Malinche a ojos de los indígenas

¿Quién era Malinche para los habitantes de Mesoamérica? Más allá de los misterios que rodeaban su origen, la mujer que los españoles bautizaron como Marina, se convirtió a sus ojos, ya desde 1519 probablemente, en una figura excepcional que rebasaba los límites de lo humano y que se confundía con el personaje igualmente extraordinario de Hernán Cortés. 

Diversos testimonios escritos por autores indígenas en la época nos muestran el asombro que provocaba entre los habitantes de Mesoamérica la presencia al lado de los expedicionarios encabezados por Hernán Cortés de una mujer indígena, joven y de condición social humilde, pero también poseedora de una personalidad carismática y una excepcional capacidad de comunicación en varios idiomas. Se preguntaban, con razón, cómo era que estos hombres extraños habían conocido y conseguido los servicios de una mujer de la tierra. 

Para los gobernantes de los grandes señoríos del Altiplano central, los mexicas, los tlaxcaltecas, los texcocanos y otros, esta esclava proveniente de las Tierras Bajas era a su manera tan extranjera como los soldados españoles. Para empezar, venía de un ámbito ecológico y cultural muy diferente y hablaba, al parecer, lenguas poco conocidas como él oculteco, de la familia mixe-zoque. Además, su humilde condición social la excluía normalmente de los espacios de las cortes, la política y las negociaciones diplomáticas; sin embargo, como los expedicionarios, esta mujer entró de la manera más notoria a estos ámbitos exclusivos y privilegiados, donde se desempeñó con desenvoltura y gran habilidad. Sus acciones y palabras pronto pusieron en jaque al orden político mesoamericano. 

Por todas estas razones, no sorprende que las historias visuales mesoamericanas representen a Marina casi siempre frente a Cortés, conversando y negociando de manera directa con los gobernantes de Tlaxcala y México-Tenochtitlán. Es muy frecuente que la intérprete indígena aparezca con una figura mayor que la del capitán español y que el segundo, además de más pequeño, aparezca mudo tras ella.

Varias historias españolas mencionan que los nativos mesoamericanos llamaban Malinche a la pareja constituida por el capitán y su “lengua”. Al mencionar esta identificación, Bernal Díaz del Castillo afirmó que el término Malinche era un posesivo náhuatl que significaba “el dueño de Malinche”, reconocimiento de la supremacía y propiedad del capitán sobre su esclava intérprete. Esta explicación ha convencido a muchos autores porque confirma sus expectativas respecto a la supremacía de los españoles sobre los indígenas y la supremacía de los varones sobre las mujeres. Por ello no han considerado siquiera que Cortés fuera llamado como la mujer. 

Sin embargo, es probable que los nativos de Mesoamérica llamaron Malinche a la pareja porque consideraban en verdad que la mujer nativa era tanto o más importante que el varón español. La veían como el rostro y la voz de la pareja: un rostro femenino e indígena, que eclipsaba, en cierta medida, al varón español, mudo y desconocido. No hay que olvidar que los potentados mesoamericanos que negociaron con los recién llegados escuchaban las palabras emitidas por esa mujer en su propia lengua maya o náhuatl, y a ella respondían. La capacidad extraordinaria de comunicación que poseía y desplegaba, se sumaron a los atributos desconcertantes, temibles y admirables que tenían los españoles a ojos de sus receptores, sobre todo su capacidad de violencia sin límites. 

Entonces, el título dual de Malinche podría obedecer a una lógica mesoamericana de dualidad y referirse a las dos partes, la mujer indígena tanto como el hombre español, transformando a la esclava Marina en la voz, en el rostro, en la mitad femenina, del guerrero viril pero incapaz de hablar que era Cortés a ojos de los indígenas.

Malinche sería un ser dual con una identidad compleja, más grande que cualquiera de sus dos partes por separado, la mujer maya Marina y el hombre castellano Hernando, pues les permitía, precisamente, escapar a los confines de sus orígenes extranjeros para irrumpir en Mesoamérica y negociar con sus gobernantes, así como de los límites sociales a los que estaban sometidos ambos. Sin duda fue de la mano de “su capitán” Cortés que Marina se convirtió en una persona mucho más poderosa que una simple esclava, alguien cuya palabra debía ser escuchada y atendida por los hombres más poderosos de la tierra; pero también fue por intermedio y voz de “su esclava” Marina que Cortés pudo negociar con los gobernantes mesoamericanos, logró comprender sus lenguas, supo descifrar sus mensajes, aprendió a imitar sus protocolos y gestos diplomáticos.

En este sentido resultaría tan cierto afirmar que Cortés empleó a Marina como un instrumento para someter a los indígenas al Imperio español como proponer que Marina utilizó a Cortés para cumplir sus propios fines. Podríamos incluso plantear que esta mujer “domesticó” y “humanizó” a Cortés, incorporándolo a las redes de relaciones, intercambios y enemistades políticas y militares que hacían humanos a los pueblos mesoamericanos.

Para citar: Federico Navarrete , Malinche a ojos de los indígenas, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/index.php/amoxtli/372/363. Visto el 27/03/2024