Oraciones de los indígenas durante la Noche Triste

Texto original con ortografía de la época:

Y en esta rota y desbarate de los nuestros siempre iban prosiguiendo su viaje llegaron al paso donde hizo don Pedro de Alvarado aquel heroico y temerario hecho del salto que dio que por ser tan grande y tan increíble lo pongo aquí. Que ya el sol iba alto a estas horas y los amigos, vista tan gran hazaña, quedaron maravillados, y al instante que esto vieron, se arrojaron por el suelo postrados por tierra, en señal de hecho tan heroico, espantable y raro que ellos no habían visto hacer a ningún hombre y ansí adoraron al sol comiendo puñados de tierra, arrancando yerbas del campo diciendo a grandes voces: "verdadera mente que este hombre es hijo del sol".Esta ceremonia de comer tierra apuñados y arrancar yerbas, era una superstición muy usada entre los naturales, de cuando les sucedía algún caso que fuese de admiración o cuando pedían a sus dioses con eficacia alguna demanda y muy encarecida, ansí como en este paso se postraron por el suelo y mordieron la tierra tomándola a puñadas, echándosela en la boca arrancaron yerbas del campo ofreciéndolo a sus ídolos, alzando los ojos al cielo diciendo de esta manera:

"¡Oh! dioses muy altos y poderosos, poseedores de los altos nueve cielos, hasta el más alto y supremo de ellos, adonde asiste aquel que es sobre todos vosotros demás dioses", que le llamaban Tloque Nahuaque, que quiere tanto decir, como si dijésemos aquel que todos le acompañan y es acompañado de todos los otros dioses, "a vosotros nos encomendamos para que seáis en nuestro socorro y ayuda, y no nos desamparéis en nuestros trabajos, peligros y aprietos, pues tenéis poder y superioridad sobre todos los hombres. También invocamos a decir cuarto movimiento, "y a vos luna, mujer hermosa y resplandeciente del claro sol, y a vosotras las estrellas del cielo, y a los aires del día y de la noche, para que con vuestra ayuda salgamos de los grandes peligros de este aprieto y guerra en que nos vemos, que tan injusta mente se nos ha movido".

Las cuales oraciones sacamos a luz, por ciertas averiguaciones que hicimos en la ciudad de Tlaxcalla, en una probanza que los herederos de don Pedro de Alvarado hicieron por los méritos de don Pedro su padre, de muy famosos capitanes que se hallaron presentes en todo el discurso de la guerra, entre los cuales fue uno que se llamó don Antonio Calmecahua, capitán muy famoso de Maxixcatzin, el cual se halló con Hernando Cortés en todas las ocasiones que se le ofrecieron, que hoy en día vive que según se afirma es de edad de ciento y treinta años, y tiene todavía gran sujeto y razón de hombre, que de todo lo que se le pregunta da muy buena razón y cuenta, aunque está sordo cuenta grandes excelencias y loas de la venida de Cortés y de los demás capitanes, y de sus notables hechos. Tiénese por muy dichoso en haber sido bautizado y ser cristiano: llora del tiempo que fue idólatra, con arrepentimiento y del engaño en que vivía y vivieron sus antepasados.

Para citar:
Muñoz Camargo, Diego , Historia de Tlaxcala, Tlaxcala, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social; Universidad Autónoma de Tlaxcala, 2013 [1998], pp. 197-198
Persona(s):
  • Pedro de Alvarado