Cortés se entrevista con el Cacique de Cempoala

Texto original con ortografía de la época:

E ya que íbamos entrando entre las casas, desque vimos tan gran pueblo, y no habíamos visto otro mayor, nos admiramos mucho dello; y como estaba tan vicioso y hecho un verjel, y tan poblado de hombres y mujeres, las calles llenas que nos salían a ver, dábamos muchos loores a Dios, que tales tierras habíamos descubierto; y nuestros corredores del campo, que iban a caballo, parece ser llegaron a la gran plaza y patios donde estaban los aposentos, y de pocos días, según pareció teníanlos muy encalados y relucientes, que lo saben muy bien hacer, y pareció al uno de los de a caballo que era aquello blanco que relucía plata, y vuelve a rienda suelta a decir a Cortés cómo tenían las paredes de plata. Y doña Marina e Aguilar dijeron que sería yeso y cal, y tuvimos bien que reír de su plata e frenesí, que siempre después le decíamos que todo blanco le parecía plata. [....] y el cacique gordo nos salió a recibir junto al patio, que porque era muy gordo así le nombraré, e hizo muy gran reverencia a Cortés y le zahumó, que así lo tenían de costumbre, y Cortés le abrazó, y allí nos aposentaron en unos aposentos harto buenos y grandes, que cabíamos todos, y nos dieron de comer y pusieron unos cestos de ciruelas, que había muchas, porque era tiempo dellas, y pan de maíz; y como veníamos hambrientos, y na habíamos visto otro tanto bastimento como entonces, pusimos nombre a aquel pueblo Villaviciosa, y otros le nombraron Sevilla. [...] Y cuando el cacique gordo supo que habíamos comido, le envió a decir a Cortés que le quería ir a ver, e vino con buena copia de indios principales, y todos traían grandes bezotes de oro y ricas mantas; y Cortés también les salió al encuentro del aposento, y con grandes caricias y halagos le tornó a abrazar; y luego mandó el cacique gordo que trajesen un presente que tenía aparejado de cosas de joyas de oro y mantas, aunque no fue mucho, sino de poco valor,y le dijo a Cortés: "Lopelucio, lopelucio, recibe esto de buena voluntad"; e que si más tuviera que se lo diera. [...] . Y Cortés le dijo con doña Marina e Aguilar que él se lo pagaría en buenas obras, e que lo que hubiese menester, que se lo dijese, que lo haría por ellos; porque somos vasallos de un tan gran señor, que es el emperador don Carlos, que manda muchos reinos y señoríos, que nos envía para deshacer agravios y castigar a los malos, y mandar que no sacrificasen más ánimas; y se les dio a entender otras muchas cosas tocantes a nuestra fe. Y luego como aquello oyó el cacique gordo, dando suspiros, se quejó reciamente del gran Montezuma y de su gobernadores, diciendo que de a poco tiempo acá le había sojuzgado , y que le había llevado todas sus joyas de oro, y les tiene tan apremiados , que no osan hacer sino lo que les manda,porque es señor de grandes ciudades, tierras y vasallos, y ejércitos de guerra. Y como Cortés entendió que de aquellas quejas que daban, al presente no podían entender en ello, les dijo que él haría de manera que fuesen desagraviados; y porque él iba a ver sus acales ( que en legua de indios así se llaman a los navíos), e hacer su estada e asiento en el pueblo de Quiahuistlán, que desque allí esté de asiento se verán más de espacio; y el cacique gordo le respondió muy concertadamente.

Para citar:
Díaz del Castillo, Bernal , Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Ciudad de México, Editorial Patria, 1983 [1632], pp. 113-114
Lugar(es):
  • Cempoala
Persona(s):
  • Cacique de Cempoala
  • Hernando Cortés
  • Jerónimo de Aguilar
  • Marina