Los mexicas observan a los españoles a su llegada a México-Tenochtitlan

Texto original con ortografía de la época:

1.—Pues ya entonces se ponen en marcha para entrar acá a México.
Desde luego, se atavían, se ponen sus aderezos guerreros, se atan y ponen en su persona sus armas. En seguida sus caballos se ponen en fila, se hacen hilera, se disponen en grupos largos como surcos, se hacen escuadrones.
2.—Por delante van como guías cuatro de a caballo, van delanteros: encabezan a los demás- van en primer lugar ante todos. Dan la vuelta y vuelven, están dando vueltas de adelante a atrás; van por allá saliendo al paso a la gente: no tienen dirección lija: van oyendo y atisbando por todo lugar. Van siguiendo las calles van examinando con detención las cosas; ven constantemente arriba a las azoteas. 3.—Igualmente también los perros, los perros de ellos, van por delante: van olfateando por todas parles en pos de las huellas, andan jadeantes, jadean sin cesar.
4.—Por si sola viene delante, viene precediendo, sola ella enhiesta viene al frente la bandera de tela: uno la lleva en el hombro, la viene haciendo tremolar, la viene girando de un lado a otro: no la trae en dirección fija. Viene muy gallardo, viene echándoselas de muy macho.
5.—Muy bien lo rodean, vienen en torno de él, quieren estar rodeándolo, vienen cercándolo hombres de espada: vienen con la espada desnuda: vienen con la espada reverberando. Al hombro traen, del hombro pendiente portan sus escudos: escudos de madera, escudos de cuero.
6.—En segundo lugar, como segundo cuerpo, vienen los caballos que traen en tus lomos a los hombres. Con sus colas de algodón, con sus escudos de cuero, con sus lanzas de hierro. En cuanto a

sus espadas, penden del cuello de sus caballos.
7 —Éstos llenen cascabeles, están encascabelados, vienen trayendo cascabeles. Hacen estrépito los cascabeles, repercuten los cascabeles. Esos 'caballos", esos “ciervos”, bufan, relinchan: sudan a mares como agua de ellos destila el sudor.
Y la espuma de sus hocicos cae al suelo goteando: es como agua enjabonada con amole: gotas gordas se derraman.
8. —Cuando corren hay estruendo, hacen estrépito, se siente el ruido como si en el suelo cayeran piedras. Luego la tierra se agujera, luego la tierra se hace hoyos en donde ellos pusieron su pala. Por si sola se desgarra donde pusieron mano o pata.
9. —En tercer lugar, como tercer cuerpo, vienen los ballesteros, los que portan arco de hierro. En sus manos está la ballesta: la van mirando, la han examinando, la san probando. Oíros, empero, sobre el hombro, van portando y llevando su ballesta. Y el carcaj del lado pende, bajo sus hombros va colgando. Pleno y repleto va de flechas; flechas de hierro lo han llenado.
10. —Ellos, su cota de algodón, hasta la rodilla les llega: gruesas y fuertes, bien cosidas: cotas cual piedras, cual la toba.
Y en su cabeza vienen portando, también un casco con algodón Y en su cima han colocado plumas de quetzal que se esparcen a un lado y otro.
11. —La cuarta serie también es de hombres de a caballo. Es semejante su atavío a los que arriba ya se dijo.
12. —La quinta serie es de arcabuceros. Son lot que traen arma de fuego.
El arcabuz llevan al hombro; unos lo llevan largo a largo.
13. —Cuando ya entraron a la gran casa real, a la mansión de los señores, dispararon sus armas, las echaron a tiro. Retumban, ve abren, hacen estruendo, echan chispas. > el humo largo sigue, se difunde largamente todo manchado en humo queda El humo se tiende, el humo se ensancha cual hedor de ciénega, entra a la cabeza, a iodos marea.
14—Y viene al fin, como cerrando la marcha, su capitán, que es algo así como nuestro Tlacatécatl. Es diestro como jefe de guerra, como hombre que guía milicias. Vienen rodeándolo, vienen cenándolo, se aprietan en torno de él, tus capitanes, sus guerreros, sus asistentes.
Sus aderezos son cual los de nuestros cuacuachictin, u otomí. Estos son sus hombres fuertes de Cortés, los ayudantes que lo sostienen, los que hacen la fuerza de su mando que son el centro de la sociedad. 15.—Luego los moradores de los pueblos: el de Tepoztlan, el de Tlaxcala, el de Tliluhquitépec, el de Huexotzinco, vienen siguiendo el camino, vienen dispuestos en plan de guerra. Con sus armaduras de algodón, con sus escudos con sus arcos, con sus carcajes, van bien llenos. Sus dardos están hinchiendo los carcajes con saetas emplumadas: unas son afiladas en punta, otras son gruesas y romas, otras tienen punta de obsidiana.
16—Van tendidos en hileras, van dando gritos de guerra con el golpear de sus labios, van haciendo gran algarabía. Se revuelven como gusanos, van diciendo mil cosas, van agitando sus cabezas.
Y unos van cargados de fardos: cargan los fardos de su comida. Otros los llevan en mecapales; otros los llevan atados al pecho. Unos la llevan en cacastles, otros la llevan en huacales, oíros la llevan en tompeates, otros la llevan en Iíos atada a la espalda.
Unos arrastran los grandes cañones, que en ruedas de palo van rodando.
Vienen haciendo grande grita.

Para citar:
Sahagún, Bernardino de , Historia general de las cosas de la Nueva España, México, Porrúa, 1982 [], pp. -