Tianguis, mercados y circuitos comerciales durante la época colonial

La llegada de los españoles y el paulatino asentamiento de la colonización europea a lo largo del siglo XVI modificó las estructuras socioeconómicas de los diferentes señoríos y pueblos indígenas. En el caso de los mercados y de los circuitos comerciales, destacamos cinco factores que impactaron y cambiaron la organización de los tianguis y las redes comerciales nativas: la participación de nuevos grupos sociales (europeos, criollos, mestizos, africanos y asiáticos); la integración de nuevos productos de origen europeo, asiático y sudamericano; el desarrollo de la minería; la introducción del sistema monetario; y, por último, el incremento del flujo y el volumen de determinadas mercancías por el uso de bestias de carga y la construcción y mejoramiento de los caminos.

Sin embargo, también notamos algunas continuidades. Durante la época colonial el mercado o la plaza siguió siendo el lugar donde se encontraban cientos de personas de diferente estatus social. Ejemplo de ello son los lienzos coloniales con imágenes del tianguis de la Plaza Mayor de la ciudad de México, el cual sustituyó al de época prehispánica establecido en Tlatelolco, que reflejan la diversidad de la población del virreinato novohispano. En las distintas regiones indígenas los tianguis (tianquiztli en náhuatl, litamáw en totonaco, yahui en mixteco queya toche toche en zapoteco, que significa feria, plaza o mercado) se mantuvieron como espacios donde las familias intercambiaban alimentos, información, productos y manufacturas que producían por bienes artesanales que requerían. Los tianguis articularon la economía de subsistencia indígena con formas europeas de extracción, explotación y acumulación de riqueza. Hasta el día de hoy, en zonas como los valles centrales de Oaxaca, se mantiene un sistema de mercados ancestral: a lo largo de la semana se organiza un día de plaza que se va rotando en los mercados de los pueblos más importantes. En el día asignado a este evento, se le denomina tianguis al conjunto de puestos que solo se establecen en aquel momento y que suelen ofrecer mercancías tanto de pueblos y regiones circunvecinas como de lugares más lejanos.

De regreso a los cambios generados en el siglo XVI, observamos que, en cuanto a los productos comerciados, algunos de ellos sustituyeron a otros –las plumas dejaron de ser demandadas y en su lugar se consumieron mayormente telas como el paño, mientras que ciertos productos y manufacturas –la grana cochinilla, el algodón, el tabaco y el cacao– y metales –el oro y la plata– aumentaron su producción debido a la creciente demanda europea. Haciendo un balance general y desde el punto de vista de la oferta de objetos de intercambio, ésta se enriqueció con una variedad de mercancías provenientes de otros continentes. Respecto al traslado de las mercancías, éste aumentó debido a la mayor capacidad de carga que brindaban las recuas de mulas que poco a poco sustituyeron a los tamemes o cargadores indígenas. De igual forma, la adaptación de los caminos al paso de las bestias y de las carretas agilizó el transporte de mercancías.

Por otro lado, los circuitos mercantiles que antes giraron principalmente en torno al pago de tributos y el comercio de objetos suntuarios, en la época colonial se articularon a partir de nuevas actividades económicas como la minería, la ganadería y el establecimiento de haciendas. En este contexto surgieron los repartimientos de mercancías que funcionaron a manera de ejes integradores de las poblaciones periféricas al sistema colonial. Este mecanismo comercial enlazó las economías locales a los mercados foráneos y facilitó el cobro a los indios de los diferentes tributos que el monarca español les había impuesto. Al mismo tiempo este sistema mantuvo la red de funcionarios encargados de administrar los territorios de la corona y fomentó la explotación de la mano de obra de los indígenas de regiones que se especializaron en productos de exportación. Además del repartimiento de mercancías existieron otros circuitos comerciales. Nos referimos a los sistemas de abastecimiento de las zonas mineras donde no había abundante población indígena, lo que dio lugar a la creación de ranchos y haciendas que se ocuparon de suministrar los productos básicos a los reales de minas. Otras regiones que se especializaron en la ganadería, la producción de azúcar y la agricultura, en el centro y el norte del virreinato, dieron lugar a circuitos mercantiles con características propias. Todos ellos se enlazaron, a su vez, a sistemas más amplios de intercambio con los mercados europeos, asiáticos, africanos, de Centroamérica y de Sudamérica a través de las llamadas ferias de Acapulco y de Jalapa. Tales eventos comerciales de carácter temporal se realizaron al arribo de la Nao de China o Galeón de Manila al puerto de Acapulco y de la flota (conjunto de barcos mercantes procedentes de España) al puerto de Veracruz. La feria de Acapulco se organizó anualmente desde 1565, mientras que la de Jalapa inició en 1720, sin regularidad debido a que la flota proveniente de Cádiz no mantuvo un calendario estable.

A nivel general, observamos que durante el periodo colonial se conectaron al comercio internacional tanto las zonas cercanas a los asentamientos españoles como aquellas más alejadas. Notamos que durante este período las dinámicas de producción de las regiones novohispanas estuvieron sujetas a fenómenos externos e internos. En otras palabras, vemos que, a los factores locales climatológicos como las sequías, epidemias y temporales, así como los de carácter social –por ejemplo, los conflictos interétnicos– se sumaron las guerras de la corona española con otras potencias europeas o la especulación de los comerciantes de la Ciudad de México, Sevilla y Cádiz.

 

Para saber más:

  • Malinowski, Bronislaw y Julio de la Fuente. La economía de un sistema de mercados en México. México, Universidad Iberoamericana/CIESAS/INAH/CONACULTA, 2011.
  • Grosso Juan Carlos y Jorge Silva Riquer (comp.). Mercados e historia. México, Instituto Mora, 1994.
  • Ouweneel, Arij y Cristina Torales (comps. y coords.). Empresarios, indios y estado. Perfil de la economía mexicana (siglo XVIII). México, Universidad Iberoamericana, 1994.
  • Pastor, Rodolfo, “El repartimiento de mercancías y los alcaldes mayores novohispanos: un sistema de explotación, de sus orígenes a la crisis de 1810”, en Woodrow Borah (coord.), El gobierno provincial de la Nueva España, 1570-1787. México, UNAM, 1985.

 

Para citar: Huémac Escalona Lüttig, Tianguis, mercados y circuitos comerciales durante la época colonial, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2978/2954. Visto el 11/05/2024