Xochimilco, 1521. Las encrucijadas del poder en la Cuenca de México

Los estudios arqueológicos muestran indicios de que la región de Xochimilco ha tenido ocupación humana desde, aproximadamente, el 1500 a.C. No obstante, se cree que los xochimilcas contemporáneos de los mexicas llegaron a la Cuenca entre el siglo X y XI d.C., ya que estos figuran como uno de los primeros grupos que arribaron a la región tras una larga migración, cuyo punto de origen fue la semi-mítica cueva séptuple, Chicomóztoc.

En el siglo XVI, Xochimilco participó activamente en el conflicto entre Tenochtitlan y el ejército indígena-hispano liderado por Hernán Cortés: primero como aliados de los tenochcas y después como aliados del extremeño. En este sentido, los xochimilcas fueron parte de los “indios conquistadores”, al menos en las últimas etapas del asedio a la gran ciudad mexica. Llama la atención la sagacidad de los xochimilcas, quienes, al igual que otros pueblos, anticiparon el resultado de la guerra y modificaron su sistema de alianzas con la esperanza de obtener el mejor resultado posible para sí mismos. Esta actitud no era algo inusitado, pues para 1521 Xochimilco poseía una experiencia centenaria sobre las complejas dinámicas del poder en la región que habitaron.

Los mexicas llegaron a la Cuenca en el siglo XIII y desde un inicio tuvieron una relación complicada con el resto de los pueblos ya asentados en la zona. Xochimilco fue uno de los grupos que, en más de una ocasión, formarían alianzas para rechazar a los recién llegados y, posteriormente, para impedir que estos se hicieran demasiado poderosos. La presencia de los mexicas unió a tepanecas, culhuacanos, xochimilcas y otros, sin embargo, esta situación no perduró, pues años después todos estos pueblos se enfrentarían entre sí y cambiarían constantemente de bando ante los momentos de reacomodo político.

En un principio, los mexicas quedaron sujetos a Culhuacan y fue bajo su mandato que, en 1345, acudieron a la guerra contra Xochimilco. Posteriormente, los mexicas se librarían del dominio de Culhuacan, pero rápidamente se verían obligados a ser tributarios y aliados militares forzados de Azcapotzalco; así, en 1378, se enfrentaron de nuevo a los xochimilcas, esta vez para reafirmar la hegemonía tepaneca. Durante los años siguientes, Xochimilco actuó como aliado de los azcapotzalcas en al menos dos ocasiones: en 1410 contra los mexicas y en 1415, contra Mizquic y Cuiltáhuac.

En el siglo XV, los mexicas alcanzaron un considerable prestigio debido a sus éxitos militares y las alianzas matrimoniales que concertaron; no obstante, también en este siglo se dio la ruptura entre Tenochtitlan y Azcapotzalco. Los relatos sobre la guerra entre tenochcas y azcapotzalcas son muy disímiles, sin embargo, algunos indican que Xochimilco, a pesar de su negativo historial con los mexicas, no acudió en auxilio de sus “amos” tepanecas.

Por otra parte, los xochimilcas tampoco se aliaron con los tenochcas, sino que más bien conservaron una actitud neutral, pues quizá consideraron que esta postura era la más adecuada para sus intereses, ante un conflicto cuyo resultado era incierto. Así pues, la guerra tenochca-azcapotzalca es un antecedente importante en el que se observa la inestabilidad y el dinamismo de las alianzas en la Cuenca, mismas que dependían de un balance de poder propenso a cambiar constantemente.

Xochimilco disfrutó de su autonomía por poco tiempo, pues fue sometida por Izcóatl, señor de Tenochtitlan entre 1427 y 1440; como resultado, los xochimilcas quedaron obligados a pagar tributo y presenciaron la repartición de gran parte de sus dominios entre los vencedores. Ahora bien, la importancia de Xochimilco era notable, pues era una región especialmente fértil que se beneficiaba de las aguas dulces del sistema de lagos de la Cuenca, lo que permitía el uso intensivo de chinampas, y aportaba numerosos recursos lacustres. Asimismo, el dominio de esta zona permitió que Tenochtitlan extendiera su influencia más al sur, hacia el actual territorio de Morelos.

A partir de 1521, los hispanos y sus aliados indígenas iniciaron una serie de movimientos militares cuyo fin era aislar a Tenochtitlan. En ese contexto, el ataque a Xochimilco fue el punto culminante de la “campaña del sur” efectuada por un ejército liderado por Cortés y compuesto principalmente por chalcas, huexotzincas y tlaxcaltecas; la captura de esta ciudad era un paso muy importante para atacar Tenochtitlan no solo por su cercanía, sino por el hecho de que era una de sus principales proveedoras de recursos alimenticios. Previamente, Cortés había asegurado con éxito a Huaxtepec, Tepoztlán y finalmente Cuauhnáhuac. No obstante, el resultado en Xochimilco fue más bien desfavorable.

En abril, el ejército hispano-indígena, asediado por el hambre y la sed, arribó a tierras xochimilcas. Las fuerzas lideradas por Cortés debieron vencer una feroz resistencia para entrar a la ciudad y, una vez guarecidas, casi quedaron atrapadas, pues debieron resistir intensos ataques, por agua y tierra, durante varios días. Al final, Cortés ordenó la quema de la ciudad y avanzó hacia Coyoacán, para luego regresar a Tetzcoco, su principal centro de operaciones.

 El ataque a Xochimilco resultó en algunas pérdidas, sobre todo de guerreros indígenas, para el ejército cortesiano y en la captura de por lo menos cuatro españoles que serían sacrificados. Sin embargo, la verdadera derrota fue la incapacidad de Cortés para someter de forma efectiva a la ciudad, sumarse la fuerza de sus guerreros y establecer “pie de playa” para atacar Tenochtitlan; por el contrario, los xochimilcas se mantuvieron firmes en su apoyo a la capital mexica, al menos en ese momento.

Algunas crónicas narran que los xochimilcas, aún después de la quema de su ciudad, no cesaron de aportar víveres, guerreros y canoas a la causa tenochca. La postura de Xochimilco no cambió sino hasta el último trayecto de la guerra, cuando la mayoría de los pueblos del lago se habían aliado con Cortés. Tal como ocurrió en el siglo XV, Xochimilco se anticipó al resultado del conflicto, que en este caso sí parecía certero, y trató de incluirse en el sistema de alianzas que se alzaba con la victoria.

Xochimilco no fue conquistada en un sentido estricto, sino que, en una coyuntura determinada, decidió cambiar su postura y así convertirse en conquistadora; su comportamiento estuvo dictado y respaldado por su larga experiencia navegando las intranquilas aguas del poder en la Cuenca. En ese sentido, Xochimilco forma parte de aquellos grupos que nos aportan otro de los numerosos y diversos relatos de la conquista.

 

Para saber más

  • Alvarado Tezozómoc, Fernando, Crónica mexicáyotl, 3ª ed., traducción de Adrián León, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1998, XXVII+188 p.
  • Battcock, Clementina, La guerra entre Tenochtitlan y Azcapotzalco: construcción y significación de un hecho histórico, México, tesis doctoral, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, 2008, 289 p.
  • Cortés, Hernán, Cartas y documentos, 2ª ed., introducción de Mario Hernández Sánchez-Barba, México, Porrúa, 2004, XXIII+614 p. (Biblioteca Porrúa de Historia, 2).
  • Díaz del Castillo Bernal, Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, 8ª ed., 2 v., introducción y notas de Joquín Ramírez Cabañas, México, Porrúa, 2008. (Biblioteca Porrúa de Historia, 6 y 7).
  • Durán, Diego, Historia de las Indias de la Nueva España e islas de la tierra firme, 3ª ed., 2 v., edición de Ángel María Garibay, México, Porrúa, 2006. (Biblioteca Porrúa de Historia, 36 y 37).
Para citar: Clementina Battcock, Andrés Enrique Centeno Vargas, Xochimilco, 1521. Las encrucijadas del poder en la Cuenca de México, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2608/2601. Visto el 28/04/2024