En el Tonalpohualli de esta semana tratamos del conflicto entre los conquistadores.

En él se enfrentaron el capitán Hernán Cortés y sus partidarios, con los defensores del  gobernador de Cuba, Diego Velázquez, su superior directo y organizador de la expedición que llegó a lo que hoy es México en 1519. Este funcionario de la Corona, uno de los hombres más poderosos de las colonias españolas en América en ese entonces, había obtenido permiso de la Corona para explorar las las costas de esa tierra desconocida para los europeos. Con ese fin, nombró a Cortés, su amigo y hombre de confianza, como dirigente de la tercera expedición hacia México. Sus instrucciones eran que se limitara a realizar rescates, es decir, que negociara con los nativos para obtener riquezas y también que capturara esclavos para llevar a la isla.

Sin embargo, desde antes de salir de Cuba, Cortés conspiró con sus capitanes para desobedecer las instrucciones de Velázquez y tratar de conquistar el rico imperio que existía en las nuevas tierras, según las noticias de los anteriores expediciones. El gobernador se enteró de esto y trató de detener a su subordinado, pero Cortés y los demás rebeldes lograron zarpar antes de ser capturados. De esta manera partieron como prófugos de la justicia, sabedores de que su traición podría merecerles morir ejecutados.

Fue por ello que la primera acción de Cortés y sus aliados, una vez llegados a las costas de Mesoamérica, fue fundar una nueva ciudad, la Villa Rica de la Vera Cruz. Esto les permitiría hacer una petición ante el rey Carlos V para liberarse de la autoridad del gobernador de Cuba. Sin embargo, en la propia expedición había personas fieles a Velázquez que conspiraban contra Cortés y los suyos, propugnando el regreso a Cuba. Por esto, los rebeldes los castigaron, ejecutando incluso a unos de ellos. Estas luchas internas, relatadas por las historias españolas de la conquista, entretuvieron a los expedicionarios buena parte del tiempo que pasaron en Veracruz, entre abril y agosto de 1519.