Matanza del Templo Mayor

Texto original con ortografía de la época:

[…] solicitación de aquel Alvarado que quedó en lugar del Capitán, se concertó entre el, y los Españoles, y Moctezuma y los Indios, que fuese hecha una fiesta muy solemne a honra de Uitzilupuchtli, donde ascondió y manejo la matanza de Indios que hizo en el Patio de Uitzilupuchtli, donde murió muy gran parte de los principales Mejicanos é innumerables Soldados, y gente común de los Indios, y se perpetuó y agravó crudamente, la enemistad entre los Indios y los Españoles; la cual no se pudo fenecer, sino después de muchas y grandes desgracias, que acontecieron a los Españoles, y muchas mayores a los Indios, y la muerta a Moctezuma, y la vuelta al Capitán D. H. Cortes, con victoria á sus émulos. Este desgarro puso a punto de morir á todos los Españoles é Indios Tlascaltecas y de los demás amigos, y al Capitán que estuvo por dos ó tres veces a punto de ser preso, y cautivo de los Indios: Y si Dios milagrosamente no mostrara su favor á los Españoles, todos se perdieran. Cuando volvió el Capitán con la victoria de los [59] que habían venido contra el, halló á Alvarado, y á todos los demás Españoles é Indios amigos muy necesitados, cercados en las casas reales, con muchos fosos por todo el alrededor: de manera que ningunos bastimentos les podían entrar, sino que ya morían de hambre, sin poder salir por ninguna parte, cuando el Capitán D. H. Cortez (habiendo sabido la Estrechura en que estaban los suyos) vino con gran priesa; Y como asomó a la vista de la Ciudad de Méjico, pareció le que estaba toda yerma, y que no parecía persona por todos los caminos, ni casas, ni plazas, ni nadie le salió a recibir, ni de los suyos, ni de los enemigos: y fué esto señal de indignación y enemistad por lo que había pasado. Entró el Capitán, donde estaban los suyos, con todos los demás que el traía de nuevo, y allí confabularon, cerca de lo que había pasado, y de la manera que estaban, y de lo que convenia hacer, para salir de aquel tan gran peligro en que todos estaban. […] El mayor mal que uno puede hacer a otro, es quitarle la vida estando en peccado mortal: este mal hicieron los Españoles a los Indios Mejicanos, porque los provocaron siendo infieles á honrar a sus ídolos, para tomarlos encerrados en la [fiesta y]solemnidad que hacían, y desarmados, gran cantidad de ellos, matarlos sin saber ellos porque. Como el gran patio del ídolo Uitzilupuchtli, Dios de los Mejicanos, estuviese lleno de gente principal, y de Sacerdotes y Soldados, y otra gente en gran numero, todos ocupados en los cantares idolátricos de aquel su ídolo, á quien hacían fiesta: Los Españoles salieron de repente, todos puestos a punto de Guerra, y tomaron las puertas del patio, para que nadie pudiese salir, y entraron armados, pusiéronse juntos a las paredes del Patio, por todo lo anterior del (los Indios pensaron que iban a mirar la manera de su danzar, y tañer, bailar y cantar: y procedieron en su fiesta y cantares, de manera de danza y solemnidad) y estando así, los primeros que comenzaron á pelear, arremetieron con los que tañían[, y hacían]el son a los que danzaban, y cantaban, y cortáronles las manos y las cabezas: y cayeron allí muertos, [61]y luego todos los demás Españoles comenzaron a cortar cabezas, piernas y brazos, y desbarrigar Indios, unos hendidas las cabezas, otros cortados por el medio, otros barrenados por las barrigas, unos de ellos cayeron, luego muertos, otros llevaban las tripas arrastrando, y huían hasta caer: Los que acudían a las puertas para salir, alli los mataban los que estaban guardando las Puertas: Otras saltaban las paredes del patio, otros se subían al Cu, otros viendo que no tenían otro remedio, echábanse entre los muertos, como muertos, y de esta manera se escaparon algunos. Fué tan grande el derramamiento de Sangre, que corrían Arroyos de ella por el Patio, como agua cuando mucho llueve: del derramamiento de Sangre, y de los intestinos estaba tangran lodo en el Patio, y tan gran hedor, que era cosa espantosa, y de gran lastima; ya que casi todos estaban caídos, y muertos, andaban los Españoles buscando los que se habían subido al Cu, y los que se habían escondido entre los muertos y mataban á cuantos hallaban vivos. Como salió la fama, por el Pueblo, de lo que pasaba: comenzaron á dar voces y gritos, para que uniesencon armas todos los que eran para tomarlas contra los Españoles, dando noticia de lo que hacían: Y luego acudió mucha gente con sus armas, rodelas, arcos y saetas, y dardos de muchas maneras, [62] y espadas como ellos las usaban; y comenzaron á pelear con los Españoles, con tanta furia, que los hicieron retraer, a las casas reales donde estaban aposentados. […] Después que los Españoles se vieron muy acosados de los Mexicanos, se entraron en las casas reales: fortaleciéronse y barreáronse lo mejor que pudieron, para que los Indios no pudiesen entrarles, y desde adentro comenzaron a pelear, tirando con las ballestas y con los arcabuzes, y con la artillería, y también con piedras desde las azoteas, para ojear á los Indios, que trabajaban para romperles el muro, para entrarles por fuerza en su fuerte, Y habiendo oportunidad conveniente, hablaron entre sí, y también con Moctezuma, y con los que con el estaban, y determinaron de echarle unos grillos: En este [63] tiempo los Mexicanos se ocuparon en hacer las Exequias de los que habían sido muerto en el aresto y después de el: y en esto tardaron algunos días, antes que tornasen a dar guerra a los Españoles: Fue grande el llanto de los Indios, sobre los muertos; porque habían muerto muchas personas de cuenta, asi Sacerdotes como Caballeros y personas de dignidad de la república: y así hicieron en diversos lugares los enterramientos y hicieron diversas ceremonias, según la calidad de los que sepultaban. Un día después que habían hecho las Exequias, y se tornaron a juntar para combatirlesá los Españoles: tubieron consejo entresi, los Españoles y los Indios que con ellos estaban, y determinaron que Moctezuma y otro principal de Tlaltelulco, que se llama Itzquauhtzi, se mostrasen por la azotea, y hablasen de paz a los Mejicanos, para que no les combatiesen. Para hacer esto, salieron estos dos principales a la azotea, con los cuales salieron algunos de los Españoles armados, y con sus rodelas, para ampararlos y arrodelarlos, para que no los matasen los de abajo, como se hubieron asomado, comenzó a hablar, Itzquauhtzi, en persona de Moctezuma, [64] para que mirasen lo que hacían, porque su Señor que estaba allí presente, losrogaba que no curasen de pelear, porque no les iría bien de ello, por ser los Españoles tantos, y tan valientes que no podrían prevalecer contra ellos: y el estaba ya preso con hierros, y que si peleasen contra los Españoles, temía que ellos le matarían. Como esto oyeron los Mejicanos, comenzaron un murmullo entre sí, significativo de gran disgusto y braveza; y uno dellos comenzó á decir que es lo que dice ese bellaco de Moctezuma bardojade los Españoles? y luego todos comenzaron a dar grita y tirar dardo contra ellos, y los Españoles que con ellos estaban, amparábanlos con sus rodelas para que no los hiriesen: y comenzaron a pelear por todo el rededor de la Casa: y los Españoles con Moctezuma y con Itziquauhtzi, bajáronse de la azotea, y pusieron cerco los Indios, a todas las casas reales, y guardaban con gran diligencia que ningún bastimento les entrase; y sobre esto mataban los de a fuera, a todos aquellos que entendían, que les metían bastimento ó armas, y así murieron muchos sin culpa, solamente por sospecha que iban á meterles bastimento ó armas, ó a llevarles algunas mensagerías ó á traerlas, y por cualquiera señal [65]que entendían que alguno era de la parte de los Españoles, ó los favorecía por cualquier a vía, luego les achacaban, y daban grita, diciendo mueran, mueran los traidores; y muchos fueron muertos que ni hacían, ni iban con intenciones de hacer cosa semejante: y por esta causa todos cuantos servían de comida, ó de cualquiera otra cosa á los Españoles, y a los que con ellos estaban, se ausentaron y escondieron de temor de la muerte. Es tubieron de esta manera cercados los Españoles, ocho dias, que ningunos bastimentos les entraban: y los de fuera en este tiempo hacían fosos y albarradas, en rededor de las casas reales, para que nadie entrase ni saliese, y por todas partes cerraron los caminos fuertemente, con fosos y vallados.

Para citar:
Sahagún, Bernardino de , Historia general de las cosas de la Nueva España, , University of Utah, 1989 [1840], pp. 58-65
Lugar(es):
  • Templo Mayor
Persona(s):
  • Hernando Cortés
  • Moctezuma Xocoyotzin
  • Izcuauhtzin