Los bergantines de Hernán Cortés, su construcción y manufactura en Tlaxcala y Texcoco.
Luego de los sucesos violentos en Tepeaca, sitio cercano al señorío de Tlaxcala, en septiembre de 1520, Cortés y su gente decidieron, finalmente, llevar a cabo una estrategia de asedio a la ciudad de México Tenochtitlan. Si bien aún estaban desarrollándose diversos acontecimientos que el mismo Cortés debía solucionar, se comenzaba a fraguar la idea de un asalto a la ciudad en dos frentes básicos, terrestre por vía de las calzadas y fluvial por medio del lago.
La logística del asedio en una estrategia por tierra y agua requería, que ambos planteamientos tácticos estuvieran bien organizados y complementados ya que el éxito de dicha empresa dependía de que tanto las tropas lacustres y por las calzadas estuvieran bien coordinadas para la operación.
En ese sentido, Cortés tenía bien pensada la ofensiva lacustre, ya que con la información de primera mano que obtuvo de su estancia en Tenochtitlan, más lo que le proporcionaban sus aliados indígenas, poseía los elementos suficientes para desarrollar el plan de asedio lacustre. Para ello, requería de una infraestructura tecnológica que fue proporcionada, una vez más, por sus aliados indígena; en este caso, la construcción de trece bergantines, de los cuales al final, uno tuvo que ser eliminado por fallas técnicas, dejando solo a los famosos doce bergantines de Cortés.
No olvidemos que los aliados indígenas habían hecho de la campaña de Cortés su propia campaña al tener, tanto hispanos como indígenas, el mismo objetivo: terminar con el Imperio mexica. Para ello los diversos grupos indígenas y no sólo Tlaxcala, proporcionaron a Cortés en diversas ocasiones toda la infraestructura tecnológica que para necesidad de su campaña se requería.
Más allá de la polémica que surge sobre si Cortés quemó o no sus barcos o si pueden o no ser recuperados arqueológicamente, lo que quedaba claro es que Cortés requería de el apoyo de la infraestructura tecnológica indígena, pero con la asesoría técnica de sus especialistas hispanos, para la construcción de dichos bergantines. En este caso, el cometido de iniciar los trabajos de construcción le fue encomendado a Martín López, quien se encargaría de supervisar la tala suficiente madera con las características necesarias, en este caso apoyados en primera instancia por los aliados de Tlaxcala.
Martín López, quien había servido en la corte española, tenía suficiente experiencia en el trabajo con los bergantines, además de haber servido como efectivos en los campos de batalla españoles. Resulta lógico pensar que la tecnología indígena estaba a la altura de las necesidades de Cortés, sin embargo, existían algunos aspectos que no eran del conocimiento de los indígenas, por lo que era necesaria la supervisión de dichos especialistas hispanos para llevar a buen término los trabajos de construcción de las naves.
Las fuentes mencionan que hubo otros hispanos con la experiencia suficiente que auxiliaron a Marín López en la empresa de fabricación de los bergantines, entre ellos se menciona a Andrés Núñez y un carpintero que estaba cojo denominado Ramírez el viejo, así como un herrero llamado Hernando de Aguilar.
Otros materiales fueron reutilizados de embarcaciones, que habían sido desmanteladas, para obtener hierro, clavos, anclas, velas, entre otros implementos necesarios. Para ello, se requería de un tipo especial de brea que era necesaria para la manufactura de los barcos; para efectos se requirió de la asesoría y trabajos de otros hispanos, pues como ya los dicen las fuentes “ni aun los indios lo sabían hacer”, por la lógica de tener una evidente y nula experiencia en la manufactura de este particular tipo de embarcación.
Finalmente, los materiales obtenidos fueron, después de algunas acaloradas discusiones, incluso algunos pequeñas escaramuzas, llevados hacia Texcoco, una ciudad que originalmente había sido aliada de los mexicas, pero, como narran las fuentes “ nuestro señor y señor de Tezcoco, te envía a rogar que le quieras recibir a tu amistad, y te está esperando en paz en su ciudad de Tezcoco”. Dicha ciudad se consideró que sería el mejor lugar para construir los bergantines y estratégicamente era el mejor espacio para ponerlos a navegar hacia su destino, la ciudad de Tenochtitlan, desde un embarcadero que fuentes como la obra del padre Sahagún llaman, Acachinanco.
La empresa de escoltar todos los materiales desde Tlaxcala fue de Gonzalo de Sandoval, quien después de una serie de problemáticas en las cuales incluso varios hispanos perdieron la vida, tuvieron la necesidad de llevarse la madera desde Tlaxcala a Texcoco escoltados por tropas tlaxcaltecas quienes les guiaban por donde moverse para evitar posibles emboscadas de los mexicas y supervisados por Martín López.
Como vemos la simple obtención de materiales para la construcción de los bergantines representó en sí, toda una empresa que incluso les costó la vida a hispanos y varios aliados indígenas. Finalmente, los mexicas sabían que se estaba preparando algo, estaban en un estado de guerra permanente en el cual el acoso constante de las tropas mexicas a todos los movimientos de Cortés y su gente era igualmente permanente.
Cuando Martín López llegó a Texcoco con todos los implementos para la construcción de los barcos, los, ahora, claramente aliados indígenas de Texcoco recibieron a los hispanos con gritos de júbilo, “¡Viva, viva el emperador nuestro señor!, y ¡Castilla y Castilla!, y ¡Tlaxcala Tlaxcala!”. La suerte estaba echada, La Excan Tlatolloyan estaba completamente desarticulada y sólo les esperaba a los mexicas el asalto a su ciudad y la defensa de Tenochtitlan.
Para leer más:
- Díaz del Castillo Bernal, Historia verdadera de la conquista de México, Porrúa, México, 2015.
- Rodríguez González, “Asedio y toma de Tenochtitlan. Una operación anfibia”, en Desperta Ferro, n. 12, Historia Moderna, 2014, 30-38.