Las fuerzas del Excan tlahtoloyan y la alianza hispano-tlaxcalteca entre la Noche Triste y la campaña de Tepeaca

En el periodo que va entre la Noche Triste y la campaña de Tepeaca (circa 30 de junio – 30 de octubre de 1520) se dieron cambios radicales en relación entre las principales fuerzas y actores políticos de la llamada conquista de México. Efectivamente, con los eventos de la llegada de la expedición de Pánfilo de Narváez y su derrota, así como la matanza de Templo Mayor, la muerte de Motecuhzoma Xocoyotzin y la Noche Triste se había cancelado cualquier posibilidad de acuerdo entre la coalición hispano-indígena que comandaba Hernando Cortés y el grupo de mando del Excan tlahtoloyan o Triple Alianza.

En el campo la coalición hispano-indígena deben señalarse varios asuntos de importancia. En primer término, están las grandes pérdidas sufridas durante la Noche Triste; sin bien no pueden darse cifras precisas, en cambio puede afirmarse que murieron entre un tercio y la mitad de los efectivos del ejército, tanto soldados españoles como guerreros indígenas aliados. Además se perdió toda la artillería, la pólvora, muchos de los arcabuces y las ballestas, la mayoría de los caballos, así como buena parte de los tesoros de los que se habían apropiado en Tenochtitlan. En segundo término, la reacción militar indígena no se había limitado a la capital de los mexicas, también se había atacado a varios grupos de soldados hispanos en otras partes de la Cuenca de México, esto ocasionó importantes bajas adicionales e inseguridad en diversas rutas de comunicación y abasto. En tercer lugar, la derrota militar fue la ocasión propicia para la manifestación de un bando contrario a Cortés en las fuerzas hispanas; un grupo requirió formalmente al capitán para abandonar la empresa y retirarse a las islas del Caribe. En cuarto lugar, debe resaltarse que después de la derrota de la Noche Triste, la suerte de Cortés y los españoles dependía fundamentalmente de la voluntad política de los gobernantes de Tlaxcala, en otras palabras, cerciorarse si iban a mantener o no la alianza; de hecho, hubo un bando encabezado por Xicoténcatl “el mozo”, que propuso atacar a los españoles y aliarse con los tenochcas.  De esta manera los sueños del capitán extremeño de lograr la sumisión de Tenochtitlan y sus aliados de manera pacífica en favor de la corona de Castilla se habían desvanecido para siempre y obligaron a replantearse de manera completa el carácter, los alcances y la misma factibilidad de la campaña cortesiana.

Por su parte, los mexicas y el Excan tlahtoloyan enfrentaban problemas muy graves. Entre ellos se pueden destacar los siguientes: primero, las graves pérdidas humanas ocasionadas por los enfrentamientos con los extraños, empezando por la matanza de Templo Mayor, la Noche Triste y la batalla de Otumba, esto había mermado a la cúpula de la administración, del mando político y la organización militar. Segundo, la epidemia de viruela, enfermedad nueva para la cual no había defensas bilógicas entre la población mesoamericana. ni capacidad para ofrecer algún tipo de tratamiento médico efectivo; esto ocasionó numerosas víctimas entre la población en general y también en el grupo de mando, pues, entre otros, murió el nuevo tlahtoani Cuitláhuac. Tercero, en el plano militar habían quedado en claro que el armamento de los recién llegados era más eficiente que el mesoamericano, no había equivalentes para enfrentar adecuadamente las armas de fuego, las ballestas, las espadas, el uso de perros de guerra y, sobre todo, la caballería, lo cual había causado muchos estragos. Cuarto, aún más importante que el armamento era que el tipo de guerra que hacían los hispanos era radicalmente distinto del empleado por los pueblos del altiplano central; pues para los primeros el propósito inmediato era causar el mayor número de bajas posibles entre los adversarios y para ello era válido cualquier medio. Mientras, para los segundos había una fuerte carga ritual que los hacía pensar primero en el honor de la captura del adversario más que su aniquilación. Quinto, en el plano político destaca el debilitamiento del Excan tlahtoloyan tanto por la pérdida de control de diversas ciudades como Cempoala o Quiahuiztlan en la Costa del Golfo, como de antiguos aliados como Cholula y las fracturas internas entre las élites de las urbes que continuaban siendo aliadas como Tetzcoco. Sexto, las muertes de muchos de los altos mandos y dignatarios notables, como es el caso de la muerte del propio Motecuhzoma, Cacama o Cuauhpopoca, sólo por citar los casos más célebres, lo que imponía un recambio institucional apresurado. Todo esto redundaba en un debilitamiento de las estructuras políticas, administrativas, económicas y militares del Excan Tlahtoloyan y mermaban su capacidad respuesta frente a la severa crisis por la que atravesaba.

Es claro que ambos bandos contrincantes estaban debilitados y requerían estabilizarse y fortalecerse antes de emprender nuevas acciones ofensivas. Del lado de la alianza hispano-indígena hay varios movimientos políticos claves que permitieron su recomposición. Primero, los gobernantes de Tlaxcala decidieron respaldar a Cortés y sus fuerzas, lo que aseguró bases, territorios, abastecimiento y apoyo logístico efectivo. Segundo, lo anterior fue básico para que Cortés pudiera negociar con el bando español contrario a su persona y pudiera convencerlos de postergar su decisión de regresar a las Antillas. Tercero, sobre la base de los acuerdos anteriores Cortés pudo aprovechar diversos contactos para recibir importantes apoyos de soldados, armas, implementos y caballos lo que hizo posible que reconstruyera la parte hispana de su ejército e incluso la incrementara. Cuarto, el decidido apoyo de los señores de Tlaxcala hizo posible que a pesar de la epidemia de viruela aumentaran los efectivos mesoamericanos que apoyaron a Cortés. Quinto, la campaña se reorientó en términos políticos, jurídicos y militares, efectivamente, desde la perspectiva legalista adoptada por Cortés los mexicas y sus aliados fueron consideraros como vasallos que se habían revelado contra la autoridad del rey de España, y por ello debían ser castigados y sometidos a través de una guerra justa.

Por su parte, los mexicas y sus aliados estaban enfrascados en varias acciones relevantes. Primero, un obligado recambio en las estructuras de poder, pues la muerte de Motecuhzoma y otros notables dignatarios obligó a reponer prácticamente a toda la capa superior, que incluía al huey tlahtoani. Para ello fue elegido Cuitláhuac, así como un nuevo cihuacóatl y los cuatro miembros del tlahtocan, también conocido como concejo de los cuatro o concejo supremo; algo similar pasó también en Tetzcoco y Tlacopan. Segundo, en Tenochtitlan se inició la remoción de escombros, se recogieron los cadáveres, se reactivó la actividad económica y se retomó la vida religiosa que se había visto interrumpida por la presencia de ejército hispano-tlaxcalteca; esto ocupó recursos y tiempo. Tercero, los mandos militares del Excan tlahtoloyan trataron de adaptarse a las nuevas armas y estrategias de los extraños como fue la implementación de nuevas lanzas más largas y fosos para enfrentar la caballería, pero para ello les faltó tiempo y más experiencia. Cuarto, como nuevo tlahtoani Cuitláhuac emprendió una audaz política en dos vertientes, una el tartar de consolidar a los aliados que se mantenían ofreciendo una exención de cargas tributaria lo cual tuvo un éxito parcial; al mismo tiempo se busca de ganar nuevos aliados, destaca el intento por lograr un acuerdo con Tlaxcala a través de Xicoténcatl el mozo y la embajada a Tzintzuntzan en Michoacán para aliarse con los tarascos, en ambos casos no se logró el objetivo.

Es gracias al apoyo de los señores de Tlaxcala que Cortés logró reconstruir y fortalecer su ejército, asegurar sus líneas de abastecimiento y, con ellos, establece un primer objetivo político y militar estratégico, que es consolidar sus fronteras a través de la campaña contra Tepeaca. Por su parte, el Excan Tlahtoloyan no logró consolidar el recambio en las estructuras de mando, el propio tlahtoani Cuitláhuac murió después de apenas ochenta días en el cargo y las alianzas (con Tlaxcala y Tzintzuntzan) que hubieran podido inclinar la balanza de manera decisiva a su favor no se concretaron. Sin duda, ambos bandos estaban conscientes que, al momento en que Cortés emprendió la campaña contra Tepeaca, el futuro de la empresa aún estaba en el aire.

Para citar: Miguel Pastrana Flores, Las fuerzas del Excan tlahtoloyan y la alianza hispano-tlaxcalteca entre la Noche Triste y la campaña de Tepeaca, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2239/2237. Visto el 30/04/2024