Los presagios de la conquista de México

Las historias de la conquista relatadas desde un punto de vista indígena siempre comienzan su crónica de la caída de Tenochtitlan con la relación de ciertos sucesos extraordinarios que acontecieron algunos años antes de la llegada de los españoles y que anunciaban la inminencia de una calamidad futura.

El famoso libro XII de la Historia general de las cosas de Nueva España de fray Bernardino de Sahagún hace el recuento de ocho “señales y pronósticos que aparecieron antes que los españoles viniesen a estas tierras ni hubiese noticia de ellos”. El séptimo presagio, por ejemplo, cuenta cómo los cazadores de aves de la laguna de México capturaron un pájaro acuático muy extraño, el cual tenía la apariencia de una grulla, pero llevaba en la cabeza un misterioso espejo de obsidiana. Llevado delante de Moctezuma, el volátil fue examinado en la sala de los secretos, el Tlillan, y con mucho asombro el gobernante mexica pudo distinguir en el reflejo del espejo dos imágenes que lo llenaron de desconcierto: primero observó un cielo estrellado con en medio la constelación del mamalhuaztli, un instrumento con el cual los indígenas prendía el fuego nuevo cada 52 años, y luego divisó una multitud de hombres extraños armados de todo punto, que venían sentados sobre enormes cuadrúpedos. Moctezuma y sus adivinos quedaron boquiabiertos y el ave desapareció sin dejar rastro alguno.

Antes de concluir de prisa que estos presagios fueron simplemente inventados por los indígenas para explicarse y justificar de alguna manera los acontecimientos inconcebibles de la conquista, hay que saber que en realidad, desde tiempos muy antiguos, existía en Mesoamérica una atención y un cuidado muy especial por conocer y analizar acontecimientos asombrosos e inexplicables, que los nahuas llamaban tetzahuitl, del verbo tetzahuia (maravillarse mucho o espantarse). Sabemos, por ejemplo, que antes del colapso de Tula, la célebre capital regida por el sacerdote Quetzalcóatl, aparecieron seres fantásticos y monstruosos que anticiparon el fin del imperio tolteca; asimismo, antes de la conquista de Tlatelolco por parte de la ciudad gemela de Tenochtitlan, leemos en algunas fuentes (que seguramente hubieran escandalizado al más desvergonzado de los españoles) que la vagina de la mujer del gobernante de Tlatelolco, Moquíhuix, le habló, insultándolo y reprochándole con duras palabras la depravación sexual a la cual se había entregado. El mismo dios Huitzilopochtli era conocido como tetzauhteotl (dios milagroso), dado que había nacido del vientre de Coatlicue completamente formado y armado y había derrotado a los hermanos mayores que querían asesinar a su madre.

Los más interesados en inquirir acerca de los presagios eran seguramente los gobernantes de los altepetl nahuas, cuyo poder estaba constantemente amenazado por innumerables peligros externos (enemigos, hambrunas o catástrofes naturales), pero también por el comportamiento del mismo soberano, quien por su soberbia, descuido o cobardía podía llevar al derrumbe a su propio pueblo. En el caso mexica, según gran parte de las fuentes del siglo XVI, a la amenaza externa de los españoles se sumó el orgullo y la ineptitud de Moctezuma, quien no supo entender y manejar la situación. Las historias de tradición indígena son bastante unánimes en condenar la actitud del máximo gobernante mexica, visto que todas las señales o tetzahuitl estaban claramente apuntando hacia el peligro que representaban los españoles y hacia la catástrofe que se venía gestando. Entonces, ¿qué hubiera podido hacer Moctezuma para conjurar la derrota? Tal vez no hubiera ofrecido amistad a los españoles y hubiera intentado evitar que el contingente español llegara al corazón del imperio. Aun así, es muy probable que esta actitud defensiva no hubiera detenido a Cortés y a sus huestes, pero por lo menos hubiera evitado una relectura indígena de la figura de Moctezuma como monarca al mismo tiempo altanero y asustadizo.

Otra cuestión, que se vincula más con la obsesión positivista de los historiadores modernos, es inquirir no sobre el significado de los tetzahuitl como lo hacían los indígenas y como también lo hicieron los españoles del siglo XVI, sino especular en torno a su realidad fáctica. Es decir, ¿tenemos que creer que realmente Moctezuma vio a los españoles en un espejo mágico o hay que tomar en serio el hecho de que la vagina de la esposa de Moquíhuix se puso a hablar? Obviamente no, pero éste no es el punto. El problema no es inquirir si efectivamente los tetzahuitl se verificaron, sino entender qué es lo que nos están diciendo acerca de la visión de la historia de los pueblos indígenas. Esos presagios nos hablan de un mundo en el cual el poder era algo sumamente inestable, siempre amenazado por todo tipo de peligro, y en el que su ejercicio comportaba una responsabilidad inmensa. La incomprensión de los tetzahuitl y el mal manejo del gobierno podían llevar a la ruina, como efectivamente sucedió en la conquista de México.

Para citar: Gabriel Kruell, Los presagios de la conquista de México, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1007/961. Visto el 27/03/2024