Aliarse con los dioses y cambiar los cuerpos, la cristianización desde la perspectiva indígena

El Lienzo de Tlaxcala, la primera, más completa y más conocida historia de la llamada conquista de México elaborada por indígenas no sólo nos presenta la visión de los vencedores de esa guerra (https://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2821/2816), sino que nos permite también ver la manera en que los indígenas conquistadores comprendieron y adoptaron la religión cristiana.

      En la versión tlaxcalteca, ellos aceptaron la religión de manera voluntaria y se bautizaron en septiembre de 1519, aun antes de la caída de México-Tenochtitlan y de la llegada de los frailes “evangelizadores” que no sería sino hasta 1522 y 1524. Este bautismo tan temprano, que no es confirmado por ninguna fuente española y que puede ponerse en duda, servía sin embargo para enfatizar que los tlaxcaltecas fueron los primeros cristianos de la Nueva España y que su alianza militar con los españoles era inseparable de su aceptación del catolicismo. Por eso, la entrada de los españoles a Tlaxcala es representada por medio del levantamiento de una cruz.

      Por otro lado, el Lienzo de Tlaxcala y otras historias tlaxcaltecas, establecen una asociación entre Malintzin, la traductora oluteca, y la Virgen María, en su forma de la Virgen de la Asunción, protectora particular de Tlaxcala. Sabemos que desde 1519 los sacerdotes indígenas establecieron comunicación directa con esta figura divina y que unos de los gobernantes de Tlaxcala, Cristóbal Acxotécatl muy probablemente fundó un culto local en su honor. No es casual que este dirigente fuera perseguido y asesinado por los frailes franciscanos que llegaron a Tlaxcala unos años después (https://www.noticonquista.unam.mx/index.php/amoxtli/2591/2588).

      Los tlaxcaltecas también establecieron comunicación muy rápidamente con otra figura religiosa católica, Santiago Matamoros. Diego Muñoz Camargo nos cuenta que tras la matanza de Cholula:

[…] entendieron y comprendieron que era de más virtud el Dios de los hombres blancos, y que sus hijos eran más poderosos. Y los tlaxcaltecas apellidaban al señor Santiago, y hoy en día, en viéndose en algún trabajo y aprieto llaman al señor Santiago.

      Nuestra propuesta es que estas relaciones establecidas de manera directa entre los tlaxcaltecas, entre otros mesoamericanos, y los diversos santos, vírgenes y dioses del catolicismo deben ser entendidas como alianzas. Y como tales son afines e inseparables, de las alianzas que ellos mismos tejieron con los expedicionarios españoles, de parentesco, políticas y militares. Claramente, los mesoamericanos reconocieron el poder de las divinidades traídas por los españoles y buscaron la manera de aprovecharlo, obtener su protección y dirigirlo contra sus enemigos. Esta era la lógica de sus prácticas rituales que incorporaban con facilidad dioses extranjeros. Por esta misma razón, las alianzas con las divinidades no implicaban una “conversión” religiosa como la que esperaban los españoles. Como explica Diego Muñoz Camargo, los tlaxcaltecas pensaban incluir a los dioses de los españoles al lado de los suyos, y rendirles culto, de acuerdo al sistema rotativo mesoamericano.

      A partir de 1519 los indígenas desearon y lograron en muchos casos que su alianza con los dioses venidos de lejos fuera directa, sin la intermediación de los españoles. Textos escritos o dibujados por autores hablantes de lenguas indígenas a lo largo del periodo colonial dan testimonio de sueños, discursos, milagros y apariciones que vinculaban a las comunidades, familias e individuos mesoamericanos de manera directa con las deidades cristianas. Entre los mayas, por ejemplo, las principales rebeliones coloniales fueron inspirada por figuras divinas cristianas que se comunicaban directamente con sus seguidores indígenas. En las prácticas rituales de muchas comunidades y barrios urbanos hasta el día de hoy, los santos son considerados parientes, seres vivientes que viven en el seno de su comunidad, son arropados por ella y a la vez la protegen.

      Desde el punto de vista de los españoles, la alianza militar y política con los “indios” y su aceptación de la religión católica también estaban indisolublemente vinculadas: los vasallos del rey debían convertirse al catolicismo para poder ser súbditos reconocidos del imperio. Sin embargo, en este terreno hubo un equívoco igual al que aconteció en el terreno político, donde los españoles interpretaron las relaciones de alianza e intercambio recíproco planteadas por los mesoamericanos, de acuerdo con su lógica del poder basada en la mutiplicidad y la rotación, como formas de sumisión y subordinación verticales, acordes con su visión más vertical y autoritaria del poder.

      En efecto, la idea conversión de los católicos era muy diferente a la lógica mesoamericana, pues implicaba que los indígenas se adhirieran de manera completa e incondicional a la nueva religión y abandonaran por completo sus cultos anteriores. En general, tanto en Europa como en América, la Iglesia aspiraba a controlar toda interacción entre los nuevos fieles y las figuras divinas y consideraba herejes a quienes no seguían sus dictados. Además, el régimen colonial español prohibió y persiguió de manera tajante que los indígenas manejaran su propia religión, como otra forma de mantenerlos subordinados a su poder.

      La persecución que realizaron los franciscanos desde 1524 contra el culto mariano indígena en Tlaxcala marca el inicio del conflicto entre la concepción mesoamericana de la alianza con seres divinos, humanos y animales y la concepción cristiana de sujeción y conversión asociadas a la conquista. Fue seguida por una larga serie de actos de violencia en que la Iglesia decomisó imágenes, castigó, torturó y asesinó a personas a lo largo del periodo colonial. En muchos casos, lo que los curas llamaban “idolatrías” y “supersticiones” y concebían como muestra de que los “indios” no podían dejar atrás su pasado pagano, la mancha de los cultos demoniacos de sus antepasados, eran en realidad maneras diferentes y directas que tenían las comunidades y personas de origen mesoamericano de relacionarse con las deidades cristianas. Sin embargo, como argumentábamos en un amoxtli anterior (https://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2850/2844), estos casos son aislados. En los hechos, ni la Iglesia ni el estado colonial podían ni querían controlar e impedir las prácticas rituales de la inmensa mayoría de la población, particularmente las que no eran públicas.

      Sin embargo, las persecuciones y prohibiciones españolas lograron inhibir el desarrollo de una religión pública alternativa en las comunidades y ciudades indígenas que estuviera vinculada al poder local, y que confrontara al español. Las cofradías y cajas de comunidad que organizaban el único culto permitido, el católico, encaminaban la devoción y la vida comunitaria dentro de cauces que no eran abiertamente contradictorios con el dominio colonial.

      De esta manera, como sucedió con las alianzas militares, el régimen imperial español logró imponer de manera gradual y no completa pero sí clara, su propia interpretación de lo que había sido el pacto entre indígenas conquistadores y la Corona, por medio de Hernán Cortés. Sin embargo, no por ello logró eliminar la manera mesoamericana de concebirla. Una contradicción que pervive hasta la fecha en las prácticas religiosas de los pueblos sucesores de aquellos que se conocieron, con sus dioses, hace 500 años.

Para citar: Edith Llamas Camacho, Federico Navarrete , Aliarse con los dioses y cambiar los cuerpos, la cristianización desde la perspectiva indígena, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/index.php/amoxtli/2859/2851. Visto el 24/04/2024