Los tarascos y su participación en la minería novohispana

La minería en Michoacán tiene antecedentes de la época prehispánica, por lo que el estudio de su desarrollo es de mucha importancia. En la década de 1520, los españoles dirigieron sus pasos hacia Michoacán en busca de metales preciosos y desde entonces los sitios de extracción de oro, plata, cobre y otros metales fueron muy valorados por ellos, de manera que esta población se convirtió en mano de obra fundamental en las minas del septentrión en la Nueva España durante la época colonial.

La minería novohispana tiene importantes antecedentes prehispánicos en Michoacán, por la razón de que los tarascos lograron desarrollar la metalurgia con técnicas avanzadas en el contexto mesoamericano, así como por el uso y el simbolismo que representaron los objetos producidos. Los testimonios nos muestran que las aleaciones de metales como el cobre, oro, plata, estaño y arsénico permitieron a los metalurgistas tarascos, elaborar no solo piezas ornamentales como cascabeles, brazaletes, collares y pequeñas pinzas, sino también en el sentido utilitario en la agricultura con la coa y las hachas, en la pesca con anzuelos, así como en la guerra con las puntas de lanzas y macanas. Este conocimiento y la existencia en Michoacán de yacimientos de cobre y otros metales, fue motivo de conquista por parte de los mexicas de la Triple Alianza en el último cuarto del siglo XV, intentando así el dominio de Michoacán con numerosos ejércitos aliados. Sin embargo, los tarascos derrotaron a los invasores mexicas y así se mantuvieron hasta la llegada de los españoles.

Los europeos muy pronto se enteraron de las riquezas en metales preciosos de Michoacán y del poderío tarasco, de manera que la década de 1520 está marcada por ese interés y el saqueo de tesoros de la nobleza gobernante. Es paradigmático el papel del propio Hernán Cortés en la extracción de plata en Tamazula, en el sur de Jalisco, entre 1524 y 1528, enviando trabajadores tarascos desde la capital Tzintzuntzan a su explotación. A partir de esta experiencia, encomenderos, mineros y buscadores de metales preciosos, emplearon a los trabajadores disponibles de Michoacán como mano de obra en las minas, las que se iban descubriendo e iniciando así su explotación sistemática. Bajo los diferentes sistemas de trabajo que se fueron implementando en la Nueva España, como el servicio personal obligatorio, el repartimiento de operarios, los sistemas de contratación libre y otros, la población indígena de Michoacán se convirtió en un reservorio de trabajadores para las minas.

El sistema de repartimiento de trabajadores, retribuido y obligatorio para los pueblos de indios, bajo un programa de “tanda y rueda”, fue la forma más importante de proveerse de mano de obra en las minas de Guanajuato, desde su descubrimiento en la década de 1550 y hasta el siglo XVIII, en forma recurrente. En el caso de Zacatecas, los sistemas de trabajo predominantes fueron por la vía de contratación libre. En el caso del Real de San Pedro, en San Luis Potosí, acudieron los tarascos al trabajo minero, iniciada la explotación en los últimos años del siglo XVI, principalmente bajo la contratación. No obstante, en todo momento, la pugna y competencia entre los mineros guanajuatenses y potosinos por la mano de obra tarasca estuvo presente.

De esta manera, la necesidad de la fuerza de trabajo indígena, la conveniencia de retener a los trabajadores en forma permanente y lograr estabilidad laboral en los centros de producción, así como también, las propias migraciones de pueblos de indios atraídos por el desarrollo de los centros mineros en el septentrión de la Nueva España, derivó en el establecimiento de trabajadores en dichas zonas. A partir de estos desplazamientos se crearon caseríos, barrios de indios, así como fundaciones que con el tiempo se convirtieron en dinámicos pueblos, villas y ciudades multiétnicas. Son característicos de estos nuevos centros de población el asentamiento de tarascos muy cerca del mineral de Taxco, en donde construyeron sus casas, estancias y lo que se conoció, hacia 1560, como los ranchos del hospital de los tarascos, de donde proveyeron de carbón a las minas. Otro caso es el establecimiento de tarascos en el valle de Irapuato desde el último cuarto del siglo XVI, donde desarrollaron la agricultura y la ganadería que nutrió de alimentos a las minas de Guanajuato; o bien el caso de Zacatecas, en donde igualmente formaron sus barrios, y bajo la contratación libre abastecieron de mano de obra al mineral. Pero no solo eso, pues también practicaron el comercio desde Michoacán llevando productos propios como madera y muebles, cueros de ganado, textiles, alimentos en granos, etcétera.

La mano de obra de los tarascos fue factor importante en la minería novohispana principalmente en el septentrión, la cual estuvo acompañada con dos labores que dejaron huella: el acompañamiento en la guerra en contra de los pueblos hostiles a la conquista hispana y, en segundo lugar, la colonización y el poblamiento de los vastos territorios del norte de la Nueva España. 

 

Relación de imágenes

1. Lienzo de Jucutacato.

(https://mediateca.inah.gob.mx/repositorio/islandora/object/codice%3A1610)

Detalle en el que se muestra la llegada de nahuas a la Tierra Caliente de Michoacán en busca de minas de cobre, el proceso de fundición y la extracción de este metal en los cerros, así como la posterior entrega de tributos al soberano uacúsecha, como coas, jícaras y otros objetos.

2. Descripción de las aguas superficiales de Irapuato, Guanajuato en mapa del año 1798, en Cruz Cuellar, María Teresa, Aguas superficiales de Irapuato 1754-1805 (descripción), Irapuato, Presidencia Municipal de Irapuato, 2003. Detalle del camino real en el que se muestra la ruta que seguían los trabajadores “tanderos” de Michoacán a Guanajuato, a cumplir con sus obligaciones laborales en el real minero.

 

Para saber más:

  • Cruz Cuellar, María Teresa, Aguas superficiales de Irapuato 1754-1805 (descripción). Irapuato, Presidencia Municipal de Irapuato, 2003.
  • León, Nicolás, Los tarascos. Notas históricas étnicas y antropológicas. México, Imprenta del Museo Nacional, 1904, pp. 20-21.
  • Paredes Martínez, Carlos S., Al tañer de las campanas. Los pueblos indígenas del antiguo Michoacán en la época colonial. México, CIESAS, CDI, 2017.
  • Roskamp, Hans, “Historia, mito y legitimación: el lienzo de Jicalán”, en La tierra caliente de Michoacán, José Eduardo Zárate Hernández (coordinación editorial). México, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 2001, pp. 119-151.

 

Para citar: Carlos Salvador Predes Martínez, Los tarascos y su participación en la minería novohispana, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2980/2954. Visto el 11/05/2024