Estrategia y poderío militar en la Cuenca de México en mayo de 1521

Las campañas militares y diplomáticas llevadas a cabo en los primeros meses de 1521 transformaron las condiciones militares en la Cuenca de México. La posición estratégica de Tenochtitlan, antes considerada segura por sus redes imperiales, el control naval de la región lacustre y un relativo balance numérico frente a sus enemigos, se fue deteriorando dramáticamente.  El éxito de las campañas militares de los aliados indígena-españoles, junto con la mortandad de la epidemia de viruela de 1520 y otros factores debilitaron a los mexicas. Al mismo tiempo, la alianza fue incorporando nuevos grupos étnicos y consolidando su posición y poderío.

 

SITUACIÓN MILITAR Y DESPLIEGUE ESTRATÉGICO A PRINCIPIOS DE MAYO DE 1521.

A principios de 1521 Tenochtitlan presenciaba el derrumbe de la Triple Alianza y con ella, del poderío militar del imperio. Las medidas militares y diplomáticas de los aliados indígenas y españoles habían debilitado la posición militar mexica. El núcleo del poder imperial había sido la Hueitlahtocáyotl Tenochtitlan-Texcoco-Tlacopan, apoyada en las regiones tributarias y estratégicas cuyos recursos le permitían movilizar enormes recursos y desplegar contingentes casi siempre numéricamente superiores a sus enemigos. Como muestra Miguel Pastrana en su amoxtli de la semana pasada, este entramado de relaciones se había resquebrajado sin remedio. Las campañas punitivas contra los rebeldes o quienes se cambiaron de bando fracasaron ante la reducción del poderío militar. En camino de la diplomacia corrió la misma suerte. A pesar de buscar fortalecer sus alianzas mediante ofertas de reducción tributaria y otras dádivas, así como de creación de nuevos lazos con los tlaxcaltecas y los purhé de Michoacán, no lo consiguieron. La combinación del recuerdo de conflictos anteriores, desconfianza frente al cumplimiento de las ofertas de paz y, probablemente, darse cuenta del creciente poderío de la alianza entre indígenas y españoles impidieron la consolidación del frente de la Triple Alianza.

Cuauhtémoc, huei tlahtioani mexica, parece haber tomado en cuanta la nueva realidad militar al planear la defensa de Tenochtitlan. Aunque diversas ciudades permanecieron leales hasta la derrota final, el hecho de que la Hueitlahtocáyotl se había resquebrajado lo obligó a replegar sus fuerzas. El cambio de bando de Texcoco, cuya incorporación junto con nuevos contingentes a la alianza indígena-española revirtió el equilibrio numérico de los contingentes. Desde los meses de abril y mayo los tenochcas tuvieron una marcada inferioridad, obligando a seguir una estrategia fundamentalmente defensiva, marcada por frecuentes ataques y contraofensivas. El emplazamiento central de las ciudades de Tenochtitlan-Tlatelolco permitiría a los mexicas aprovechar su fuerza naval para desplegar con rapidez sus mermados ejércitos al actuar en líneas interiores.

En la alianza indígena-europea la situación militar era la opuesta. Por consejo de los principales nobles guerreros tlaxcaltecas, según Bernal Díaz del Castillo, la estrategia de la alianza indígena-española se había transformado a finales de 1520. Abandonaron la idea de tomar en la capital mexica mediante una ofensiva terrestre frontal y en su lugar desarrollaron una campaña que podría resultar semejante a la guerra total. Los ataques preparatorios ocuparon ciudades que permanecían leales a los tenochcas, esclavizaron a sus habitantes, demolieron sus fortificaciones y destruyeron su capacidad para apoyar en el esfuerzo de guerra. Los valles de Morelos, Puebla y Toluca, alrededor de la Cuenca de México, fueron víctimas de esta primera fase militar y su devastación contribuyó a debilitar la posición logística de Tenochtitlan. Al mismo tiempo, los españoles junto con decenas de miles de trabajadores indígenas bajo la dirección del maestre Martín López, comenzaron la construcción de trece bergantines en Texcoco.

Las ofensivas que posibilitaron emprender la campaña definitiva contra los mexicas fueron acompañados de esfuerzos diplomáticos para conseguir su apoyo para el asedio final. El fortalecimiento de las alianzas entre diversos grupos indígenas y los españoles se aceleró tras el éxito de las campañas militares contra Chalco, Cuauhnáhuac (Cuernavaca) y Yautepec en abril. No todas las ciudades y unidades políticas que abandonaron a la Triple Alianza se unieron a los aliados indígena-españoles, pero cada deserción fue debilitando la capacidad tenochca para llevar a cabo la guerra.

El 27 de abril de 1521 fue terminada y botada la flotilla de trece bergantines que Hernán Cortés había considerado fundamental para obtener la necesaria superioridad naval en los lagos. Esta innovadora flota le permitiría destruir el control lacustre ejercido por los miles de canoas tenochcas, que hasta entonces había neutralizado todos sus ataques. Los bergantines eran embarcaciones europeas, pero adaptadas a las condiciones lacustres por su fondo relativamente plano. Medían 12 metros y medio, salvo la capitana que tenía poco menos de 15 metros de eslora y su tripulación era de 25 españoles, incluyendo 12 ballesteros y arcabuceros, otros tantos remeros y un capitán, siendo artillados con cañones, probablemente los descritos como “tiros pequeños de bronce”.

El recuento de las fuerzas aliadas: mirando la victoria. El 28 de abril, marcando justamente el inicio de la campaña que terminaría con el asedio y toma de Tenochtitlan-Tlatelolco, las fuerzas españolas llevaron a cabo un alarde. Esta revista de los efectivos militares fue ordenada por Cortés con varios propósitos y descrita en un amoxtli de Martín Ríos Saloma. El primero fue aquilatar la cantidad y calidad de soldados y armamento para distribuirlos entre los principales capitanes. El segundo fue contar con un inventario para futuras recompensas y reclamaciones. En tercer lugar, aprovechó su reunión para dar un discurso-arenga con el que fue construyendo su propia narrativa como conquistador heroico. Al día siguiente narra Cervantes de Salazar, los tlaxcaltecas “realizan el propio alarde”, mostrando la disparidad de las fuerzas aliadas: entre cien y 150 mil indígenas solamente de ese grupo étnico según varios cronistas españoles. Considerando que los contingentes acolhuas y huexotzincas sumarían otro tanto, la superioridad numérica contra los mexicas era evidente. Los aliados tendrían entre 200 y 300 mil combatientes, incluyendo unos mil españoles para enfrentar a los reducidos ejércitos de Tenochtitlan.

CONCLUSIÓN.

Los primeros meses de 1521 fueron decisivos para el equilibrio de las fuerzas que combatirían por el dominio de Tenochtitlan y el control de la Cuenca de México. La estrategia seguida como Cuauhtémoc no logró impedir el avance militar de la alianza indígena-española ni revertir el proceso de resquebrajamiento y derrumbe del sistema imperial de la Triple Alianza. El cerco de los ejércitos aliados se fue cerrando mediante su aplastante superioridad numérica, el cierre del apoyo logístico al esfuerzo de guerra tenochca y el desarrollo de una estrategia basada en el control naval de los lagos. A mediados de mayo la situación militar permitiría a los aliados iniciar la campaña final, enfrentada por una valiente y desesperada resistencia de la capital imperial.

 

Para saber más

  • Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, México, Editorial Porrúa, 2008.
  • C. Harvey Gardiner, Naval Power in the Conquest of Mexico, Austin, University of Texas Press, 1956.
  • Francisco Cervantes de Salazar, Crónica de la Nueva España, Madrid, Editorial Atlas, 1971.
  • Hernán Cortés, Cartas de relación, 25ª edición, México, Editorial Porrúa, 2018.
  • Ross Hassig, Mexico and the Spanish Conquest, Norman, University of Oklahoma Press, 2006.

 

Para citar: Carlos Brokmann, Estrategia y poderío militar en la Cuenca de México en mayo de 1521, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2680/2676. Visto el 05/05/2024