Hace 500 años, a principios de marzo de 1521, llegó a Mesoamérica la séptima flota que desembarcaba para unirse a la expedición encabezada por Hernán Cortés. Venía de Santo Domingo y su principal pasajero era el tesorero real Julián de Alderete, enviado por el gobierno de esa Isla, el más importante de América, para vigilar las acciones de Cortés.

Esta era una buena señal para los expedicionarios pues mostraba que la noticia de las tierras que habían encontrado y llamado la Nueva España corría ya por las islas del Caribe. Muchos colonos se unirían a la expedición a lo largo de 1521. También comenzaron a llegar flotas venidas de España.

Nuestros amoxtli de esta semana iluminan la diversidad del contingente de expedicionarios españoles y también de sus servidores caribeños y africanos. 

Carmen Martínez nos relata la manera en que se realizaban las travesías marítimas en esa época, desde los papeles que se requerían hasta las provisiones que había que llevar en esa incierta aventura. 

Alfredo Bueno describe la vida cotidiana de los expedicionarios en las Antillas y cómo esta fue llevada por ellos a la conquista de México. La combinación de alimentos europeos, como el tocino, con comida nativa, como el pan de casava, es un ejemplo de cómo en unos cuantos años se construyó una nueva forma de vida colonial que luego sería llevada a la Nueva España.

Bernard Grunberg, a su vez, hace un análisis general del perfil social de los conquistadores, sus orígenes y edades, sus ocupaciones y condiciones sociales, sus oficios y títulos. Esta información nos permite reconocer a un grupo compuesto mayoritariamente por adultos jóvenes de sexo masculino, casi todos ellos de origen campesino y muy pocos con formación militar.

Finalmente, Antonio Rubial, discute un tema muy poco tratado en las historias de la conquista: el papel que jugaron las mujeres indígenas al servicio de los españoles, y también los niños, en la comunicación entre ellos y sus pueblos; como Malintzin, la más conocida, muchas y muchos de ellos aprendieron español y así comenzaron a comunicar a los dos mundos que chocaban en esos días.