La Noche Triste en la Crónica de Bernal Díaz del Castillo (II)

Texto original con ortografía de la época:

Volvamos a Pedro de Alvarado, que, como Cortés y los demás capitanes y soldados le encontraron
de aquella manera que he dicho, y como supieron que no venían más soldados, se les saltaron las lágrimas de los ojos; porque el Pedro de Alvarado y Juan Velázquez de León, con otros más de a caballo y más de cien soldados, habían quedado en la retaguardia; y preguntando Cortés por los demás, dijo que todos quedaban muertos, y con ellos el capitán Juan Velázquez de León y todos los más de a caballo que traía, así de los nuestros como de los de Narváez, y más de ciento y cincuenta soldados que traía; y dijo el Pedro que después que les mataron los caballos y la yegua, que se juntaron para se amparar obra de ochenta soldados, y que sobre los muertos y petacas y caballos que se ahogaron, pasaron la primera puente;
en esto no se me acuerda bien si dijo que pasó sobre los muertos, y entonces no miramos lo que sobre ello dijo a Cortés, sino que allí en aquella puente le mataron a Juan Velázquez y más de doscientos compañeros que traía, que no les pudieron valer. Y asimismo a esta otra puente, que les hizo Dios mucha merced en escapar con las vidas; y decía que todas las puentes y calzadas estaban llenas de guerreros. Dejemos esto, y diré que en la triste puente que dicen ahora que fue el salto del Alvarado, yo digo que en aquel tiempo ningún soldado se paró a verlo, si saltaba poco o mucho, que harto teníamos en mirar y salvar
nuestras vidas, porque eran muchos los mexicanos que contra nosotros había; porque en aquella coyuntura no lo podíamos ver ni tener sentido en salto, si saltaba o pasaba poco o mucho ; y así sería cuando el Pedro de Alvarado llegó a la puente, como él dijo a Cortés, que había pasado asido a petacas y caballos y cuerpos muertos, porque ya que quisiera saltar y sustentarse en la lanza en el agua, era muy honda, y no pudiera allegar al suelo con ella para poderse sustentar sobre ella; y demás desto,
la abertura muy ancha y alta, que no la podría saltar por muy más suelto que era. También digo que no la
podía saltar ni sobre la lanza ni de otra manera; porque después desde cerca de un año que volvimos a poner cerco a México y la ganamos, me hallé muchas veces en aquella puente peleando con escuadrones mexicanos, y tenían allí hechos reamparos y albarradas, que se llama ahora la puente del salto de Albarado; y platicábamos muchos soldados sobre ello, y no hallábamos razón, ni soltura de un hombre que tal saltase. Dejemos este salto, y digamos que, como vieron nuestros capitanes que no acudían más soldados, y el Pedro de Alvarado dijo que todo quedaba lleno de guerreros, y que ya que algunos quedasen rezagados, que en las puentes los matarían, volvamos a decir desto del salto de Alvarado: digo que para qué porfían algunas personas que no lo saben ni lo vieron, que fue cierto que la saltó el Pedro de Alvarado la noche que salimos huyendo, aquella puente y abertura del agua; otra vez digo que no la pudo saltar en ninguna manera; y para que claro se vea, hoy dia está la puente; y la manera del altor del agua que solía venir y qué tan alta estaba la puente, y el agua muy honda, que no podía llegar al suelo con la lanza. Y porque los lectores sepan que en México hubo un soldado que se decía fulano de Ocampo, que fue de los que vinieron con Garay, hombre muy platico, y se preciaba de hacer libelos infamatorios y otras cosas a manera de masepasquines; y puso en ciertos libelos a muchos de nuestros capitanes cosas feas que no son de decir no siendo verdad; y entre ellos, demás de otras cosas que dijo de Pedro de Alvarado, que había dejado morir a su compañero Juan Velázquez de León con más de doscientos soldados y los de a caballo que les dejamos en la retaguardia, y se escapó él, y por escaparse dio aquel gran salto, como suele decir el refrán: "Saltó, y escapó la vida"

Para citar:
Díaz del Castillo, Bernal , Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Ciudad de México, Editorial Patria, 1983 [1632], pp. 384-386
Lugar(es):
  • México-Tenochtitlan
Persona(s):
  • Pedro de Alvarado