El cacique de Texcoco, sobrino de Moctezuma, se encuentra con Cortés

Texto original con ortografía de la época:

Dejemos esto, y volvamos al gran Montezuma, que como llegaron sus mensajeros e oyó la respuesta que Cortés le envió, luego acordó de enviar a su sobrino, que se decía Cacamatzin, señor de Tezcuco, con muy gran fausto a dar el bien venido a Cortés y a todos nosotros ; y como siempre teníamos de costumbre tener velas y corredores del campo, vino uno de nuestros corredores a avisar que venía por el camino muy gran copia de mexicanos de paz, y que al parecer venían de ricas mantas vestidos; y entonces cuando esto pasó era muy de mañana, y queríamos caminar, y Cortés nos dijo que parásemos en nuestras posadas hasta ver qué cosa era; y en aquel instante vinieron cuatro principales, y hacen a Cortés gran reverencia, y le dicen que allí cerca viene Cacamatzin, grande señor de Tezcuco, sobrino del gran Montezuma, y que nos pide por merced que aguardemos hasta que venga; y no tardó mucho, porque luego llegó con el mayor fausto y grandeza que ningún señor de los mexicanos habíamos visto traer, porque venía en andas muy ricas, labradas de plumas verdes, y mucha argentería y otras ricas piedras engastadas en ciertas arboledas de oro que en ellas traía hechas de oro, y traían las andas a cuestas ocho principales, y todos decían que eran señores de pueblos; e ya que llegaron cerca del aposento donde estaba Cortés, le ayudaron a salir de las andas, y le barrieron el suelo, y le quitaban las pajas por donde había de pasar; y desque llegaron ante nuestro capitán, le hicieron grande acato, y el Cacamatzin le dijo: "Malinche, aquí venimos yo y estos señores a te servir, hacerte dar todo lo que hubieres menester para ti y tus compañeros, y meteros en vuestras casas, que es nuestra ciudad; porque así nos es mandado por vuestro señor el gran Montezuma, y porque está mal dispuesto lo deja, y no por falta de muy buena voluntad que os tiene". Y cuando nuestro capitán y todos nosotros vimos tanto aparato y majestad como traían aquellos caciques, especialmente el sobrino de Montezuma, lo tuvimos por muy gran cosa, y platicamos entre nosotros que cuando aquel cacique traía tanto triunfo, ¿qué haría el gran Montezuma? Y como el Cacamatzin hubo dicho su razonamiento, Cortés le abrazó y le hizo muchas caricias a él y a todos los demás principales, y le dio tres piedras que se llaman margajitas, que tienen dentro de sí muchas pinturas de diversas colores, e a los demás principales se les dio diamantes azules, y les dijo que se lo tenía en merced, e ¿cuándo pagaría al señor Montezuma las mercedes que cada día nos hace.

Para citar:
Díaz del Castillo, Bernal , Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Ciudad de México, Editorial Patria, 1983 [1632], pp. 236-237
Lugar(es):
  • Texcoco
Persona(s):
  • Hernando Cortés
  • Moctezuma Xocoyotzin
  • Cacamatzin