunda, además, sobre la manera en que la expansión urbana tras la fundación de la capital virreinal incrementó la vulnerabilidad de la ciudad frente a las inundaciones y las epidemias.

Nicoletta Maestri analiza los cambios ocurridos en el paisaje costero de Tabasco, caracterizados por la merma significativa de la población nativa –como ocurrió en otras regiones novohispanas- y el consecuente despoblamiento de la región, la transformación de amplias extensiones de tierra en importantes áreas de producción agrícola, así como el establecimiento de grandes estancias de ganado que, desde entonces, caracterizaron la economía de Tabasco a lo largo de los siglos siguientes. Estos cambios se vieron acompañados de la tala de árboles para crear más pastizales y campos de cultivo, así como la explotación de maderas preciosas como la caoba; elementos que, en conjunto, transformaron radicalmente el paisaje de Tabasco.

Por su parte, Ada Santibáñez nos muestra que la guerra que se libró en tierras chichimecas en contra de los cazadores recolectores de tradición aridamericana buscaba no sólo reducir a los indios a una forma de vida “civil y política”, sino que fue también una lucha por los recursos del altiplano semidesértico. La llamada Guerra Chichimeca evidenció una manera diametralmente opuesta de relacionarse con el medio, al tiempo que las estrategias de españoles y nativos revelan también la manera en que buscaron usar el medio a su favor: los españoles, tratando de impedir que los indígenas tuvieras acceso a sus fuentes de sustento, mientras que los nativos aprovecharon su conocimiento del medio para esconderse del enemigo, asediarlo en puntos clave y llevar a cabo innumerables emboscadas.

Finalmente Marta Martín examina las nuevas actividades económicas desplegadas por los españoles en el territorio oaxaqueño: la crianza, como en otras regiones, de ganado mayor y menor, la introducción de la caña de azúcar y otros cultivos europeos, acompañados de tecnologías como el arado, los molinos y los trapiches. Destaca en la región la crianza del gusano de la seda, y el impulso dado por los europeos a un producto local: la grana cochinilla. Todas estas actividades introdujeron modificaciones sustantivas en el paisaje cultural de los espacios oaxaqueños y también en sus dinámicas organizativas; sin embargo, como muestra la autora, los pueblos indígenas supieron adaptarse y, en muchas ocasiones, sacar provecho de las nuevas tendencias productivas.