En la segunda mitad de septiembre, los expedicionarios descansaban en las principales ciudades de Tlaxcala, disfrutando de la hospitalidad de sus nuevos aliados y reponiéndose de las heridas y descalabros de las batallas previas.

Al mismo tiempo,  los anfitriones tlaxcaltecas y sus nuevos invitados entablaron largas y detalladas conversaciones sobre asuntos políticos y religiosos. Es muy probable que los españoles les hayan hablado entonces de su religión católica y hayan insistido en que su dios era el único verdadero. Aunque no sabemos cuál fue la reacción de los tlaxcaltecas entonces, años después sus historias afirmarían que aceptaron la religión católica en ese momento.

Más allá de la verdad histórica, el hecho es que desde esos primeros encuentros, los tlaxcaltecas comenzaron a establecer vínculos con las deidades cristianas, como la Virgen María. Estos vínculos religiosos complementaron y fortalecieron las relaciones políticas que ya se tejían entre ambos. Esto se debió a que tanto en el mundo hispano como en el mesoamericano, la religión y la política eran inseparables.

Los amoxtli de esta semana abordan las diferentes facetas de este diálogo cultural y religioso que definiría el destino de la convivencia entre mesoamericanos y españoles.