El sacrificio que se celebró con los españoles capturados

Texto original con ortografía de la época:

Viéronse aquella noche desde los cuarteles coronados los adoratorios de hogueras y perfumes; y en el mayor, dedicado al dios de la guerra, se percibían sus instrumentos militares en diferentes coros de menos importuna disonancia. Solemnizaban con este aparato el miserable sacrificio de los españoles que prendieron vivos, cuyos corazones palpitantes, llamando al Dios de la verdad mientras les duraba el espíritu, dieron el último calor de la sangre a la infeliz aspersión de aquel horrible simulacro. Presumióse la causa de semejante celebridad, y las hogueras daban tanta luz, que se distinguía el bullicio de la gente; pero se alargaban algunos de los soldados a decir, que percibían las voces y conocían los sujetos. ¡Lastimoso espectáculo!, [406] y a la verdad no tanto de los ojos, como de la consideración; pero en ella tan funesto y tan sensible, que ni Hernán Cortés pudo reprimir sus lágrimas, ni dejar de acompañarle con la misma demostración todos los que le asistían.

Quedaron los enemigos nuevamente orgullosos de este suceso, y con tanta satisfacción de haber aplacado el ídolo de la guerra con el sacrificio de los españoles, que aquella misma noche, pocas horas antes de amanecer, se acercaron por las tres calzadas a inquietar los cuarteles, con ánimo de poner fuego a los bergantines, y proseguir la rota de aquella gente, que no sin particular advertencia, consideraban herida y fatigada […]

Para citar:
de Solís y Rivadeneyra, Antonio , Historia de la Conquista de Méjico: población y progresos de la América Septentrional conocida por le nombre de Nueva España, Madird, Espasa-Calpe, 1970 [1684], pp. 405-406
Lugar(es):
  • México-Tenochtitlan
Actor(es):
  • Soldados