Cortés se encuentra con los pueblos de Chalco, Mecameca, Acacingo y Tamanalco
E luego otro día bien de mañana comenzamos a caminar, e ya era cerca de mediodía cuando llegamos en lo alto de la sierra, donde hallamos los caminos ni más ni menos que los de Guaxolcingo dijeron; y allí reparamos un poco y aun nos dio que pensar en lo de los escuadrones mexicanos y en la sierra cortada donde estaban las albarradas de que nos avisaron. Y Cortés mandó llamar a los embajadores del gran Montezuma, que iban en nuestra compañía, y les preguntó que cómo estaban aquellos dos caminos de aquella manera, el uno muy limpio y muy barrido, y el otro lleno de árboles cortados nuevamente. Y respondieron que porque vayamos por el limpio, que sale a una ciudad que se dice Chalco, donde nos harán buen recibimiento, que es de su señor Montezuma; y que el otro camino, que le pusieron aquellos árboles y e cegaron porque no fuésemos por él, que hay malos pasos o se rodea algo para ir a México, que sale a otro pueblo que no es tan grande como Chalco; entonces dijo Cortés que quería ir por el que estaba embarazado, e comenzamos a subir la sierra puestos en gran concierto, y nuestros amigos apartando los árboles muy grandes y gruesos, por donde pasamos con gran trabajo, y hasta hoy están algunos dellos fuera del camino; y subiendo a lo más alto, comenzó a nevar y se cuajó de nieve la tierra, e caminamos la sierra abajo, y fuimos a dormir a unas caserías que eran como a manera de aposentos o mesones, donde posaban indios mercaderes, e tuvimos bien de cenar, e con gran frío pusimos nuestras velas y rondas e escuchas y aun corredores del campo; e otro día comenzamos a caminar, e a hora de misas mayores llegamos a un pueblo que ya he dicho que se dice Tamanalco, y nos recibieron bien, e de comer no faltó; e como supieron de otros pueblos de nuestra llegada, luego vinieron los de Chalco, e se juntaron con los de Tamanalco, e Mecameca e Acacingo, donde están las canoas, que es puerto dellos, e otros pueblezuelos que ya no se me acuerda el nombre dellos; y todos juntos trajeron un presente de oro y dos cargas de mantas e ocho indias, que valdría el oro sobre ciento cincuenta pesos, e dijeron: "Malinche, recibe estos presentes que te damos, y tennos de aquí adelante por tus amigos" ; y Cortés los recibió con grande amor, y se les ofreció que en todo lo que hubiesen menester los ayudaría; y cuando los vio juntos, dijo al padre de la Merced que les amonestase las cosas tocantes a nuestra santa fe e dejasen sus ídolos; y se les dijo todo lo que solíamos decir en los demás pueblos por donde habíamos venido; e a todo respondieron que bien dicho estaba e que lo verían adelante.
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