Los expedicionarios suben al Altiplano e inventan la Nueva España
En los días finales de agosto de 1519, los expedicionarios encabezados por Hernán Cortés subieron los intrincados y peligrosos caminos de la sierra de Veracruz para llegar al Altiplano central de México. Los caminos por la agreste sierra los trasladaron de los ecosistemas tropicales de la costa del Golfo de México a los bosques húmedos de Jalapa y sus alrededores y luego a cruzar la sierra alrededor del Cofre de Perote y bajar a la parte oriental del Valle de Puebla.
El objetivo marcado por Hernán Cortés era México-Tenochtitlan, pero se antojaba remoto y peligroso de seguir, pues el tlatoani de esa ciudad había vedado explícitamente el paso a los expedicionarios y temían emboscadas en el camino,
En cambio, los aliados de Hernán Cortés, el señor de Cempoala y sus amigos toltecas, le recomendaron que siguiera otro camino, marcado por los sitios de residencia de los xicalancas, un pueblo comerciante por excelencia que tenía colonias en ciudades por toda la costa del Golfo y del Altiplano, hasta la gran ciudad de Cholula. De esta manera, los españoles pudieron penetrar a Mesoamérica gracias al apoyo y protección de sus aliados indígenas, la única manera en que podrían conocer, recorrer y visitar un mundo tan inmenso y hostil.
Al adentrarse en las tierras desconocidas e inmensas, pobladas y urbanizadas, con diferentes climas y grandes sierras, los expedicionarios quedaron fascinados, al grado que equipararon a las tierras que estaban "descubriendo" con su propia patria, España. Como suele hacerlo, Hernán Cortés se adjudica de manera exclusiva la decisión de nombrar Nueva España a la tierra que quería conquistar, pero probablemente surgió de la colectividad de expedicionarios que imaginaba e inventaban una nueva patria para ellos mismos también.