Mizquic y Cuitlahuac. Acuerdos, conflictos y alianzas con los ejércitos conquistadores (1519 - 1521)

§ Preludio

En este artículo ahondaré en el papel que jugaron los altepeme de la chinampaneca integrada por Iztapalapa, Iztacalco, Mexicaltzinco, Xochimilco, Cuitláhuac, Mizquic y Chalco, con especial atención a los casos de los mizquica y cuitlahuaca, en el proceso conquista de la capital mexica.

La guerra que se desató en torno a las ciudades de Tenochtitlan y Tlatelolco no se podía realizar sin el control geopolítico de la chinampaneca. ¿Cómo se dio este control?, ¿qué tipo de alianzas se dieron entre los conquistadores con los locales?

§ 1

En noviembre de 1519 ocurrió el encuentro entre el ejército comandado por Cortés y sus aliados con los mizquica y los cuitlahuacas. Fray Juan de Torquemada narra que dicho ejército llegó a la Cuenca de México por el lado de la Sierra Nevada, pasó por Amecameca,  siguió a Tlalmanalco y después “salió el campo cuatro leguas a un pequeño lugar (cuya población está la mitad en el agua de la laguna y la otra mitad al pie de una sierra áspera y pedregosa) llamado Ayotzinco” (Torquemada, Vol. 2, Libro IV, 1975: 148). El mismo Torquemada refiere que “aquella noche quisieron intentar de matar a los castellanos, pero Fernando Cortés iba con tanto cuidado que sus centinelas y un pequeño cuerpo de guarda, que extraordinariamente puso, mataron veinte hombres que iban a reconocer” (Torquemada, Vol. 2, Libro IV, 1975: 148). Al día siguiente, según el mismo religioso, llegó una delegación presidida por Cacamatzin el tlatoani de Texcoco y sobrino de Moctezuma para informarle a Cortés que lo acompañarían en su camino a Tenochtitlan.

Esta batalla marginal para la historiografía de la Conquista cobra especial relevancia para nosotros ya que Ayotzinco está muy cerca de Mizquic. ¿Los mizquica habrán participado en esta batalla?, ¿habrían formado parte de la de la delegación que llegó al día siguiente?, ¿o simplemente se mantuvieron expectantes de lo que sucediera?

Cortés, sus hombres y aliados continuaron su camino hacia México. Bernal Díaz del Castillo dice en un párrafo que tachó de su manuscrito: “[…] e fuimos a dormir a otro pueblo que está poblado en la laguna, que me parece se dice Mezquique, que después le puso nombre de Venezuela, tenía tantas Torres y grandes cués que blanqueaban, y el cacique de él y principales nos hicieron mucha honra, y dieron a Cortés un presente de oro y mantas ricas, que valdría el oro cuatrocientos pesos; y nuestro Cortés les dio muchas gracias por ello […]” (Bernal, Cap. LXXXVII, 1999: 159).

Más adelante agrega que los naturales de Mizquic le dijeron a Cortés que “estaban muy mal con Montezuma [sic], de muchos agravios que les había hecho, y se quejaron de él. Y Cortés les dijo que presto se remediaría…” (Bernal, Cap. LXXXVII, 1999: 159).

Lo más probable es que no visitaran Mizquic (incluso, él mismo corrigió esto en su manuscrito). Ya que para este momento los caminos que transitaron los futuros conquistadores fueron por tierra. No contaban con la infraestructura para navegar los lagos y por ende Mizquic fue una ciudad que sólo pudieron apreciar a la distancia ya que se encontraba en una isla inaccesible para ellos. No así Cuitláhuac, que contaba con dos calzadas (construidas mucho tiempo antes) que unían a la isla con tierra firme. 

Como quiera que sea, vale la pena imaginar cómo fue aquel día, las comunidades estaban expectantes del paso de esa caravana exótica. Torquemada dice que “era cosa notable la gente que salía de Mexico y de los lugares de la laguna a ver los castellanos, maravillándose de sus vestidos, barbas, armas, caballos y de la novedad que mostraban” (Torquemada, Vol. 2, Libro IV, 1975: 149).

Las fuentes refieren que para Cortés Cuitláhuac fue la ciudad “más bella que hasta entonces había visto” (Clavijero, Libro VIII. Cap. 32, 2014: 468) y nada más al llegar, “el señor del pueblo salió a recibir a Cortés proveyó el ejército ya su ruego quedó allí aquella noche; habló en secreto con Cortés; díjole el deseo que tenía de salir de la sujeción de Motecuhzuma, dio de él muchas quejas y que si él y los suyos, como lo parecían, eran dioses, debía de poner en libertad muchos señores, en lo cual todos le ayudarían. Consolóle mucho Cortés y aseguróle que el gran señor Motecuhzuma haría lo que él le suplicase” (Torquemada, Vol. 2, Libro IV, 1975: 149).

Estando en Cuitláhuac, Cortés convocó al señor de Xochilmilco de nombre Tlatolcatzin y al de Mizquic quien se llamaba Chalcayaotzin (Códice Chimalpopoca, Anales de Cuauhtitlán, 199: 63) y les dijo “la razon de su venida” (Sahagún, Libro XII. Cap. XIV, 1577: 20v), también estuvieron presentes los señores de Tlalmanalco y Amecameca quienes “rescibieron de paz a Don hernando Cortes […] y tanbien todos se mostraron de paz estos pueblos de la china[m]pan”, posteriormente siguieron su camino a Iztapalapa” (Sahagún, L. XII, Cap. XIV, 1577: 20v).

En términos de la geopolítica de la Cuenca de México, los acuerdos de paz de este encuentro entre el ejército comandado por Cortés, con los pueblos de Amecameca y Tlalmanalco eran estratégicos pues estos altepeme eran la entrada al sistema de lagos de la Cuenca de México. Por otro lado, la paz con los altepeme de Cuitlahuac, Xochimilco y Mizquic era fundamental para que los hombres y aliados de Cortés pudieran permanecer dentro de la Cuenca de México.

Hasta este momento, los señoríos de la chinampaneca permanecieron, por decirlo de alguna manera, neutrales pues les permitieron el libre tránsito por sus territorios tanto terrestres como lacustres. ¿Este primer acuerdo, se podría considerar un tipo de alianza?

§ 2

Como es sabido, los hombres y aliados de Cortés llegaron a Tenochtitlan, vivieron dentro de la ciudad en calidad de huéspedes durante meses hasta que ocurrieron los sucesos de la fiesta de tóxcatl (mediados de mayo de 1520) cuando Pedro del Alvarado ordenó a sus hombres masacrar, sin justificación alguna, a la población civil de dicha ciudad.  Después se dió la derrota del ejército español y tlaxcalteca por los tenochcas y Tlatelolcas por lo cual salieron huyendo no sólo de Tenochtitlán sino de la Cuenca de México pues se retiraron a Tlaxcala.

Tiempo después, y antes del contra ataque de los derrotados, detonó la pestilencia de viruelas, sarampión y vejigas. Durante sesenta días murieron “gentes sin numero, muchos murieron de hambre por que no avia quien podiese hazer comida, los que escaparon desta pestilencia quedaron con las caras ahoyadas: y algunos los ojos quebrados”. (Sahagún, L. XII, Cap. XXIX, 1577: 53). 

No está claro dónde ocurrió el origen de esta epidemia, Sahagún refiere que primero golpeó a Tenochtitlan y a Tlatelolco y después se expandió hacia Chalco (Sahagún, Cap. XXIX, 1577: 53); mientras que Torquemada relata que “esta pestilencia comenzó en la provincia de Chalco” (Torquemada, Vol. II, Lib. IV, Cap. LXXIV, 1975: 232).

Independientemente de dónde se dieron los primeros casos, las fuentes no ofrecen información del número de víctimas en la región de Cuitláhuac, Mizquic y Chalco; pero eso no impide imaginar el impacto de este ataque biológico involuntario ni planeado. 

§ 3

En los primeros días de 1521 fue el regreso de los españoles y tlaxcaltecas fue por el lado de Texcoco, por la proximidad que tiene con Tlaxcala. Sin embargo, en la medida que se planeaba el asedio a Tenochtitlan, Cortés no podía dejar a un lado a los pueblos de la chinampaneca.

Clavijero señala que el capitán español deseaba vengarse de Iztapalapa pues ellos habían luchado en su contra en la derrota que tuvieron en Tenochtitlan; y para lo cual atacó y derrotó militarmente a Iztapalapa. Sin embargo, la gente de Iztapalapa rompió una calzada que fungía como dique y el agua inundó su ciudad cuyo resultado fue el ahogamiento de tlaxcaltecas y la pérdida del botín (Clavijero, L. X, Cap. 3, 2014: 542).

Los estrategas tlaxcaltecas y españoles debieron estar contrariados por esa victoria agridulce que no podía considerarse como tal, pues el agua había impedido que ganaran una plaza. Mientras  cavilaban cómo tener el control efectivo de la región se presentaron ante ellos embajadores de Mizquic, Otumba y otras ciudades (tres o cuatro) “alegando para merecer su gracia que, habiendo sido solicitados de los mexicanos para tomar las armas contra los españoles, jamás habían consentido. Cortés […] exigió de ellos, como condición necesaria para obtener su alianza, que le llevasen presos cuantos mensajeros les fuesen de México y cuantos mexicanos se presentasen en sus lugares. Prometiéronlo, aunque no sin dificultad, y en lo de adelante fueron siempre fieles a los españoles. A esta alianza siguió inmediatamente la de Chalco […] (Clavijero, L. X, Cap. 4, 2014: 542-543).

Clavijero no duda en llamar a estas pláticas como una alianza. Surgen varias dudas al respecto ¿afirmar que hubo alianzas se podría considerar como una característica de la narrativa triunfalista de las crónicas e historias escritas por españoles sobre la Conquista?

La duda de esta supuesta alianza en particular surge porque los acontecimientos posteriores no hacen parecer que hubiera existido tal. Pues al poco tiempo Bernal Díaz del Castillo señala que en Xochimilco se reunieron guerreros de Coyoacán, Huichilubusco, Iztapalapa y Cuernavaca y Mizquic y otros tres o cuatro pueblos que están poblados en el agua para atacar a las huestes y aliados de Cortés (Bernal, Cap. CXLV, 1999: 322).

No fue una batalla menor, las fuentes admiten (dentro de la narrativa épica) que fue una de las pocas ocasiones en las que el mismo Cortés, Pedro de Alvarado y Cristóbal de Olid resultaron heridos, además  de que varios prisioneros del ejército conquistador fueron llevados inmediatamente a Tenochtitlan para ser sacrificados. (Bernal, Cap. CXLV, 1999: 323; Clavijero, L. X, Cap.11, 2014: 554).

¿Qué estaba pasando?, ¿los mizquica habían roto la alianza? Habría que matizar estas aparentes traiciones. En esta etapa, la presencia de las huestes españolas y tlaxcaltecas en la región de los lagos ya era totalmente bélica.

Y si bien, en un primer momento Cuitáhuac, Mizquic, Iztapalapa, Xochimilco y el resto de la chinampaneca le habían permitido transitar con paz por sus aguas y territorios; ahora era una situación totalmente distinta. Los ejércitos conquistadores habían regresado a la Cuenca de México con las espadas desenvainadas y los macuahuime elevados pues se habían sentido traicionados por Iztapalapa y por eso la atacaron. Después continuaron contra Xochimilco en una batalla nombrada por Clavijero como “la conquista de Xochimilco”, en la que Cortés no pudo tomar el control absoluto del territorio pues tuvo replegarse para refugiarse en Coyoacán.

Difícilmente podremos conocer cuáles fueron los términos de las alianzas o acuerdos a los que se llegaban. Pero si le tomamos la palabra a los cronistas que afirman que los mizquica se aliaron de manera sumisa con Cortés, este acontecimiento revela que no hubo sumisión y que evidentemente los mizquica quedaron inconformes con Cortés y por tal motivo lo atacaron.

Es notoria la ausencia de Cuitláhuac en esta batalla, lo que nos revela que los distintos altepeme de la chinampaneca tenían intereses particulares en su relación con los conquistadores y cada uno tenía sus respectivas prioridades.

Esto nos da una idea de la tensión no sólo militar, sino política que había entre los mismos altepeme lacustres.

§ 4

Las huestes españolas, tlaxcaltecas y texcocanas continuaron con su objetivo principal, Tenochtitlan. El asedio a la capital mexica ya estaba en operación. El agua vibraba de tensión en toda la chinampaneca. 

§ 5

Estando sitiada Tenochtitlan, los ejércitos conquistadores tenían el inconveniente no resuelto de tener como enemigas a las ciudades de la chinampaneca ya que apoyaban a los mexica (Cortés, Tercera Carta de Relación, 2013: 172; Bernal, Cap. CLI. 1999: 344) a tal grado que, “podían haber hecho gravísimo daño a Cortés si a un mismo tiempo le hubiesen cometido sus tropas por una parte de la calzada y por otra las de México; pero por fortuna de los españoles no habían intentado hostilidad alguna en tiempo del sitio, quizá porque lo reservaban para ocasión más oportuna” (Clavijero, Libro X. Cap. 21, 2014: 567).

De hecho, Cortés aseguraba que “queriéndonos éstos tomarnos las espaldas, estábamos seguros con los diez o doce de caballo que yo mandaba andar por la calzada, y otros tantos siempre estaban en Cuyoacán, y mas de diez mil indios nuestros amigos”. (Cortés, Tercera Carta de Relación, 2013: 172).

El aliado consolidado que los españoles, tlaxcaltecas y texcocanos tuvieron al sur de los lagos de agua dulce fue a los chalcas, “a quienes no tenían cuenta la vecindad de tantos enemigos, procuraban atraerlos por una parte con promesas y por otra parte con amenazas y vejaciones y tanto pudo su importunidad y por ventura también el temor de la venganza de los españoles, que vinieron al campo de Cortés solicitando su alianza los vecinos de Iztapalapa, Mexicaltzingo, Colhuacan, Huitzilopochco, Mizquic y Cuitlahuac, que hacían una parte muy considerable del valle de México” (Clavijero, Libro X. Cap. 21, 2014: 567).

En este nuevo acercamiento de negociación los ejércitos conquistadores estaban mucho más empoderados que nunca y ellos los aceptaron “con la condición de que no solamente le ayudasen con gente y con canoas, sino también transportasen materiales y edificasen barracas en su campo; porque por falta de habitación en tiempo tan lluvioso como era aquel en que se hallaban, padecía mucho su gente” (Clavijero, Libro X. Cap. 21, 2014: 567).

Cortés afirma que que “ellos dijeron que las canoas y gente de guerra estaban apercibidos para cada día; y en el hacer de las casas sirvieron tan bien, que de una parte y de la otra de las dos torres de la calzada donde yo estaba aposentado, hicieron tantas, que desde la primera casa hasta la postrera habría más de tres o cuatro tiros de ballesta.

Clavijero refiere que la colaboración de los de la chinampaneca se tradujo en tres mil canoas que sirvieron para transportar materiales de los bergantines; construcción de barracas para los soldados conquistadores; y con víveres (Clavijero, Libro X. Cap. 21, 2014: 568), “de que teníamos hasta necesidad, especialmente de pescado y de cerezas” (Cortés, Tercera Carta de Relación, 2013: 179). Pero “no traían comida, sino muy poca y de mala gana” (Bernal, Cap. CLI, 1999: 344).

§ 6

El apoyo de los altepeme de la chinampaneca fortaleció a los ejércitos conquistadores en el sitio de la capital mexica, no sólo llevando víveres, construyendo ranchos, y en la logística de guerra. También lo hicieron con las armas.

Cortés no tardó en convocar a sus nuevos aliados de la chinampaneca para avanzar en la toma de las calzadas que entraban a Tenochtitlan “porque yo [Cortés] deseaba mucho que toda aquella calle se ganase, porque la gente del real de Pedro de Alvarado se comunicase con la nuestra y pasasen del un real al otro, y los bergantines hiciesen lo mismo” (Cortés, Tercera Carta de Relación, 2013: 180).

El sitio de Tenochtitlan se agudizaba, y fue cuando los mexica y tlatelolca se encontraban “fortalecidos en Tlatelolco” cuando llegaron los de Xochimilco, Cuitlahuac, Mizquic, Itztapalapa, Mexicatzinco y otros para presentarse ante Cuauhtémoc y le dijeron: “señor nosotros venimos a socorreros en esta necesidad, y para esto somos e[n]biados de nuestros mayores para pagar la deuda que devemos: y para esto emos traydo, restan aquí presentes los mejores soldados que entre nosotros ay paraque ayuden por agua y por tierra”. (Sahagún, L. XII, Cap. 33, 1577: 61v.)

Cuauhtémoc los aceptó, les dieron armas y cacao, “y luego los pusieron en el lugar donde avian de pelear. Y puestos en sus lugares todos començaron a pelear” (Sahagún, L. XII, Cap. 33, 1577: 61v. - 62).

Pero los de Xochimilco “començaron a robar para las casas donde estavan, solamente las mugeres, y niños y viejas, y mataron algunas mugeres y niños y viejas, y otros metieron en las canoas para llevarlos como esclavos. Algunos soldados de los mexicanos, vieron lo que pasava, y dieron aviso a los capitanes: y luego fueron contra ellos por agua y por tierra y començaron a matar en ellos y aprenderlos a todos los destruyeron y mataron, y de las mugeres y niños y viejas que avian captivado, y el robo no llevaron nada” (Sahagún, L. XII, Cap. 33, 1577: 62).

Cuauhtémoc se encontraba con Maieoatzin, el señor de Cuitláhuac, cuando “le informaron de la traición que cometieron los de Xochimilco y Cuitlaoac” (Sahagún, L. XII, Cap. 33, 1577: 62).

Maieoatzin “reprendio a aquellos q´ avian hecho mala obra”. Cuahutémoc le dijo al señor de Cuitláhuac: “hermano has tu officio, castiga esos que an pecado” (Sahagún, L. XII, Cap. 33, 1577: 62). Acto seguido ambos tlatoanis mataron a los guerreros capturados.

En esta serie de acontecimientos se hace evidente la crisis política-militar que existían en el interior de los altepeme de la chinampaneca. La alianza militar de los guerreros cuitlahuaca con los ejércitos conquistadores no contó con el respaldo de su Tlatoani. Recordemos que hasta antes de la escalada bélica contra Tenochtitlan y Tlatelolco el tlatoani era la “cabeza del Estado [y se le] adjudicaba sus derechos a los templos, al palacio, al ejército, a los nobles y a él mismo” (Castillo Farreras, 1996: 82). Con lo cual tenemos que no sólo la cadena de mando militar se había quebrantado, sino que también la estructura jerárquica de la sociedad cuitlahuaca.

El destino de Maieoatzin quedó al margen de su pueblo, puesto que la élite militar o quizá otra rama dinástica eligió continuar peleando al lado de los ejércitos conquistadores.

Por otro lado, la suerte de la población civil de Xochimilco residente tanto en Tenochtitlan como en Tlatelolco fue trágica, pues también fue asesinada como parte del castigo de los ataques cometidos por los guerreros xochimilca.

§ 7

El apoyo militar de la chinampaneca a los ejércitos conquistadores era ya irreversible. Formaron parte de las estrategias bélicas en el sitio de Tenochtitlan y Tlatelolco: “los españoles y los tlaxcaltecas combatían por tierra […] y de la parte del agua peleavan los de xuchimiclo y los de cuitlaoac, y los de mizquic, los de coyoacan, y los de Itztapalapan” (Sahagún, L. XII, Cap. 35, 1577: 70).

§ 8

La caída de Tenochtitlan y Tlatelolco ya era inminente, el apoyo militar lacustre de la chinampaneca contribuyó en gran medida al triunfo de los ejércitos de Tlaxcala y el comandado por Cortés.

§ Epílogo

La irrupción militar hispana y tlaxcalteca en la Cuenca de México provocó distintas reacciones en los altepeme de la chinampaneca que los llevaron a implementar diversas estrategias: primero fue la paz; después hubieron negociaciones que las fuentes califican de alianzas; surgieron presiones e inconformidades que se atendieron con las armas; detonaron crisis de poder al interior de los altepeme; para concluir en el apoyo militar a las filas de los ejércitos conquistadores en el sitio de Tenochtitlán y Tlatelolco.

Después de la caída de la capital mexica, Cortés repartió seis pueblos de la chinampaneca para formar los propios de la ciudad de México. Éstos fueron Iztapalapa,  Huichilubusco, Mexicaltzinco, Culhuacán, Cuitláhuac y Mizquic (Archivo mexicano, 1852: 235).

 

Fuentes consultadas

  • Archivo mexicano. Documentos para la historia de México. Sumario de la residencia tomada a D. Fernando Cortes, gobernador y capitán General de la N.E. Y a otros gobernadores y oficiales de la misma. T. I. Paleografiado del original por el Lic. Ignacio Lopez Rayon. México: Tipografía de Vicente García Torres, 1852.
  • Códice Chimalpopoca: Anales de Cuauhtitlán y Leyenda de los Soles. Primo Feliciano Velázquez (trad.), Miguel León-Portilla (prefacio). 3ra ed. México: Instituto de Investigaciones Estéticas-UNAM, 1992. (Facsímiles Primera Serie Prehispánica, 1).
  • Cortés, Hernán. Cartas de Relación. 24a ed. México: Porrúa, 2013.
  • Díaz del Castillo, Bernal. Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Joaquín Ramírez Cabañas (Introducción y notas). 18ª ed. México: Porrúa, 1999.
  • Sahagún, fray Bernardino. Historia general de las cosas de Nueva España: el Códice Florentino. 1577. Biblioteca Laurenciana, Florencia. Disponible en: https://www.wdl.org/es/item/10623/view/1/1/
  • Javier Clavijero, Francisco. Historia Antigua de México. Mariano Cuevas (pról.) 12a ed. México: Porrúa, 2014.
  • Torquemada, fray Juan de. Monarquía indiana. De los veinte y un libros rituales y monarquía indiana, con el origen y guerras de los indios occidentales, de sus poblazones, descubrimiento, conquista, conversión y otras cosas maravillosas de la mesma tierra. Vol. 2. Libro IV. 3ra ed. (Primera edición UNAM). México: Instituto de Investigaciones Históricas - UNAM, 1975. (Historiadores y Cronistas de Indias 5). 

 

Para saber más

  • Castillo Farreras, Víctor M. Estructura económica de la sociedad mexica según las fuentes documentales. Miguel León-Portilla (Pról.). México: Instituto de Investigaciones Estéticas-UNAM, 1996. (Serie Cultura Náhuatl: Monografías, 13).

 

Para citar: Ricardo Flores Cuevas, Mizquic y Cuitlahuac. Acuerdos, conflictos y alianzas con los ejércitos conquistadores (1519 - 1521), México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/3013/3010. Visto el 09/05/2024