Ajusticiamiento de algunos soldados que querían escapar hacia Cuba

Texto original con ortografía de la época:

Desde a cuatro días que partieron nuestros procuradores para ir ante el emperador nuestro señor, como dicho habernos, y los corazones de los hombres son de muchas calidades e pensamientos, parece ser que unos amigos y criados del Diego Velazquez, que se decían Pedro Escudero y un Juan Cermeño, y un Gonzalo de Umbría, piloto, y Bernardino de Coria, vecino que fue después de Chiapa, padre de un hulano Centeno, y un clérigo que se decía Juan Díaz, y ciertos hombres de la mar que se decían Peñates, naturales de Gibraleón, estaban mal con Cortés, los unos porque no les dio licencia para se volver a Cuba, como se la habían prometido, y otros porque no les dio parte del oro que enviamos a Castilla; los Peñates porque los azotó en Cozumel, como ya otra vez tengo dicho, cuando hurtaron los tocinos a un soldado que se decía Berrio; acordaron todos de tomar un navio de poco porte e irse con él a Cuba a dar mandado al Diego Velazquez, para avisarle cómo en la Habana podían tomar en la estancia de Francisco de Montejo a nuestros procuradores con el oro y recaudos; que, según pareció, de otras personas principales que estaban en nuestro real fueron aconsejados que fuesen a aquella estancia que he dicho, y aun escribieron para que el Diego Velázquez tuviese tiempo de haberlos a las manos. Por manera que las personas que he dicho ya tenían metido matalotaje, que era pan cazabe, aceite, pescado y agua, y otras pobrezas de lo que podían haber; e ya que se iban a embarcar, y era a más de media noche, el uno dellos, que era el Bernardino de Coria, parece ser se arrepintió de se volver a Cuba, y lo fue a hacer saber a Cortés. E como lo supo, e de qué manera y cuántos e por qué causas se querían ir, y quien fueron en los consejos y tramas para ello, les mandó luego sacar las velas, aguja y timón del navio, y los mandó echar presos y les tomó sus confesiones, y confesaron la verdad, y condenaron a otros que estaban con nosotros, que se disimuló por el tiempo, que no permitía otra cosa; y por sentencia que dio, mandó ahorcar al Pedro Escudero y a Juan Cermeño, y a cortar los pies al piloto Gonzalo de Umbría, y azotar a los marineros Penates, a cada doscientos azotes; y al padre Juan Díaz si no fuera de misa también lo castigara, mas metióle harto temor.

Para citar:
Díaz del Castillo, Bernal , Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Ciudad de México, Editorial Patria, 1983 [1632], pp. 145-146
Lugar(es):
  • Antigua Veracruz
Persona(s):
  • Hernando Cortés
  • Diego Velázquez de Cuellar
  • Juan Cermeño
  • Juan Escudero
  • Juan Díaz