En la segunda semana de septiembre de 1519 los tlaxcaltecas y sus aliados continuaron la guerra contra expedicionarios españoles y sus aliados.

Los asaltos se realizaban durante el día. Los españoles los resistieron todos gracias a sus armas de fuego que diezmaban los contingentes apretados de atacantes, a sus caballos que aprovechaban el terreno llano para romper sobre ellos y a las ballestas. Pero también sufrieron los embates de los dardos, las macanas de obsidiana y las piedras de los enemigos. Al final de varios días de combates todos los españoles tenían heridas y mostraban cansancio.

Tampoco podían descansar mucho, pues al anochecer o al amanecer, Hernán Cortés organizaba excursiones bélicas en contra de poblados cercanos para quemar casas, saquear alimentos y tomar prisioneros, además de matar a quienes los resistieran. Así capturó al menos a 400 tlaxcaltecas u otomíes de la región.

Al mismo tiempo, las autoridades de los diferentes señoríos de Tlaxcala intensificaron sus contactos diplomáticos con los invasores. Casi todos los días les daban comida, lo que los mantuvo con vida, y les ofrecían amistad, alegando que los atacantes eran otros pueblos o grupos.

Para entender esta combinación de guerra y diplomacia, de agresión y negociación, es indispensable comprender la compleja naturaleza política de Tlaxcala, una confederación de 4 señoríos y otros grupos étnicos.

Los amoxtli de esta semana explican la organización política de Tlaxcala así como su compleja relación con los mexicas. Examinan también la tradición de las alianzas en la política española.