Los murales de la conquista

La caída de Tenochtitlán no sólo fue narrada en textos, algunos de los cuales fueron escritos recién finalizada la guerra contra los mexicas, sino que también fue plasmada pictóricamente. A la mente, quizás, vengan los famosos biombos del siglo XVII, pero antes de éstos, en el siglo XVI, la Conquista fue puesta en imágenes por los indígenas de Tlaxcala.

Hay que señalar que Tlaxcala no existía como una ciudad, sino que se trataba de un territorio controlado por cuatro señoríos estratégicamente ubicados sobre laderas y defendidos por barrancas: Ocotelulco, Quiahuiztlán, Tepetícpac y Tizatlán. Tras la Conquista, los franciscanos impulsaron la construcción de una urbe en las tierras llanas adyacentes al río Zahuapan. Al tiempo que avanzaba el proyecto, en 1534, Diego Maxixcatzin, señor de Ocotelulco, viajó a España acompañado de otros señores tlaxcaltecas para pedir al emperador Carlos V, que, en recompensa por el apoyo militar para la Conquista, se le autorizara crear un gobierno indígena exento de la encomienda, es decir, que se permitiera que los tlaxcaltecas se gobernaran a sí mismos, y que tributaran directamente al rey en vez de a los españoles conquistadores.

En 1535, Maxixcatzin volvió a la Nueva España con una real provisión, un documento de carácter legal con el que Carlos V reconocía a Tlaxcala como gobierno indígena independiente de cualquier ciudad española, libre de la encomienda y sólo subordinada al virrey. Para este nuevo gobierno, los tlaxcaltecas construyeron un edificio a propósito, al que se le llamaba Casas reales. Dentro de él había un salón para que los alcaldes indígenas discutieran y resolvieran los problemas de los tlaxcaltecas. Las actas en las que se registraban los acuerdos se escribían en náhuatl.

Los muros internos del edificio, levantado en el costado norte de la plaza principal de la nueva ciudad, no permanecieron en blanco. Sobre ellos, los tlaxcaltecas decidieron contar la Conquista y destacar su papel en ella. Una primera sección de murales mostraba a Colón entregando el Nuevo Mundo al emperador, quien también recibía a la Nueva España y el Perú de manos de Hernán Cortés y Francisco Pizarro, respectivamente.

En otros muros se contaba la Conquista: La llegada de Cortés y su ejército, el hundimiento de sus barcos, el recibimiento de los españoles en territorio tlaxcalteca, el legendario bautizo de los cuatro señores de Tlaxcala, la toma de Tenochtitlán y de otros lugares dentro y fuera del valle de México. Estos murales tenían el fin de reclamar el estatus de conquistadores para los tlaxcaltecas y con ello justificar, sobre todo a los españoles, que estuvieran libres de la encomienda y pudieran gobernarse a sí mismos.

El paso del tiempo acabó con estos murales de guerra, pero podemos hacernos una idea de cómo eran gracias a los dibujos de la Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala, escrita por el tlaxcalteca Diego Muñoz Camargo, quien, como Maxixcatzin, viajó hasta España donde, en 1585, entregó su manuscrito al rey Felipe II. Según las láminas de la obra de Muñoz Camargo, los murales representaban a los tlaxcaltecas con lujosos atuendos guerreros con plumas y armados con chimalli (escudos de tradición indígena), macáhuitl (arma a manera de espada, hecha de madera, pero con filos de obsidiana), pero también, algunos, con espadas de acero. En cada escena de batalla, el número de tlaxcaltecas es superior al de los españoles, incluso, en algunas ocasiones sólo aparece Hernán Cortés a caballo.

Estos murales también sirvieron de base para la creación del Lienzo de Tlaxcala, el cual conocemos por copias tardías. Entre ellas la realizada en el siglo XVIII por Juan Manuel Yllanes del Huerto. Más recientemente, a finales del siglo XX, el artista Desiderio Hernández Xochitiotzin realizó varios murales con la historia de Tlaxcala. Entre ellos La Conquista y El siglo de oro tlaxcalteca (es decir el siglo XVI), los cuales, ubicados en el palacio de gobierno de Tlaxcala, son  una suerte de reposición de los murales descritos por Muñoz Camargo, después de todo, este edificio conserva la ubicación y algunas estructuras de las antiguas Casas Reales. Pero también, de alguna forma, la obra de Xochitiotzin fue la respuesta tlaxcalteca al mural que Diego Rivera hizo en Palacio Nacional hacia 1930.

 

Para saber más

  • René Acuña, Relaciones geográficas del siglo XVI: Tlaxcala, t. 1. México: UNAM, 1984.
  • Andrea Martínez, “Las pinturas del Manuscrito de Glasgow y el Lienzo de Tlaxcala”. Estudios de Cultura Náhuatl, no. 20 (1990): 141-162.
  • Nino Vallen, La Conquista en los biombos, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1343/1326. Visto el 19/01/2021
Para citar: Fernando Herrera, Los murales de la conquista, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2493/2477. Visto el 16/05/2024