Reacción de Moctezuma al recibir primeras noticias de los españoles (versión indígena)

Texto original con ortografía de la época:

 

Luego de prisa se fueron [los mensajeros], hasta México llegaron. Y entraron no más de noche; sólo en la noche llegaron. Y cuando esto sucedió, Moctecuhzoma ya no supo de sueño, ya no supo de comida. Ya nadie con él hablaba. Y si alguna cosa hacia, la tenía como cosa vana. Casi cada momento suspiraba, estaba desmoralizado, se tenía como un abatido. Ya no cosa que da dicha, ya no cosa que da placer, ya no cosa de deleite le importaba. Y por esto todo decía: ¿Qué sucederá con nosotros? ¿Quién de veras, queda en pie? ¡Ah, en otro tiempo yo fui...! ¡Vulnerado de muerte está mi corazón! ¡Cual si estuviera sumergido en chile, mucho se angustia, mucho arde... ! ¿A dónde, pues, nuestro señor?

Entonces dio órdenes a los que tenían el cargo de vigilar, los que guardaban sus principales cosas. Les dijo Aun cuando durmiendo esté, decidme: Ya llegaron los que enviaste a la mar. Pero cuando fueron a decirlo, dijo al momento: Aquí no los quiero oír. Lo oiré allá en la casa de la Serpiente. Que allá se vayan.

Y viene a dar orden, dice: ¡Que se ciñan de greda dos cautivos...! Y luego fueron a la casa de la Serpiente los enviados. También él, Moctecuhzoma. Luego a sus ojos fueron los sacrificios. Abrieron el pecho a los cautivos: con su sangre rociaron a los enviados. La razón de hacer tal tosa, es haber ido por camino muy difícil; por haber visto a los dioses; haber fijado sus ojos en su cara y en su cabeza. ¡Bien con los dioses conversaron...!

Hecho esto, luego dan cuenta a Moctecuhzoma. Le dijeron en qué forma se hablan ido a admirar y lo que estuvieron viendo, y cómo es la comida de aquéllos. Y cuando él hubo oído lo que le comunicaron los enviados, mucho se espantó, mucho se admiró. Y le llamó a asombro en gran manera su alimento. También mucho espanto le causó el oír cómo estalla el cañón, cómo retumba su estrépito, y cuando cae, se desmaya uno; se le aturden a uno los oídos.[...] Cuando hubo oído todo esto Moctecuhzoma se llenó de grande temor y como que se le amorteció el corazón, se le encogió el corazón, se le abatió con la angustia.

[...] Pues cuando oía Moctecuhzoma que mucho se indagaba sobre él, que se escudriñaba su persona, que los ""dioses" mucho deseaban verle la cara, como que se le apretaba el corazón, se llenaba de grande angustia. Estaba para huir, tenía deseos de huir; anhelaba esconderse huyendo, estaba para huir. Intentaba esconderse, ansiaba esconderse. Se les quería esconder, se les quería escabullir a los "dioses". Y pensaba y tuvo el pensamiento; proyectaba y tuvo el proyecto; planeaba y tuvo el plan; meditaba y andaba meditando en irse a meter al interior de alguna cueva. Y a algunos de aquellos en quienes tenía puesto el corazón, en quienes el corazón estaba firme, en quienes tenia gran confianza, los hacía sabedores de ello. Ellos le decían: Se sabe el Lugar de los muertos, la Casa del Sol, y la Tierra de Tláloc, y la Casa de Cintli. Allá habrá que ir. En donde sea tu buena voluntad. Por su parte él tenía su deseo: deseaba ir a la Casa de Cintli.

Así se pudo saber, así se divulgó entre la gente. Pero esto no lo pudo. No pudo ocultarse, no pudo esconderse. Ya no estaba válido, ya no estaba ardoroso; ya nada se pudo hacer. La palabra de los encantadores con que hablan trastornado su corazón, con que se lo habían desgarrado, se lo hablan hecho estar como girando, se lo hablan dejado lacio y decaído, lo tenían totalmente incierto e insegura de saber allá donde se ha mencionado. No hizo más que esperarlos. No hizo más que resolverlo en su corazón, no hizo más que resignarse; dominó finalmente su corazón, se recomió en su interior, lo dejó en disposición de ver y de admirar lo que pudiera sobrevenir.

Para citar:
Sahagún, Bernardino de , Historia general de las cosas de la Nueva España, México, Porrúa, 1982 [], pp. -
Persona(s):
  • Moctezuma Xocoyotzin