Arqueología y cine. El mundo prehispánico en 14 cintas...

La presencia de lo prehispánico y, con él, la de los acontecimientos de la Conquista en el cine nacional es variada. Lo es porque las maneras específicas en que se le aborda son el resultado de la combinación, en distintas épocas, de diversos elementos, como las concepciones sobre la época prehispánica, el conocimiento que de ella se tiene o el papel que se le atribuye en la identidad nacional. Propongo al amable lector que en esta nota hagamos un recorrido sucinto por algunos de los títulos que, ya sea de refilón o de lleno, se refieren a nuestro pasado prehispánico.

Creo que a la vista de las imágenes y las breves sinopsis que las acompañan se tendrá una buena idea de la variedad de acercamientos que ha producido nuestro cine, en serio o en broma, sobre la época anterior a la Conquista y, dicho sea de paso, también sobre quienes la estudian. Acercamientos, se vale decirlo, que para nada están exentos de exageraciones y gazapos de toda índole. Esto es especialmente notable en muchas de las cintas y, en tiempos recientes, en algunas de las series que se enfocan en la conquista. No abundaré en ello, pues por lo que sé esta nota va de la mano con contribuciones sobre el tema, elaboradas por especialistas, las cuales de seguro lo abordan con detalle.

Cabe señalar que existen notables excepciones en cuanto a ese tono generalizado de simplificación y recurrencia de lugares comunes, y que hay títulos que abordan con mesura, atención a la veracidad histórica e imaginación cada uno de los temas, por ejemplo, Cabeza de Vaca y Retorno a Aztlán.

Lo que viene a continuación está basado en una edición especial de Arqueología Mexicana que hice en 2013. Invito al interesado por profundizar en el tema a la consulta de este número, en especial a que revise la filmografía y la bibliografía incluidas en él. Después de esa publicación han aparecido varios títulos, que van desde la “clase” de historia antigua de México en No manches Frida 2 (2019) -que en la práctica hace las veces de auténtico diagnóstico sobre las falencias que hay que atender en la enseñanza y la difusión de nuestra historia prehispánica-, hasta cintas como Epitafio (2015) y series como Hernán (2019), en las cuales, de cierto modo, se ha intentado un acercamiento más adecuado al tema, si bien no lo han logrado del todo.

Va, pues, la selección anunciada, en la que no aparecen títulos enfocados claramente en la Conquista, ni la excelente Cabeza de Vaca, porque, como dije líneas arriba,  se enfocan en el tema de las notas que aparecen con la presente. Comienza la función:

 

[1]

Cuauhtémoc (1918). Esta biografía del último tlatoani mexica es un temprano ejemplo de la visión exaltada que caracteriza a varias de las cintas sobre la época prehispánica. El tlatoani aparece con miembros de su corte en un escenario fantasioso. Ésta es la cinta que llevó a Manuel Gamio a proponerse la filmación de Tlahuicole (1925).

 

[2]

Zítari (1931). Aunque sólo cuenta con música, en cierto modo es el primer film sonoro mexicano. Fue dirigida por Miguel Contreras Torres, productor de De raza azteca (1921) y director de Tribu (1934). La princesa azteca Zítari aparece en una ceremonia llevada a cabo en Teotihuacan y luego se le ve en la época actual contemplando las pirámides. Una copia fue rescatada y restaurada por la Filmoteca de la UNAM.

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¡Que viva México! (1931). Dirigida por uno de los directores más importantes del cine mundial, Serguei M. Eisenstein. Aunque no fue terminada, es una de las cintas que mayor influencia tuvieron en la estética de los filmes relacionados con la arqueología y los indígenas mexicanos. Compuesta por cinco partes que intentaban dar una visión de la historia de México; incluye en la correspondiente a la “evocación del pasado” tomas de zonas arqueológicas –principalmente de Teotihuacan y de Chichén Itzá–, en las que además de ponderar la belleza de las construcciones prehispánicas se les relaciona con la población indígena.

 

 

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Chilam Balam (1955). Transcurre hacia 1508 en Chichén Itzá (aunque cabe señalar que en realidad esta ciudad para entonces ya había sido abandonada). En el marco de una historia de amores frustrados, se muestra la vida de los mayas, si bien con un énfasis inadecuado en los sacrificios. Chilam Balam ha profetizado que vendrán tiempos difíciles para su pueblo, lo que acontece con la llegada de los españoles. Naya, hija de Chilam Balam, que se había escapado de su inmolación en el Cenote Sagrado, se enamora del hijo del conquistador Montejo y así se simboliza el comienzo de una nueva historia.

 

[5]

Retorno a Aztlán (In necuepaliztli in Aztlan) (1990). Es una de dos películas dirigidas por Juan Mora Catlett relacionadas con la época prehispánica, la otra es Eréndira Ikikunari (2006), que narra una historia ocurrida durante la conquista de Michoacán. Retorno a Aztlán se filmó en Malinalco y Santa Cecilia, estado de México; la cinta está hablada en náhuatl y aborda el mito según el cual los mexicas deben realizar un viaje mágico a Aztlán, su lugar de origen, y solicitar la ayuda de los dioses para acabar con una gran sequía.

Breve intermedio

Sin duda uno de los elementos claves en la conformación de una identidad nacional es el culto a la Virgen de Guadalupe. La historia de sus apariciones al indio Juan Diego es bien conocida, y a ellas el cine nacional ha dedicado varios títulos que engalanan las pantallas caseras cada 12 de diciembre. Un elemento común en la mayoría de estas cintas es la inclusión de una parte dedicada a la época prehispánica, lo que resulta lógico si se toma en cuenta que la tradición relaciona directamente a la Virgen con los indígenas recién conquistados. Entre las películas de la época muda del cine mexicano hay títulos dedicados a la virgen, tales como Tepeyac (1917) y La Virgen de Guadalupe (1918). La reina de México (1940) narra la historia de las distintas apariciones a Juan Diego, hasta que logra que las autoridades eclesiásticas le crean. En Alma de América (1941), el ranchero que narra la historia de México se refiere a las tradiciones sobre la Virgen y acude con su hijo a la celebración del IV centenario de la aparición. El “alma de América” a que alude el título de esta cinta es la propia Virgen. Por esas mismas fechas se realizó otro par de cintas dedicadas al tema: La Virgen morena (1942) y La Virgen que forjó una patria (1942); en esta última se muestra cómo Hidalgo elige como insignia el estandarte de la Virgen, pues ésta desde siempre ha estado del lado de los indígenas. Otras cintas de corte guadalupano son Las rosas del milagro (1959) y La Virgen de Guadalupe (1976).

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La Virgen morena (1942). Corre el año de 1531 y los indios sufren los abusos de los españoles. En represalia, un príncipe azteca rapta a Blanca, hija del virrey. Bernardino, tío de Juan Diego, queda herido en esa acción. Los españoles atacan a los aztecas y Blanca, que se ha enamorado de Tenoch, huye con ellos. En tanto, la Virgen se le aparece a Juan Diego, pero como no le creen, realiza el milagro de curar a Bernardino e imprime su imagen en el ayate de Juan Diego. Al final Tenoch se hace católico.

[7]

La Virgen que forjó una patria (1942). En vísperas del levantamiento armado contra la corona, Miguel Hidalgo cuenta que en 1528 un indígena observó cómo, al ver una cruz, un soldado español paró la matanza de indígenas que se realizaba, y así decidió hacerse católico. El indígena era Juan Diego. Como los enfrentamientos entre indígenas y españoles continuaban y nadie hacía nada por los primeros, la Virgen se le aparece a Juan Diego para protegerlos, y es por esa razón que Hidalgo decide iniciar su lucha enarbolando el estandarte con la imagen de la Virgen.

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Las rosas del milagro (1959). Consta de dos partes. En la primera, Citlalli, una princesa azteca hija de Moctezuma, se enamora del huejotzinga Nonoatzin, enemigo de su padre,  quien ordena atacar Huejotzingo. Nonoatzin es sacrificado (en una ceremonia que tiene lugar en Teotihuacan) y Citlalli se suicida. En la segunda parte se narran las apariciones de la Virgen a Juan Diego.

[9]

La Virgen de Guadalupe (1976). Témoc, un guerrero azteca que lucha por conservar su cultura ante los españoles, secuestra a la hija del virrey. Esto ocurre en 1531 mientras al indio Juan Diego se le aparece la Virgen. Al final, conmovido por las apariciones, Témoc (Valentín Trujillo) devuelve a la hija del virrey, de la que se ha enamorado, y se convierte a la fe católica. Para las partes filmadas en escenarios prehispánicos se utilizó el Museo del Anahuacalli, construido por Diego Rivera.

 

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El signo de la muerte (1939). El director del Museo arqueológico, el doctor Gallardo, se cree hijo de Quetzalcóatl y realiza sacrificios de doncellas. Cantinflas, que es su ayudante y a ratos da visitas guiadas en el museo a los turistas, ayuda a un periodista a descubrir al sabio loco y así evitar que siga con sus fechorías. Dirigida por Chano Urueta, la cinta contó con guión de Salvador Novo y música de Silvestre Revueltas.


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El bello durmiente (1952). Durante una excavación en Cuicuilco, un grupo de arqueólogos localiza una cueva, que resulta ser de la época prehistórica, y allí encuentran a un hombre dormido. Se trata de Triquitrán (Tin Tan), quien quedó atrapado durante una erupción. La hija del arqueólogo, quien resulta ser idéntica a su novia de la prehistoria, se dedica a integrarlo a la vida moderna y a educarlo.  Terminan por casarse.

[12]

La cabeza viviente (1961). La sacerdotisa Xochiquétzal es enterrada viva, con el anillo de la muerte, en la tumba del caballero azteca Ácatl. En 1961, la expedición arqueológica del profesor Muller y sus ayudantes Rivas y Urquizo descubre la tumba. Ante ellos desaparece el cuerpo de Xochiquétzal, que se encontraba intacto. En un pergamino leen que Coatlicue y Huitzilopochtli se vengarán de quien profane la tumba. También encuentran la momia del gran sacerdote Xiu, quien había sido enterrado por su propia voluntad para vigilar a la sacerdotisa. Muller se lleva la momia y la cabeza de Ácatl a su laboratorio. El sacerdote Xiu empieza a cumplir la maldición contra los que encontraron la tumba y asesina a Rivas, después, usando sus poderes, se posesiona por medio de un anillo que apareció en la tumba de la voluntad de Marta, hija del arqueólogo y sorprendente reencarnación de Xochiquétzal (uno de los ayudantes del profesor Roberto –Mauricio Garcés– es a su vez la reencarnación de Ácatl, ¿y qué creen?, también resulta novio de Marta). Urquizo también es sacrificado y cuando Marta va a matar a su padre se detiene ante la llegada de uno de los detectives, que ya andaba preocupado por tanta desgracia. La momia lo mata y cuando va a acabar con el desventurado arqueólogo, la cabeza le hace ver que Marta y Roberto son las reencarnaciones de Xochiquétzal y Ácatl y que ya se esté quieta. En ésas, llega el inspector Toledo y mata a tiros a Xiu y destruye el anillo, y la momia y la cabeza se hacen polvo. Vemos aquí algunas de las consecuencias de andar llevándose los objetos de las excavaciones a la casa y de andar prestando las joyas a las hijas.

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Santo en la venganza de la momia (1970). El profesor Romero organiza una expedición a la selva en la que participan, entre otros, un arqueólogo (Carlos Ancira) y el Santo. Así, encuentran la cripta del príncipe “opalche” Nonok, en la que hay unos papiros que traducen de inmediato, porque uno de los lugareños es un opalche puro y puede leerlos tal cual. Ahí Nonok relata su triste historia con la doncella Lúa, que culminó en que fue enterrado vivo, lo que le dio tiempo de dejar una maldición para quienes profanaron su tumba. La momia va acabando uno a uno con los lugareños y los expedicionarios hasta que el Santo la vence. La momia resulta ser el ingeniero Sergio (Eric del Castillo), quien iba con la expedición y quería para él todo el tesoro.

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Cascabel (1976). Con locaciones en Palenque y Yaxchilán. Alfredo (Sergio Jiménez) es contratado para hacer un documental, para el gobierno, sobre una entrega de tierras a los lacandones en la selva chiapaneca. Esta película, en su momento muy criticada, es en realidad un excelente resumen sobre las condiciones de vida de los indígenas chiapanecos y las visiones interesadas que prevalecían sobre sus modos de vida, por lo cual resulta muy adecuado el esquema de documental que presenta. Entre los personajes entrevistados se encuentra el arqueólogo Roberto García Moll, por ese entonces a cargo del proyecto de investigación en la zona arqueológica de Yaxchilán, Chiapas; es uno de los muy pocos arqueólogos que han aparecido en algún film. Los otros son Eduardo Matos, quien aparece al principio de Tequila (1991) clavando una estaca frente a la Catedral, y se dice que Felipe Solís apareció como extra en Cabeza de Vaca (1990), aunque no lo encontramos en los créditos de la película. Curiosamente, estos tres distinguidos arqueólogos fueron directores del Museo Nacional de Antropología.

Para citar: Enrique Vela, Arqueología y cine. El mundo prehispánico en 14 cintas..., México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2528/2501. Visto el 03/05/2024