Llegada del Tesorero del Rey, Julián de Alderete

Texto original con ortografía de la época:

Dejemos esto, y digamos cómo en aquella sazón vino un navio de Castilla, en el cual vino por tesorero de su majestad un Julián de Alderete, vecino de Tordesillas, y vino un Orduña el viejo, vecino que fue de la Puebla, que des- pués de ganado México trajo cuatro o cinco hijas, que casó muy honradamente; era natural de Tordesillas; y vino un fraile de san Francisco que se decía fray Pedro Melgarejo de Urrea, natural de Sevilla, que trajo unas bulas de señor san Pedro, y con ellas nos componían si algo éramos en cargo en las guerras en que andábamos; por manera que en pocos meses el fraile fue rico y com- puesto a Castilla ; trajo entonces por comisario y quien tenía cargo de las bulas a Jerónimo López, que después fue secretario en México; vinieron un Antonio Carva- jal, que ahora vive en México, ya muy viejo, capitán que fue de un bergantían; y vino Jerónimo Ruiz de la Mota, yerno que fue, después de ganado México, del Or- duña, que asimismo fue capitán de un bergantín, natural de Burgos; y vino un Briones, natural de Salamanca: a este Briones ahorcaron en esta provincia de Guatemala por amotinador de ejércitos, desde a cuatro años que se vino huyendo de lo de Honduras; y vinieron otros mu- chos que ya no me acuerdo, y también vino un Alonso Díaz de Reguera, vecino que fue de Guatemala, que ahora vive en Valladolid; y trajeron en este navio muchas ar- mas y pólvora, y en fin como navio que venía de Cas- tilla, e vino cargado de muchas cosas, y con él nos ale- gramos. Y de las nuevas que de Castilla trajeron no me acuerdo bien; mas paréceme que dijeron que el obispo de Burgos ya no tenía mano en el gobierno, que no es- taba su majestad bien con él desque alcanzó a saber de nuestros muy buenos e notables servicios, y cómo el obis- po escribía a Flandes al contrario de lo que pasaba y en favor de Diego Velázquez: y halló muy claramente su majestad ser verdad todo lo que nuestros procurado- res de nuestra parte le fueron a informar, y a esta causa no le oía cosa que dijese. Dejemos esto, y volvamos a decir que como Cortés vio los bergantines que estaban acabados de hacer, y la gran voluntad que todos los sol- dados teníamos de estar ya puestos en el cerco de Mé- xico, y en aquella sazón volvieron los de Chalco a decir que los mexicanos venían sobre ellos, y que les enviasen socorro, y Cortés les envió a decir que él quería ir en persona a sus pueblos y tierra, y no se volver hasta que a todos los contrarios echase de aquellas comarcas; y mandó apercibir trescientos soldados y treinta a caballo, y todos los más escopeteros y ballesteros que había, y gente de Tezcuco; y fue en su compañía Pedro de Alva- rado y Andrés de Tapia y Cristóbal de Olí, y asimismo fue el tesorero Julián de Alderete, y el fraile fray Pedro Melgarejo, que ya en aquella sazón había llegado a nues- tro real; e yo fui entonces con el mismo Cortés, porque me mandó que fuese con él; y lo que pasamos en aque- lla entrada diré adelante

Para citar:
Díaz del Castillo, Bernal , Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Ciudad de México, Editorial Patria, 1983 [1632], pp. 464-465
Lugar(es):
  • Texcoco
Persona(s):
  • Pedro de Alvarado
  • Gonzalo de Sandoval
  • Cristóbal de Olíd