Procediendo la guerra cada día por tierra y por el agua: los Españoles contra los Mejicanos, íbanlos de cada día arinconando hacia el Tlaltilulco: y en una escaramuza que hubo así por el agua como por tierra, fueron presos diez y ocho Españoles, á los [115] cuales, despojados de todas sus armas y vestiduras, y maniatados los presentaron al Señor de Méjico, y a los otros principales, que con el estaban en un Barrio que se llama Tlacuhcalco (en que estaba una casa que era como casa de audiencia cerca donde ahora es la Iglesia de Santa Anna) y luego los sacrificaron en un Cu, que allí cerca estaba, sacándoles los corazones, sobre una piedra que era como un pilar cortado, tan grueso como un hombre y algo mas, y tan alto como medio estadio: allí a cada uno echado de espaldas sobre aquella piedra, que se llama Techcad: uno le tiraba por un brazo, y otro por el otro, y también por las piernas otros dos, y venia uno de aquellos sátrapas, con un pedernal como un hierro de lanza enhastado, en un palo de dos palmos de largo, le daba un golpe con ambas manos en el pecho: y sacando aquel pedernal, por la misma llaga metía la mano, y arrancábale el corazón, y luego fregaba con el la boca del ídolo: y echaba a rodar el cuerpo por las gradas abajo, que serian como cincuenta o sesenta gradas, por allí abajo iban quebrando las piernas y los brazos, y dando cabezasos con la cabeza, hasta que llegaba abajo aun vivo, [116] llegando abajo, otro sátrapa le cortaba la cabeza, y la pasaba por la sien en un palo largo (que era como percha) y estaba la cara vuelta hacia el ídolo: de esta manera los sacrificaron a todos: y los cuerpos los cuartearon luego, y los repartían entre los que los habían prendido, y al que mas había echo en este caso, le daban mayor pedazo: y de esta manera repartidos, los comían asados o cocidos, todas estas cosas estaban mirando los Españoles sus Compañeros desde los Bergantines, y no osaban salir a defender a sus hermanos, ni a ofender a los que de esta manera les trataba [...]