Historia del cautiverio de Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero

Texto original con ortografía de la época:

Llamábase Jerónimo de Aguilar, natural de Écija: estaba ordenado de Evangelio; y según lo que después refirió de su fortuna y sucesos, había estado cerca de ocho años en aquel miserable cautiverio. Padeció naufragio en los bajos que llaman de los Alacranes una carabela en que pasaba del Darien a la isla de Santo Domingo; y escapando en el esquife con otros compañeros, se hallaron todos arrojados del mar en la costa de Yucatán, donde los prendieron y llevaron a una tierra de indios caribes: cuyo cacique mandó apartar luego a los que venían mejor tratados para sacrificarlos a sus ídolos, y celebrar después un banquete con los miserables despojos del sacrificio. Uno de los que se reservaron para otra ocasión (defendidos entonces de su misma flaqueza) fue Jerónimo de Aguilar; pero le prendieron rigurosamente, y le regalaban con igual inhumanidad, pues le iban disponiendo para el segundo banquete. ¡Rara bestialidad, horrible a la naturaleza y a la pluma! Escapó como pudo de una jaula de madera en que le tenían, no tanto porque le pareciese posible salvar la vida, como para buscar otro género de muerte: y caminando algunos días apartado de las poblaciones, sin otro alimento que el que le daban las yerbas del campo, cayó después en manos de unos indios que le presentaron a otro cacique enemigo del primero, a quien hizo menos inhumano la oposición a su contrario, y el deseo de afectar mejores costumbres. Sirvióle algunos años, experimentando en esta nueva esclavitud diferentes fortunas; porque al principio le obligó a trabajar más de lo que alcanzaban sus fuerzas; pero después le hizo mejor tratamiento, pagado al parecer de su obediencia, y particularmente de su honestidad; para cuya experiencia le puso en algunas ocasio- [55] nes menos decentes en la narración, que admirables en su conti- nencia: que no hay tan bárbaro entendimiento donde no se deje conocer alguna inclinación a las virtudes. Diole ocupación cerca de su persona, y en breves días tuvo su estimación y su confianza.

Muerto este cacique, le dejó recomendado a un hijo suyo, con quien se hizo el mismo lugar, y le favorecieron más las ocasiones de acreditarse; porque le movieron guerra los caciques comarcanos, y en ella se debieron a su valor y consejo diferentes victorias: con que ya tenía el valimiento de su amo y la veneración de todos, hallándose con tanta autoridad, que cuando llegó la carta de Cortés pudo fácilmente disponer su libertad, tratándola como recompensa de sus servicios, y ofrecer como dádiva suya las preseas que se le enviaron para su rescate.

Así lo refería él: y que de los otros españoles que estaban cautivos en aquella tierra, sólo vivía un marinero natural de Palos de Moguer, que se llamaba Gonzalo Guerrero; pero que habiéndole manifestado la carta de Hernán Cortés, y procurado traerle consigo, no lo pudo conseguir porque se hallaba casado con una india bien acomodada, y tenía en ella tres o cuatro hijos, a cuyo amor atribuía su ceguedad: fingiendo estos afectos naturales para no dejar aquella lastimosa comodidad que en sus cortas obligaciones pesaba más que la honra y que la religión. No hallamos que se refiera de otro español en estas conquistas semejante maldad: indigno por cierto de esta memoria que hacemos de su nombre; pero no podemos borrar lo que escribieron otros, ni dejan de tener su enseñanza estas miserias a que está sujeta nuestra naturaleza, pues se conoce por ellas a lo que puede llegar el hombre, si le deja Dios.

Para citar:
de Solís y Rivadeneyra, Antonio , Historia de la Conquista de Méjico: población y progresos de la América Septentrional conocida por le nombre de Nueva España, Madird, Espasa-Calpe, 1970 [1684], pp. 54-55
Lugar(es):
  • Cozumel
Persona(s):
  • Jerónimo de Aguilar
  • Gonzalo Guerrero